El economista Luis Secco declaró que el Gobierno prioriza la estabilidad macroeconómica para contener las expectativas de inflación, pero aseguró que el mercado espera una corrección cambiaria. “El mercado tiene dudas sobre la capacidad de Javier Milei de mantener el apoyo popular y llevar adelante su agenda de reformas”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Luis Secco es economista, director de la consultora Perspectivas Económicas y editor del newsletter homónimo. Fue asesor económico de la presidencia de Fernando de la Rúa y director general de Análisis Estratégico de la Secretaría de Inteligencia del Estado. Desde 1988 es profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata. También columnista invitado del diario Perfil.
La construcción sigue sin despegar por el aumento de costos en dólares y falta de obra pública
Ayer dijiste que el problema es que la balanza comercial y la cuenta corriente de balanza de pagos, que son fondos genuinos que vienen del avance entre exportaciones e importaciones, básicamente están en cero. Me gustaría que pudieras compartir esta idea con nuestra audiencia.
Cada vez que un gobierno o una autoridad económica impulsa una política, revela información. Y todo lo que estamos viendo últimamente es que el Gobierno está buscando fuentes alternativas de dólares. Primero fue el entendimiento con el Fondo y después vino el famoso plan colchón. Luego, estos dólares que provinieron de colocaciones en el mercado internacional en pesos y el repo que se hizo con los bancos. Están buscando fuentes alternativas porque la fuente más genuina, que es la que proviene de los flujos de ingresos y egresos y refleja la cuenta corriente del balance de pagos, es estrictamente negativa. Y es negativa desde junio del año pasado.
La cuenta comercial importaciones menos importaciones de bienes todavía da levemente positiva, muy cerca de cero. Pero la cuenta corriente, que suma los flujos de servicios, como los pagos de tarjeta en el exterior y los consumos de argentinos en el exterior, es estrictamente negativa, fuertemente negativa. Estamos hablando de un promedio de 1.000 millones de dólares por mes desde junio del año pasado. Eso es lo que está afectando hoy la confianza del mercado, porque es indudable que hay un ordenamiento fiscal y monetario, pero los tenedores de deuda en dólares se preguntan si van a estar esos dólares y el Gobierno dice: "Sí, acá están, me estoy endeudando". Es como un círculo vicioso: más deuda para pagar deuda y no hay generación de dólares genuina. Eso es lo que más preocupa.
¿Cómo concluye eso?
La pregunta que hay que hacerse es por qué pasa. Yo diría que todos los reflectores van hacia el nivel del tipo de cambio porque tenemos un nivel de tipo de cambio inadecuado para generar los dólares que esta economía necesita. En general, lo que sucede es que el Gobierno tiene un punto cuando dice que una economía desregulada, competitiva, abierta al mundo, con un Estado chico, que cobra pocos impuestos y que es eficiente en la provisión de bienes públicos, puede tener una moneda fuerte. En eso estamos todos los economistas de acuerdo y hay evidencia empírica por todos lados. El punto es que Argentina no llegó todavía a esa instancia. Argentina no es esa economía.
Un peso fuerte, una moneda fuerte y un dólar barato como hoy tiene Argentina puede ser un punto de llegada, pero difícilmente pueda ser el punto de partida. Entonces el foco se pone ahí. Está esa sensación de que, en algún momento, va a haber que corregir el nivel del tipo de cambio. Entonces el Gobierno dice que ahora flota y es el mercado el que lo quiere ahí. Uno sabe que hay un montón de regulaciones e intervenciones indirectas de parte del Gobierno, como el cepo a las empresas. Las empresas en Argentina tienen un montón de trabas todavía para operar en el mercado financiero cambiario. Me parece que ahí está claro que no es que el mercado pone el precio al dólar.
Sobre la discusión clásica, que nadie está en condiciones de decir cuál es el precio de equilibrio y solo el mercado está en condiciones de decir cuál es, hay distintas perspectivas. Por un lado, el dólar de equilibrio sería aquel que te asegura que todo lo que vos vendés alcanza para todo lo que vos comprás, o todo lo que vos pagás alcanza para todo lo que vos recibís. En ese caso, no estaríamos en equilibrio, porque tenemos 1.000 millones de balanza comercial final negativa. El otro dólar de equilibrio es que puede haber un dólar barato. La pregunta es si después es de equilibrio socialmente porque genera empleo. Si hay un déficit continuado en esa cuenta corriente, no está en equilibrio el precio del dólar.
Nos estamos metiendo en una de las grandes discusiones de la economía respecto al nivel del tipo de cambio que es qué se entiende por un nivel adecuado de tipo de cambio. En general uno se pregunta a qué tiene que apuntar el tipo de cambio y qué es lo que tiene que surgir después de determinado nivel. Como dijiste vos, tiene que surgir el equilibrio externo, que es que no haya un déficit de cuenta corriente permanente, que en algún momento haya que corregir. Lo que está detrás de un déficit de cuenta corriente estructural o persistente, es más deuda. Nos vamos a estar endeudando. Otro objetivo para el tipo de cambio debería ser un nivel de actividad económica razonable. Es decir, que los exportadores puedan exportar, y los que tienen que sustituir importaciones no tengan problemas de enfrentar una competencia muy agresiva, simplemente por un nivel inadecuado del tipo de cambio.
