La inestabilidad política, no así la económica, forma parte del ADN de los peruanos, curtidos de escándalos de corrupción y rencillas políticas. Todo es posible, hasta la eventual renuncia del presidente Pedro Castillo. Uno más después de cinco años, lo que dura el mandato, con cuatro presidentes durante ese período y tres renovaciones precipitadas de legisladores. Ni el primer ministro, Aníbal Torres, descarta esa posibilidad.
Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino y Francisco Sagasti se sucedieron en el Palacio Pizzurno antes de que Pedro Castillo, un desconocido para los limeños con más antecedentes sindicales que políticos, le birlara a Keiko Fujimori la oportunidad de reivindicar la honra familiar, descascarada por su padre preso.
Saqueos de comercios, choques con la policía y atentados contra edificios públicos marcan ahora los días de Castillo, así como su improvisado toque de queda para Lima y su vecina portuaria Callao. Otra muerte, la sexta desde que comenzaron las protestas por el alza de los combustibles, los alimentos y los fertilizantes, selló la renovada asonada.
Para este jueves, la Confederación General de Trabajadores (CGTP) y el Sindicato Unitario de Trabajadores Docentes del Perú (Sutep), del cual proviene Castillo, anuncian movilizaciones masivas en todo el país.
¿Por qué arde Perú?, por Jorge Fontevecchia
Legisladores del opositor partido Acción Popular del ex presidente Fernando Belaúnde Terry iniciaron la recolección de firmas para interpelar al primer ministro Torres. A él lo hacen responsable del desatinado e inconstitucional toque de queda que Castillo impuso el martes de un momento a otro, causando miedo, incertidumbre y ansiedad entre los ciudadanos de Lima y Callao.
Castillo le renovó la confianza, más allá de que Torres -su cuarto primer ministro desde que asumió la presidencia- deslizó la posibilidad de la dimisión de Castillo, sometido dos veces a mociones de vacancia en el Congreso. De dimitir, o ser depuesto, la vicepresidenta Dina Boluarte debería ocupar su lugar, pero ella dejó entrever que, en ese caso, también renunciaría. Otro aporte a la crónica inestabilidad del Perú.