La industria satelital nacional continúa en su carrera acelerada y sin límites. En ese marco, un grupo de científicos investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) crearon las primeras celdas solares a escala de laboratorio. Se trata de un proyecto para fabricar uno de los componentes tecnológicos que es clave para el desarrollo de la industria satelital argentina. La importancia radica principalmente, en la posibilidad que se abre para poder reemplazar en corto tiempo las celdas que ingresan importadas al país.
La realidad es que, con este gran avance, ya se dispone de un prototipo y con base en ese modelo los especialistas se enfocarán ahora en mejorar la eficiencia para luego comenzar a proyectar sobre seguro cual es el potencial para la producción en serie de las celdas.
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¿A meses de la producción en serie?
Por primera vez, se desarrolló una celda solar nacional en las instalaciones del Centro Atómico Constituyentes (CAC), ubicado en el partido de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, lo que representa un gran hito en la historia científica del país.
¿Cuál es la importancia clave de esta creación? Partiendo de saber que, el sol es la única fuente de energía que abastece a los satélites espaciales para poner en funcionamiento todo su instrumental, el rol clave que cumplen los paneles solares que se colocan en las naves es precisamente captar esa energía y convertirla en electricidad. Es decir, que los satélites artificiales dependen de la ayuda de los paneles solares que en el espacio tienen la importante función de generar energía eléctrica.
A su vez, para el correcto funcionamiento deben reunir ciertas características: estabilidad en el tiempo y resistencia a la radiación, para superar de modo intacto toda la misión. Para armar un panel solar, se interconectan las distintas celdas solares entre sí y así circula la corriente que alimenta los distintos instrumentos que llevan los satélites.
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Cabe señalar, que en Argentina, la CNEA es la única encargada de fabricar satélites, y desde ahora también podría fabricar en serie las celdas solares que los abastecen de energía, un rol clave para dispositivos tan diminutos que apenas miden un centímetro cuadrado.
Concretamente, en Argentina la CNEA fabrica paneles solares de uso espacial desde 1995, la particularidad es que siempre se usaron celdas comerciales importadas. De hecho la CNEA realiza la integración eléctrica de los paneles que se usan en los satélites de fabricación nacional, entre ellos, los SAC-A y SAC-D/Aquarius, los SAOCOM 1A y 1B, y el SABIA-Mar, que será lanzado en 2024.
Sin embargo, con este nuevo gran paso los investigadores del Departamento de Energía Solar (DES) de la CNEA, desarrollaron la primera celda solar espacial de fabricación totalmente nacional. Con este avance, según los especialistas, sería cuestión de meses para buscar mejorar la eficiencia y optimizar el proceso de fabricación en serie del que por ahora es un prototipo funcional base logrado a escala de laboratorio.
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Conocer los dispositivos en detalle
Los investigadores que trabajan en conjunto, especialistas del CNEA y el CONICET, destacan que, desde el punto de vista de la investigación, desarrollar estos dispositivos “permite saber exactamente qué tenemos, conocemos todos sus secretos, cosa que no pasa con uno comprado”. Y, desde el punto de vista de la tecnología, es importante para el país porque este tipo de celdas pueden ir a bordo de satélites nacionales, lo cual “le da a la Argentina una mayor independencia económica al poder fabricar sus propios paneles”.
“Además de la ventaja económica que seguramente vamos a tener por hacerlas acá, lo más importante es que podremos saber exactamente cómo están hechas”, señalan los investigadores.
Un punto a destacar es que las celdas solares espaciales se diferencias de las celdas solares convencionales precisamente en que requieren mayor eficiencia y resistencia al daño por radiación. Poder lograr esa eficiencia en la superficie menor posible es el gran desafío, por los altos costos de un lanzamiento que dependen en gran medida del peso del satélite.
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De este modo, los investigadores hacen foco en que, en poco tiempo podría adaptar estas celdas solares a satélites de distintos tamaños. Además, se busca alcanzar la fabricación en serie e integrar paneles para uso espacial o terrestre, siempre dependiendo de “los recursos económicos y humanos” con los que puedan contar. Sin embargo, estiman “tener la celda solar a nivel laboratorio optimizada y con buena performance dentro de seis meses o un año, para luego comenzar las pruebas en satélites”.
ADP JL