Tenemos objetivo externo, objetivo nivel de actividad interno y el Gobierno le suma, como pasa en muchas economías emergentes, otro objetivo fundamental, que es la estabilidad macro. Es esta famosa idea de usar el tipo de cambio como ancla nominal, para tratar de contener las expectativas de inflación y los precios. Me parece que todo el énfasis del Gobierno está en este último objetivo. Está en tener un nivel de tipo de cambio adecuado a su objetivo antiinflacionario, sin importar si es inadecuado al objetivo de acumulación de divisas, y sin importar si es inadecuado al objetivo de mantener un nivel de actividad económica razonable interno.
¿Cuánto dura esta elección? Bueno, es privativa del Gobierno. Ahí nos podemos meter poco. Yo temino muchas notas con una frase, que es una adaptación de Ortega y Gasset, que es: “Mientras tanto, la macro urde su venganza”. El Gobierno dice que eligió eso, pero no pueden descuidar los otros objetivos económicos o de la política económica. Ahí empezás a darte cuenta que un solo instrumento para tantos objetivos no funciona. El primer Nobel de Economía lo ganó un economista que dijo: “Para cada objetivo, un instrumento”. Esa era la forma de resolver el sistema de ecuaciones. Y me parece que acá pasa lo mismo. El Gobierno le pide demasiado al tipo de cambio y se descuidan algunos objetivos que, tarde o temprano, urden su venganza. En algún momento habrá que atenderlos. Eso es un poco lo que el mercado espera, a pesar de la salida del cepo relativa, o a pesar de las bandas de flotación, porque esperan alguna corrección al mercado cambiario en el futuro.
Se acaban las liquidaciones del campo y crecen las dudas: ¿subirá el dólar?
Déjame ir a la frase de Ortega y Gasset de “mientras tanto, urde su venganza”. Cristina apela a eso. Ella dice que, mientras tanto, se van a crear las condiciones para que la economía de Milei tenga fecha de vencimiento como el yogur. Carlos Burgueño decía que en realidad el kirchnerismo no está diciendo que va a pasar algo como la salida de la tablita de Martínez de Hoz, la crisis de 1989 o la del 2002, sino algo parecido a lo que fue Chile en 2019. Aunque no haya un colapso económico, la pérdida de capacidad de consumo va a hacer que la gente proteste. ¿Cuál es ese caldo de cultivo que se está creando para urdir la venganza?
Me parece que Carlos tiene una visión correcta, y vos estás uniendo los puntos de una manera muy inteligente. Lo que ven mis clientes, y lo que veo yo cuando dialogo con ellos, es la posibilidad del péndulo. Lo que asusta es el péndulo en términos políticos. Esa es la idea de que nos fuimos muy hacia la ortodoxia y hacia el liberalismo, hacia la derecha, y en algún momento ese péndulo va a pegar la vuelta hacia la izquierda. La gran duda es si eso va a hacer que cambien las reglas de juego económicas de vuelta. Yo tampoco veo nada muy disruptivo, como una crisis al estilo del 2001 y el 2002, que es la que está más clara en nuestra memoria. Pero sí creo que va a haber que hacer algunas correcciones macro.
Fijate todo lo que hace el Gobierno todo el tiempo para cambiar las expectativas, para convencernos de que esta vez sí es diferente y de que este modelo llegó para quedarse. Sin embargo, siempre hay una duda dando vuelta. Puede ser política electoral, como ahora con la unificación del peronismo tras la figura de Cristina Kirchner no candidata, pero siempre hay alguna duda dando vuelta. El mercado tiene dudas sobre la capacidad de Javier Milei de mantener el apoyo popular y llevar adelante su agenda de reformas. Se duda si el Presidente tiene la estructura política para llevar adelante las reformas. Ahí es donde entra el tema electoral de lleno.
Vos hablás con empresarios de Argentina y dicen: “La macro está muy bien, pero vamos a esperar”. Cuando hacés la repregunta de qué están esperando, te dicen: “Vamos a ver qué pasa con las elecciones. Necesitamos reforma laboral, tributaria, y que las provincias cobren los impuestos que corresponden”. Y vos te das cuenta que todo eso depende de una construcción política que no sé si es la que tiene el Presidente en la cabeza. La macro tiene sus tiempos, que por ahí no son los tiempos de la política del Presidente.
Imaginemos que al Gobierno le va muy bien en las elecciones, gana por una diferencia notable, consigue más diputados y demás. ¿Va a poder aprobar las leyes de todas maneras?. Y la verdad es que la duda sigue vigente. Porque si lo amarillo del Congreso cambia a violeta, pero lo violeta no gana muchos diputados nuevos, no va a ser fácil aprobar leyes. El sistema de expectativas, producto de una estrategia política presidencial, que no termina de convencer al mercado de que sea la mejor manera para llevar adelante las reformas que quedan pendientes.
En esos tiempos que se toma la política, la macro va a ir dando sus mensajes. Un mensaje clave que el Gobierno trató de atacar con este plan de remonetización de los dólares es que se planchó la actividad económica. No se rebotó rápido: de una V corta pasó a ser una raíz cuadrada. La V corta pasó a una línea bastante chata, que muestra que no hay márgenes para incrementar más el consumo, porque el ingreso disponible de la gente no crece, como marcó Burgueño.
TV/fl