En una decisión que podría ser histórica, y en el tiempo extra de las negociaciones, los gobiernos de casi 200 países acordaron anoche en la cumbre climática de Dubai el abandono progresivo del petróleo y el gas, principales responsables del calentamiento global que está produciendo fenómenos climáticos cada vez más extremos, y crisis ambientales y sociales cada vez más severas.
El texto final de la COP28 pide a las naciones abandonarlos rápidamente, pero de forma “justa y ordenada”, en un movimiento que incluya triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030. “Es un cambio de paradigma que tiene el potencial de redefinir nuestras economías”, anunció la presidencia del encuentro desarrollado en los Emiratos Árabes.
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Aunque el resultado no contentó a los activistas climáticos que se habían ilusionado con el anuncio del abandono definitivo de los combustibles fósiles, las negociaciones febriles derivaron en un resultado que parecía impensado durante las horas previas.
Los desacuerdos entre las naciones petroleras y el resto de los países se habían trabado en la cuestión más delicada que viene atravesando las cumbres de los últimos años. Un borrador difundido el lunes proponía la reducción “voluntaria” de la producción y el consumo de gas, petróleo y carbón. Esa línea, defendida por Arabia Saudita y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), no satisfizo a la Unión Europea. “Una gran mayoría de países queremos algo más ambicioso”, había advertido el comisionado del clima del Viejo Continente, Wopke Hoekstra.
Los delegados de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá y las naciones-estado amenazadas por la suba del nivel del mar sugirieron que el gobierno de Riad había presionado al sultán Ahmed Al Jaber, ministro de Industria y jefe de la petrolera estatal emiratí, para correr del foco del texto final la cuestión de los combustibles fósiles, al mencionar medidas que los países “podrían” tomar para limitar el calentamiento global, como abandonar las subvenciones a las fuentes energéticas tradicionales cuando no sirvieran para “combatir la pobreza energética”.
El rechazo occidental fue casi unánime. Para Vida Silvestre, la propuesta de los anfitriones resultaba “desastrosa”. En nombre de todos los países insulares, el gobierno de Islas Marshall advirtió que “no vinimos acá a firmar nuestra sentencia de muerte”. El ex vicepresidente de EEUU, Al Gore, había ido aún más allá, al plantear que “este borrador servil parece dictado por la OPEP palabra por palabra. Es de los petroestados, realizado por los petroestados y para los petroestados”.
De hecho, los 2.400 representantes de la industria de combustibles fósiles inscriptos para la COP28 habían cuadruplicado a los del año pasado, superando incluso a los delegados de los 10 países más vulnerables al clima juntos. Hasta anoche, todo apuntaba a que el lobby había dado sus frutos. Ahora, en cambio, la cumbre de Dubai podría ser recordada como aquella en la que todo empezó a cambiar.
