La filósofa y escritora, Diana Sperling, analizó los discursos de Javier Milei. “No hace falta tener una gran oratoria para ser un líder político creíble”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
¿Javier Milei es un falso profeta?
Sí, los profetas verdaderos y los “truchos” abundan mucho en la Historia.
El profeta falso toma rasgos de los profetas bíblicos, de una manera casi caricaturesca, y adapta esos rasgos a un discurso de la época.
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Si leemos los profetas clásicos de la Biblia hebrea, son todos los que anuncian la eventual llegada de un mesías. Javier Milei se posiciona como un mesías, aquel que viene a resolver los problemas “mágicamente”.
El problema es que, cuando esos discursos se adaptan a la época contemporánea, resultan caricaturescos, porque esta sociedad no es la de hace 3 mil años, es decir, los requerimientos, los regímenes políticos y la situación social es otra, funcionan a modo de logotipo y no coincide para nada con la realidad histórica.
Hay un momento en la Biblia hebrea donde se dice que no hay más profetas, la profesión se termina y vienen los escribas, los intérpretes, aquellos que se dedican a leer las escrituras y a trasladar algunos mensajes que pueden ser productivos, pero profetas no hay más.
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Adoptar la figura del profeta o del mesías en la época contemporánea es algo que no coincide con la realidad. Es una suerte de híper-proteccionismo y una caricatura de algo que fue significativo y es material para analizar, no para encarnar.
En la apertura de hoy, planteamos que se trataba de un regreso de la teocracia, que llega a una teoeconomía. ¿Qué encontrás en común?
Hay que recordar algunos textos claves, como el concepto de teología política. No soy una experta, soy una investigadora de este tema, pero indudablemente la política toma formas de la religión. El problema es cuando se eleva a una función de sacralizar las estructuras políticas, porque ahí estamos en problemas.
Hay un aspecto positivo en la religión, relacionado a las comunidades de ésta, pero eso no puede reemplazar la función del Estado. El problema es cuando se solapan estos dos planos.
Me parece muy bien que cada uno tenga su práctica religiosa y mantenga discursos que convoquen su fe, pero los discursos religiosos no pueden jamás ponerse en el lugar de la política.
Una cosa es la religión como actividad comunitaria y otra cosa es lo religioso como una garantía absoluta de verdad. En ese sentido, me parece que es extremadamente peligroso meter el paradigma religioso en la política.
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Religioso es aquel que cree que hay alguien que posee la verdad y le va a garantizar que lo que dice es verdadero. Los testamentos religiosos tienen la potestad de incluir o excluir, y eso es sumamente peligroso en la política.
¿Qué opinás sobre el dicho de Javier Milei en un programa de televisión en el que asegura que por ser un divulgador él es Aarón y su hermana Moisés?
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Milei adopta rasgos del judaísmo de forma caricaturesca, hace una interpretación absolutamente unilateral. Aarón no es un divulgador en lo más mínimo.
Lo que muestra Moisés es que la transmisión siempre es fallida, no es que necesita un divulgador, sino que hay un tratado que empieza diciendo que “Dios le dio la ley a Moisés”, quien después se la pasó a los ancianos de la asamblea, que la fueron pasando hasta nuestros días.
Es un tratado sobre la transmisión, que es fallida e incompleta, de eso habla el texto bíblico cuando habla de un Moisés con dificultad de lengua: no hace falta tener una gran oratoria para ser un líder político creíble.
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La característica de Moisés es que distribuye ese don de la transmisión de la ley, que es totalmente distinta a la interpretación que Milei hace, donde parecería que es un verticalismo absoluto.
Por eso él apela a la figura divina y a toda la mitología sobre que es un iluminado, pero eso con el judaísmo no tiene nada que ver, es una caricatura y una transformación a conveniencia.
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Hay que prestar atención a por qué adopta ese discurso y se pone en ese lugar. Es algo para pensar y hasta para desconfiar.
VF JL
