En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (AM 1190), el abogado tributarista Martín Caranta, analizó los puntos urgentes que debería abordar la reforma tributaria, como la reducción de cargas que restan competitividad al sector productivo y la necesidad de simplificar la estructura impositiva y burocrática. “Hay provincias que deben a los contribuyentes medio año de tributación”, sostuvo.
Martín Caranta es un reconocido tributarista y contador público de la Universidad de Buenos Aires. Es socio del estudio Lisicki Litvin & Abelovich, en el que se desempeña como director del Departamento de Impuestos de la reconocida consultora en temas impositivos, auditoría y servicios legales. Es docente, expositor en seminarios y congresos, y autor de numerosos artículos y libros sobre temas tributarios.
¿Qué expectativa tiene respecto de la reforma tributaria? ¿Cree que va a ser aprobada? ¿Cree que va a ser beneficiosa?
La expectativa de la reforma tributaria pasa por dos puntos. Lo primero tiene que ver con atender cuestiones urgentes, y lo segundo tiene que ver con atender algo un poco más profundo, pero no por eso menos necesario. En lo que respecta a lo urgente, hace unos días el país ratificó el modelo de conducción, el modelo económico que ofrece el oficialismo. También lo hemos visto en los mercados, que tuvieron bastante euforia luego del resultado de las elecciones, con los papeles argentinos y los negocios argentinos. Entonces, lo que falta es darle a los empresarios argentinos una mejora en la competitividad.
En la parte fiscal, lo urgente sería permitir a los empresarios argentinos competir con mayor igualdad respecto a otros países que también compiten con el mundo. Hace unos días vimos un video muy difundido en redes de un empresario argentino al lado de un empresario paraguayo, donde la situación impositiva que se planteaba era totalmente diferente. Entonces, entiendo yo que en lo urgente la reforma lo que debería hacer es quitar de la lista de impuestos aquellos que hoy afectan a los argentinos para competir en el mundo.
Dentro de lo nacional, tenemos los derechos de exportación, el impuesto a los débitos y créditos bancarios. Uno podría decir que el impuesto a los débitos y créditos bancarios no es muy significativo. Lo que pasa es que, en productos o en actividades de poco margen, el 1,2% es alto. Y hay que tener también presente que el 1,2% afecta todas las etapas de la cadena productiva: desde la etapa industrial, mayorista, distribución, hasta llegar a la exportación. Y se exporta ese sobrecosto impositivo.
Ustedes saben que el IVA no se exporta, porque el exportador puede recuperarlo. El problema que tenemos con este impuesto de los débitos y créditos bancarios es que sí se exporta. También, a nivel provincial, tenemos un tema muy importante con lo que podríamos llamar el peor de los impuestos: el impuesto sobre los ingresos brutos. Este es un impuesto que está con algunas distorsiones desde hace unos 10 años, más bien con algunas desbocadas.
El impuesto a los Ingresos Brutos, en la década de 1990, después del pacto fiscal, supo tener la exención en la actividad industrial y primaria, una alícuota del 1% al 2% en la actividad mayorista, y una alícuota del 3% en la actividad minorista. Hoy, en la actividad minorista, este impuesto está cerca del 5,56%, y también tiene todos esos efectos económicos de efecto acumulativo. Además, este impuesto genera saldos a favor.
Hay empresas que tienen una situación de sistemática acumulación de saldos a favor, donde, a diferencia de lo más natural, que es que el contribuyente le deba los impuestos al fisco, las provincias le deben a los contribuyentes. Algunas provincias deben, en promedio, a los contribuyentes entre 18 y 24 meses de recaudación; otras deben medio año, seis meses. Y esto, hace unos días, se difundió en la prensa respecto del caso de una yerbatera, donde la provincia de Misiones le debía, según los cálculos realizados, 307 años de impuestos. Es decir, la empresa tenía un saldo a favor que, según las proyecciones, era para pagar 307 años de impuestos.
Y después lo que tenemos es el ámbito municipal. El ámbito municipal es algo que ya viene desde hace un tiempo, pero este año y el año anterior lo vemos mayormente con impuestos disfrazados de tasas. Las tasas deberían ser la contraprestación de un servicio que ofrece el municipio a quienes ejercen la actividad económica, y la mayoría de las veces se cobran sin ningún tipo de contemplación respecto de cuál es la actividad que el municipio le presta a los contribuyentes, como si tampoco tuvieran en cuenta el costo que tiene la municipalidad para prestar ese supuesto servicio a los contribuyentes. Y esto también le quita a los empresarios argentinos competitividad.
Me preguntabas si pienso que esto se va a aprobar. Sí, yo entiendo que es necesario. Seguramente el Poder Ejecutivo esté trabajando en un proyecto y lo difundirá al Congreso. Yo calculo que en los próximos días, o seguramente en estas sesiones extraordinarias, como suele suceder últimamente. Y si el Congreso quiere lo mejor para el país, se supone que eso debería ser para que los argentinos mejoren un poco su trabajo y su apertura al mundo.
Esto también es una herramienta para mejorar la microeconomía, porque muchos economistas le critican al Gobierno que ha trabajado en mejorar los números de la macro, pero que todavía en la microeconomía falta. Creo que para mejorar la microeconomía una de las cosas que faltan es quitarle el peso a los empresarios argentinos, a los contribuyentes, en este caso en lo que respecta a impuestos.
Hay dos elementos cruciales. Uno es cómo hace un Estado para mantener el superávit si baja los impuestos. La lógica sería que aumente la actividad, de manera que, con un porcentaje menor, se tenga la misma cantidad de recursos. Tenemos un país que tiene el segundo trimestre de recesión. ¿Cómo se hace para alentar la productividad o el aumento de la producción y, al mismo tiempo, mantener el superávit fiscal?
Esto se hace con un sistema fiscal que incentive la economía. Sabemos que la economía argentina, a partir de varios factores, ha ido del formalismo hacia el informalismo. Porque, justamente, el que estaba en lo formal tenía todos los impuestos, la AFIP encima, y saldos a favor en Ingresos Brutos. Yo creo que hay que trabajar en un sistema fiscal que le genere incentivos al empresario, tanto a los emprendedores como a las grandes empresas, para estar dentro de la ley y que no les genere problemas, no les genere saldos a favor, no les genere problemas en la contratación de sus empleados, no les genere costos que les impidan competir.
Hay algo importante que quiero mencionar, y tiene que ver con la simplificación normativa y con desburocratizar la vida económica de los empresarios y de los emprendedores. No solamente tiene que ver con los impuestos, sino también con la burocracia. Y también, a través de la agencia de recaudación hay que trabajar en lo que sería presencia en la calle o percepción de riesgo. Entiendo yo que los empresarios, los contribuyentes, tienen que saber que la ley está para cumplirla. Y una buena ley genera obligación, genera mayor facilidad de cumplimiento.
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