MODO FONTEVECCHIA
Memoria urbana

Entre el río y las barrancas: historias de la Buenos Aires secreta

Leonel Contreras y Víctor Coviello, autores del libro Buenos Aires tiene barrio, develan detalles poco conocidos de la planificación y la naturaleza porteñas.

Buenos Aires tiene barrio
Buenos Aires tiene barrio | Perfil

¿Por qué Buenos Aires le dio la espalda al río? ¿Pudo haber sido, como La Plata, una ciudad de diagonales? ¿Qué es y dónde queda el Templo de la Fortuna Viril? De esos interrogantes hablan Leonel Contreras y Víctor Coviello, autores del flamante Buenos Aires tiene barrio (Planeta), una exploración de las historias, anécdotas y leyendas de “La Reina del Plata”.

¿Cómo fue creciendo la ciudad tras su fundación?

Leonel Contreras (LC): De manera espontánea, sin más planificación que el desarrollo de la cuadrícula establecida por [Juan de] Garay según las ordenanzas de población de [el rey] Felipe II de 1573. Lo hizo especialmente hacia el oeste, ya que hacia otros puntos la limitaban el río y los arroyos de Granados y de Matorras.

¿Hubo algún momento de planificación urbanística?

LC: La Generación del 80 planificó una serie de avenidas y diagonales a la manera de La Plata y, en tiempos de la intendencia de Carlos Noel (década de 1920) se presentó un Proyecto Orgánico para la urbanización del municipio, que preveía la creación de 55 parques y paseos públicos unidos mediante diagonales, la demolición del Cabildo, el embellecimiento de la zona sur y la reconquista del río, abriendo una gran explanada desde el Parque Colón hasta la Costanera.

En la década de 1930 el célebre arquitecto suizo Le Corbusier presentó un Plan Director para Buenos Aires, que elaboró con los arquitectos argentinos Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, donde propuso entre otras cosas, una “Ciudad de Negocios” a la altura de Puerto Madero que debía rematar en cinco grandes rascacielos construidos directamente sobre el Río de la Plata.

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¿Cómo resumirían la relación de los porteños con el río y el Arroyo Maldonado?

Víctor Coviello (VC): Siempre fue bastante esquiva. La contaminación -nacida ya en tiempos de la colonia, cuando las lavanderas lavaban la ropa sucia- terminó siendo la excusa perfecta de los gobernantes para romper esa relación. Otro tanto hicieron los intereses británicos, que a la hora de construir el puerto, se impusieron por sobre la propuesta de (el ingeniero civil Luis) Huergo de construir uno con forma de peine y centro en la desembocadura del Riachuelo. 

Finalmente se decidió construir Puerto Madero al este de la Plaza de Mayo, que fue funcional a las empresas ferroviarias e hizo que la zona céntrica de la ciudad le diera la espalda al río. Con respecto al arroyo Maldonado, que alguna vez partió a la Capital Federal en dos, la historia podría haber sido distinta, ya que se pensó en canalizarlo y hacerlo navegable. No obstante, se impuso la opción del entubado.

La ciudad no es una planicie, ¿no?

VC: Oscila entre los 14 y los 38 metros de altura sobre el nivel del mar, y originalmente su geografía estaba atravesada por muchos arroyos. En lo que alguna vez fue el límite del bañado del Riachuelo todavía se ven ondulaciones pronunciadas (por ejemplo, en Avenida Directorio a la altura de Floresta) y desde ya, sobresale la barranca que marca que alguna vez el Río de la Plata llegó hasta allí (desde Parque Lezama por Paseo Colón, Leandro N. Alem, Las Heras y Luis María Campos).

¿Cuántos zoos tuvo Buenos Aires?

LC: El primer “Jardín de Fieras” nació en tiempos de (Juan Manuel de) Rosas en el entorno de su quinta Palermo de San Benito (en las actuales avenidas Del Libertador y Sarmiento). Se armó con avestruces, zorros y vizcachas que enviaban al Restaurador, e incluso un oso confiscado a un gitano. Más tarde, el Jardín Zoológico de Palermo (de 1888) tuvo dos anexos planificados por su director Clemente Onelli: uno en el Parque Saavedra y otro en Parque Patricios, el Jardín Zoológico del Sud. Las construcciones provisorias de este último se concluyeron en 1914, en el perímetro de Almafuerte, Caseros, Pepirí y Uspallata. Cerró en la década de 1930, pero dos de ellas aún persisten: el Templo de la Fortuna Viril, destinado primitivamente a confitería, y el Ara de Júpiter, dentro del Polideportivo Patricios.

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Además de las epidemias de fiebre amarilla (entre 1852 y 1871), ¿reconocen otros hitos en la historia de la salud porteña?

LC: Fue clave la creación del Real Tribunal del Protomedicato en tiempos del virreinato de (Juan José de) Vértiz (1780). Mucho antes de la fundación de la Universidad de Buenos Aires, era la institución que se encargaba de la salud pública y la formación de médicos. Antes de esto, Buenos Aires dependía del Tribunal del Protomedicato que funcionaba en Lima, capital del Virreinato del Perú, y tenía serias deficiencias en los Hospitales de Hombres, de Mujeres y de la Convalecencia. En la historia de la salud pública porteña hubo un antes y un después de la creación de este Tribunal dirigido por el irlandés Miguel O’Gorman.

¿Hay algún gran parque público que haya tenido una gran vida social y hoy esté olvidado?

VC: El Paseo de la Alameda, que existía en lo que hoy es Alem, fue el primer paseo público porteño con una gran vida social. Hoy no queda nada; sólo la Plaza Roma (entre Tucumán y Lavalle) como un último vestigio.

CB PAR