Vladimir Putin pone todas sus fichas en la región del Donbass, Ucrania, después del repliegue de sus tropas en Kiev. Las provincias de Donetsk y Lugansk, proclamadas repúblicas populares o independientes antes de que estallara la guerra, pasaron a ser su prioridad.
En Occidente temen que Putin pueda duplicar o triplicar sus fuerzas en Donbass, limítrofe con Rusia. Esta circunstancia alienta su relato: el ejército de su país actùa en defensa de los separatistas rusos, en guerra contra el de Ucrania desde la toma de Crimea, en 2014.
La contracción del 45% del Producto Bruto Interno, como estima el Banco Mundial, lleva a Putin a renovar sus argumentos para insistir en una guerra despiadada que ha aislado a Rusia y lo ha convertido en un paria internacional.
Kiev logró defenderse con armas antitanque cedidas por Occidente. La duda es si esa ayuda puede cambiar el rumbo de la guerra o detenerla. Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, vetó la visita de su par de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ofendido por las prioridades de su país.
Steinmeier, exministro de Exteriores, admitió que durante el gobierno de Angela Merkel cometió el error de adherir al proyecto de provisión de gas Nord Stream 2 y de integrar a Rusia en la arquitectura de seguridad global. Zelenski se opuso a su visita a Kiev, como las realizadas en los últimos días por otros líderes occidentales.
