Martín Alomo, vicepresidente de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Asociación de Psicólogos, analizó el discurso de Milei y su mensaje dirigido a sus seguidores. "Con la nueva grieta, a partir de 'la gente de bien' que propuso Milei, no se sabe quiénes quedan del lado del mal ni porqué". Por otro lado, en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus, explicó la diferencia entre el "que se vayan todos" del 2001 y la nueva fragmentación social.
Martín Alomo es Doctor en Psicología, Magíster en Psicoanálisis y especialista en Psicología Clínica, además Profesor en Psicología de la UBA, fue Presidente del Comité de Ética en Investigación del Hospital Moyano. Este fin de semana Martín Alomo publicó un artículo titulado “Zonceras con la motosierra encendida” en el que hace un repaso de los términos y las proposiciones actuales desde la visión que marcó Arturo Jauretche.
La advertencia de Macri: "Los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran hacer desmanes"
¿Qué punto de contacto tiene el “aluvión zoológico" con el que se mencionaba la irrupción del peronismo en 1945 con Macri hablando de “los orcos” y con Milei refiriéndose a “la gente de bien”?
Me impactó mucho escuchar al ex mandatario Mauricio Macri hablando de “los orcos” y con un tono muy despectivo, por eso escribí una nota la semana pasada. El modo que pienso esto es a propósito de esa noción planteada por Hannah Arendt a principios de los ´60, el mal radical. Esto es un mal situado en un otro que encarna todo lo maligno, como pasó con la lógica del nazismo. Ahora bien, el “aluvión zoológico" al que se refirió el radical Ernesto Sammartino aquella vez hacía alusión a la llegada de esa andanada de votos de la provincia de Buenos Aires que inclinaba la balanza en el Colegio Electoral de entonces a favor del Partido Laborista, la fuerza encabezada por Perón. Esto era una nueva forma de deshumanizar a ese nuevo actor social que aparecía con las elecciones de 1946. Por eso apostó a una connotación zoológica. En cuanto a la comparación de Macri con los orcos, ni siquiera son animales, sino monstruos construidos con barro y animados por el alma maléfica de un genio malvado, tomados de la ficción de J. R. R. Tolkien. También apareció la nueva grieta a partir de “la gente de bien” que propuso Milei y no se sabe quiénes quedan del lado del mal ni porqué y mucho menos qué suerte nos tocará. Estamos ante la reedición de una grieta con connotaciones peores.
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En el caso de Cecilia Morel, la primera dama de Chile, se había referido a “extraterrestres que habían aparecido” en la primera manifestación que tuvo el gobierno de Sebastián Piñera. ¿Es esencial esa calificación para justificar que el dolor del otro no tiene que sensibilizarse?
Hace tiempo saqué mi primer libro que trataba sobre la estructura del insulto, esa idea le dio nombre al libro. Allí reparé en un libro del judío Víctor Klemperer que contaba que en la época del primer lustro de 1920, cuando se empezaba a notar que había efervescencia en la calle, los nazis llamaban “perros” a los judíos. Es decir, un insulto con características zoológicas. De hecho, en la Biblia, el primer insulto registrado en el Antiguo Testamento era "perro", utilizado por aquellos dentro de la Tierra Santa hacia los que estaban fuera. Se refiere a la deshumanización del otro, al igual que la referencia en los evangelios donde los perros no entran al Reino de los Cielos. Esto muestra segregación, xenofobia y habla de los distintos, los "otros".
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Pero la esencia de la construcción de un otro deshumanizado es impredecible para que el dolor del otro no me afecte, De hecho, en las guerras, los generales, de un lado y del otro, no quieren que se junten ni confraternizan un pueblo con el otro porque ahí verán que son más semejantes que distintos, inhibiendo la agresión. Buscan quitarle alguna condición de prójimo. ¿Correcto?
Sí, y para que funcione mejor el axioma de que los malos son el otro. Esa cosa tan básica parece que está en la raíz de estas grietas, adquiriendo distintos modos de presentación. En la década del setenta se hablaba de que la sociedad civil argentina, acompañada por otros sectores clericales, fueron a golpear la puerta de los cuarteles.
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Recuerdo la bronca en el “que se vayan todos”, esa consigna del 2001, y que sin embargo pudo ser tolerada dentro de los marcos de la democracia. Pero lo que me llama la atención de esta coyuntura política actual es que no solamente esta especie nueva de “que se vayan todos” los que nos han decepcionado (llamada “la casta” por el presidente actual y que, paradójicamente, él pertenece), son tolerados por la democracia, sino que llega al poder por medio de los votos de la gente, y entre ellos, sorprendentemente, de clases populares. Me parece que esto es un fenómeno que merece ponerle la lupa y, seguramente, no los psicoanalistas, como es mi caso, sino los analistas políticos y los sociólogos deben estar trabajando al respecto, porque es realmente muy interesante.
AO JL
