MODO FONTEVECCHIA
NUEVAS COMUNICACIONES

La rebelión de Martín Kohan en defensa del teléfono, de la tradición oral y de la palabra plena

El reconocido escritor analizó cómo se vinculan las nuevas formas de interacción con la coyuntura actual, y la ansiedad que genera la respuesta del otro. "Hay una cautela exacerbada que se combina con el aumento enorme de la circulación de discursos de agresión", subrayó.

Martín Kohan
Martín Kohan | Captura de Youtube

Martín Kohan, autor del nuevo libro ¿Hola? Un réquiem para el teléfono, teorizó al respecto de la nueva era comunicacional y el poder de impregnación de la voz. "La comunicación basada en la voz, sin mirada del otro, tiene que ver con la intimidad y confianza. Eso es lo propio del teléfono", expresó en Modo Fontevecchia (Net TV y Radio Perfil FM 101.9).

¿El teléfono se puso viejo y ya no sirve para nada?

Está cayendo en desuso, pero al mismo tiempo lo tenemos presente y al alcance de la mano permanentemente. El nombre del teléfono no cambió, pero tiene múltiples usos, aunque no el del teléfono propiamente dicho.

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Hoy la comunicación se puede decir que es audiovisual, porque incluso están las videollamadas. Pero cuando uno habla de semiótica puede ser de la voz, de la palabra escrita y la audiovisual. Y cada una tiene su propia lógica. ¿Qué cambia en cada una de ellas?

Se trata de eso, hay lógicas específicas. La del teléfono es muy concreta. Lo propio de la escritura es la distancia, la ausencia del interlocutor. Y hay algo en el teléfono y en la posibilidad de mantener esa ausencia y a la vez crear un proximidad subrayada en la voz. El cuerpo lejos, pero la voz cerca. 

Hay algo en común en la conversación telefónica, en la escena de la confesión religiosa y en la situación psicoanalítica en el diván. Es la comunicación basada en la voz, sin mirada del otro, que tiene que ver con la intimidad y confianza. Eso es lo propio del teléfono, y no en videollamadas ni en el envío de textos escritos. 

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Es lo que descubrió Freud, que el psicoanalizado actuaba de distintas maneras, dependiendo si veía la cara de su psicoanalista o no. Lo mismo pasaría con la videollamada.

Exactamente. Hay veces donde se reconocen ciertos modos de comunicación que son necesarios cara a cara. Cuando uno dice "este no es para hablar por teléfono, encontrémonos". O al revés.

El WhatsApp parece una prolongación de la comunicación telefónica y no lo es. Nos sentimos, al mismo tiempo, solos y con el otro. El hecho de que lo estemos llevando con inercia todo esto me llama la atención, parece que ocurre demasiado natural.

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En semiótica de los medios de comunicación se dice que es la voz la que tiene más pregnancia, por eso la radio genera ese poder de identificación. Eso es porque la voz es el único sistema de comunicación que te toca con sus vibraciones, mientras que la imagen no produce lo mismo. También pasa con la música. ¿Coincidís?

Exactamente. Vamos a la idea de “te toca”, es decir, esa tangibilidad es física y tiene la condición de materialidad pero, de manera simultánea, se ha desprendido del cuerpo y ya no tiene su materialidad.

Está en un borde entre lo corpóreo y lo incorpóreo. Todas las escenas de transmisión oral tienen que ver con la cercanía de los cuerpos, están en el mismo lugar. Ahora bien, el teléfono y la radio preservan ese carácter tangible de la voz, combinada con la ausencia. Hay nuevas formas de apego y de compenetración, es único.

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Yendo a las cosas que son para hablar por teléfono y las que no, ¿escribir mensajes marca una mayor distancia?¿Es por eso que vos no usás WhatsApp?

No uso WhatsApp porque mi trabajo me implica no estar conectado a Internet. Tengo que lograr el mayor grado posible de concentración de lectura.

Lo que me llama la atención es cómo WhatsApp empezó a prevalecer con tanta rapidez. Hay que recordar que, cuando apareció el contestador automático integrado al teléfono, estaba muy claro que no se estaba conectado con el otro. Hoy en día es la forma de comunicación predominante.

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Tal vez tenga que ver con cierto clima de época en donde se le habla al otro cuando no puede contestar. En las redes pasa algo parecido. Hay una diferencia entre hablar con otro (que es lo que hacía el teléfono) y hablarle al otro, que no está ahí. Lo más llamativo es que esto tiende a pasar por alto.

Quizá lo que puede aparecer es un miedo a la respuesta del otro. De hecho, a los centennials y millennials les genera ansiedad hablar por teléfono y prefieren enviar mensajes.

Me parece un signo de época al respecto de lo que sucede con la interacción con el otro. Es una combinación extraña: por un lado está esa especie de hipersensibilidad, donde la presencia del otro me perturba.

Hay una visión de que es invasivo llamar al otro por teléfono. De hecho, es por este motivo que la gente avisa antes que va a llamar. Y esa cautela exacerbada se combina con el aumento enorme de la circulación de discursos de agresión.

AO JL