El flamante director general del Teatro Colón, Jorge Telerman, habló con Jorge Fontevecchia por Radio Perfil y explicó su proyecto para atraer a más público al primer coliseo porteño, subrayando también que no estará disponible para cualquier manifestación artística.
JF: Usted dijo en una reciente entrevista que "el Colón es para todos, pero no para todo". ¿Podrías profundizar sobre esta cita?
JT: El Colón, además de ser un espacio maravilloso, es un espacio público y es de la comunidad. Dejando de lado cierto prejuicio que hace que alguna gente crea que no tiene las condiciones para venir, ya sea económicas o incluso de vestimenta, es un lugar que tiene que ser para todos y cada vez más amplio e inclusivo, cautivando nuevos públicos y llamando a sectores creativos para innovar y experimentar. Eso es para todos, pero no para todo. Es decir, lo que sucede en el escenario del Teatro Colón, por las características que tiene, por sus tradiciones y capacidades, no es para cualquier manifestación artística. Pero eso no es tener una mirada conservadora, porque los ejes que ofrece el Colón pueden abrirse a otras expresiones.
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JF: Hay una crítica en eso que estás diciendo. Porque al decir que "no es para todo", implica una crítica, y esto se relaciona con la renuncia de Paloma Herrera a la dirección nacional de Ballet, y la posibilidad de administrar un teatro como el Colón con criterios más políticos que artísticos.
JT: Sin duda, el gran desafío de estas instituciones, que son concepciones del siglo XIX pero tienen que estar destinadas al público del siglo XXI, son complejas. Entonces, el Colón y gran parte de nuestra producción cultural son para sacar pecho, y nos enfrentamos al desafío de renovar públicos. Pero eso no es abrirse a cualquier cosa que pueda suceder en otro lugar. Ganás nuevos públicos cuando ofrecés las maravillas que solo se pueden hacer acá, vienen maravillados y generan conciencia que es de todos, se sostiene con los recursos de los contribuyentes, de hace muchas generaciones y a eso también hay que honrar. Por otra parte, ante un caso que tomó estado público como el de Paloma Herrera, ese es el problema de las jubilaciones, y fue la primera instrucción que recibí y la primera situación a la que me aboqué, porque efectivamente se dieron dos situaciones incompatibles: por un lado, una ley de jubilación para toda la población que nos permite jubilarnos cuando tenemos 30 años de aportes y 65 años. Pero, por otro lado, un bailarín no puede seguir en actividad hasta esa edad. Entonces, estoy abocado a ese reclamo, que es más que comprensible y que la opinión pública lo entiende con facilidad, y sobre eso estamos trabajando.