La multitudinaria protesta en contra de la reforma electoral parece no ser relevante para el presidente mexicano, ya que su respuesta fue redoblar la apuesta.
Manuel López Obrador trató a los manifestantes de conservadores, antidemocráticos y delincuentes de cuello blanco mientras insiste en quitarle atributos al órgano que regula los comicios, el Instituto Nacional Electoral (INE), al que considera un gasto innecesario.
La protesta apuntó contra la reforma de un paquete de leyes que aprobó la semana pasada la mayoría oficialista del Congreso con el apoyo de sus fuerzas aliadas.
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López Obrador señaló entre los promotores de la protesta a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública declarado culpable en Estados Unidos de aceptar sobornos para proteger a cárteles del narcotráfico.
La reforma electoral, que entrará en vigor cuando se publique en el Diario Oficial de la Federación, reducirá la estructura y personal del INE y limitará sus facultades de supervisión y de sanción de los partidos y candidatos que no informen sobre los gastos de campaña.
El INE, según López Obrador, gasta mucho dinero y sus directivos tienen altos salarios que deberían invertirse en los pobres.
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Las elecciones mexicanas son costosas, en parte, porque casi todo el financiamiento legal de campaña, por ley, es suministrado por el gobierno.
López Obrador mantiene un respaldo popular que ronda 60%, según las principales encuestadoras locales. Si bien no puede postularse a la reelección, su partido, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), es el favorito para los comicios generales del próximo año mientras la oposición, muy debilitada, exhibe divisiones y falta de liderazgo.
MVB JL