La reforma laboral que impulsa el Gobierno argentino, liderada por la diputada libertaria Romina Diez bajo el nombre de “Ley de Promoción de Inversiones y Empleo”, fue analizada por el exdirector de la ANSES, Osvaldo Giordano, en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190). A su juicio, “una cosa es decir y otra hacer una reforma laboral”, al señalar que las transformaciones profundas requieren acuerdos amplios y un compromiso real del sector.
El economista y político, Osvaldo Giordano, tiene una trayectoria en la gestión pública, especialmente en finanzas y seguridad social. Se desempeñó como ministro de Finanzas de Córdoba en la gestión de Juan Schiaretti y, en diciembre de 2023, el presidente Javier Milei lo nombró titular de la ANSES, cargo que ocupó hasta febrero de 2024. Actualmente preside el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea.
El consultor político Cristian Buttier, quien sostiene que no colapsó el proyecto de Provincias Unidas, sino que los votantes adoptan una lógica distinta según la elección: una cuando votan a nivel nacional y otra cuando lo hacen a nivel provincial. Según explicó, el votante cambia el “chip” entre lo local y lo nacional, y que el triunfo de La Libertad Avanza (LLA) sobre Schiaretti no necesariamente anticipa un retroceso del peronismo cordobés en los comicios provinciales. Me gustaría tu visión sobre si te parece plausible esta hipótesis del consultor.
Coincido plenamente, y la historia lo demuestra. Dos comicios atrás, Juntos por el Cambio (JxC) logró una victoria aún más amplia que la de La Libertad Avanza (LLA) este domingo. En esa ocasión obtuvo seis de las nueve bancas en disputa, mientras que ahora consiguió cinco. El kirchnerismo en Córdoba suele retener un escaño, equivalente al 10% del padrón, y esta vez ese segmento fue absorbido por la hija de José Manuel de la Sota. El peronismo provincial, por su parte, conservó tres lugares, en línea con su desempeño habitual. Queda claro que el electorado cordobés diferencia entre los comicios nacionales y los locales, lo que explica en buena medida la permanencia del justicialismo.
Resulta llamativo que un candidato poco conocido haya superado a Juan Schiaretti, con su trayectoria y reconocimiento, pero esta vez pesó más la dinámica nacional que los factores locales. El rechazo y el temor al kirchnerismo, muy arraigados en Córdoba, terminaron inclinando la balanza y produjeron un resultado similar al de otras elecciones.
¿Qué cambió en las perspectivas con el resultado electoral? ¿Cómo seguirá el esquema de bandas cambiarias y qué pasará con la aprobación del presupuesto, ahora que La Libertad Avanza (LLA) tiene mayor margen político?
Creo que lo importante no es solo el resultado, sino la reacción del Gobierno y, sobre todo, del presidente. Lo más relevante del domingo fue su actitud: mostró disposición a buscar aliados y a sostener el equilibrio fiscal sin rigidez ni confrontación. Ese objetivo puede alcanzarse de distintas maneras, y la clave será encontrar consensos para darle sustentabilidad y avanzar en las reformas. Aun con un resultado favorable, el Gobierno necesitará el apoyo parlamentario.
Lo del domingo fue un paso adelante, aunque sin margen para la euforia. Implementar esta nueva estrategia —más apertura, más diálogo, más búsqueda de acuerdos— será complejo. No hay que subestimar la dificultad de las reformas: todos hablan de la laboral, por ejemplo, pero pocos tienen claro qué cambios concretos propone.
Por ejemplo, en materia tributaria, escribí una columna para Perfil donde señalé que todos mencionan la necesidad de una reforma, pero al profundizar aparecen visiones muy distintas sobre qué significa realmente una reforma tributaria. Ese es el verdadero desafío: definir un contenido técnico sólido y un respaldo político suficiente. No es un tema menor.
Reforma laboral: el proyecto de ley que buscará impulsar el Gobierno en el nuevo Congreso
Desde tu rol en el Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana y por tu vínculo con el gobierno provincial, ¿qué tipo de reforma laboral considerás viable y, a la vez, aprobable?
En materia laboral hay dos ejes principales: la alta litigiosidad, especialmente en el sistema de riesgos del trabajo, con demandas por supuestas enfermedades profesionales que encarecen los costos y distorsionan el sistema, algo que ya ocurrió en los 90 y obligó a modificar la ley. Aunque existe una normativa nacional —aprobada durante el gobierno de Macri y adherida por todas las provincias, incluida Córdoba—, la Justicia aún no la aplica plenamente, lo que demuestra la dificultad del tema. Es necesario que los tribunales provinciales ajusten sus criterios a lo que establece la ley.
El segundo eje es la obsolescencia de los convenios colectivos. Hay que permitir que el diálogo entre empleadores y trabajadores se dé a nivel regional o directamente en cada empresa. Hoy la mayoría de los asalariados trabaja en la informalidad o bajo normas firmadas hace décadas, en una época sin tecnología ni robótica. Esa desconexión genera conflictos, juicios e improductividad. La clave es flexibilizar la negociación colectiva y otorgar poder real a los actores directos, superando un esquema centralizado que inmoviliza el mercado laboral.
Y al integrar la reforma laboral con la tributaria, ¿coincidís con Hugo Yasky en que la informalidad se debe más a la evasión fiscal que a las leyes laborales?
Hay que tenerlo presente. Muchas empresas terminan en la informalidad porque no pueden cumplir con convenios diseñados hace medio siglo para otra realidad. Si una pyme del interior no puede adaptarse a esas reglas, inevitablemente queda fuera de la legalidad, tanto laboral como impositiva. Por eso, más que elegir entre una u otra, hay que abordarlas en conjunto. También inciden factores como la falta de infraestructura, capacitación o previsibilidad fiscal.
Debemos ser ambiciosos. La agenda de mayo es amplia y debería avanzar simultáneamente en todos los frentes, aunque haya resistencias. Argentina logró cierta estabilidad, pero sigue sostenida “con alambre”. Si no se consolida el equilibrio fiscal con un Estado más eficiente y un sector productivo formal y previsible, el país seguirá estancado. Por eso valoro la intención del presidente, aunque tengo reservas sobre su capacidad real para concretarla.
Yendo a la coyuntura monetaria, ¿cómo imaginás la resolución del tema cambiario? ¿La falta de acumulación de reservas se resolverá sola, como plantea el Gobierno, o habrá que modificar el esquema actual?
Está claro que este es un régimen transitorio. Estamos a mitad de camino en la eliminación del cepo, con intervenciones propias de una transición desde un modelo muy controlado hacia otro más libre. La velocidad dependerá del enfoque: algunos creen que debió hacerse antes, mientras otros prefieren un avance gradual y prudente.
De todos modos, el problema central no es el tipo de cambio. El régimen cambiario no resolverá los desequilibrios estructurales: la presión impositiva, la rigidez laboral, la falta de infraestructura, los excesos regulatorios o el desorden previsional. Cuanto más rápido se avance en esos frentes, más cerca estará la Argentina de un mercado cambiario estable y con menor intervención, similar a Perú, Uruguay o Chile. La calma posterior a las elecciones es positiva, pero fugaz. Lo esencial es acelerar las reformas y reducir las interferencias para alcanzar una economía previsible.
Sobre el dólar de equilibrio: cuando le pregunto a los economistas me dicen que “solo lo sabe el equilibrio”. Pero si el ministro asegura que se siente cómodo con un dólar a 1.500 pesos, ¿es razonable?
Es imposible saber con precisión cuál es el dólar de equilibrio en un mercado tan intervenido. Con cepos y distorsiones aún vigentes, sería engañoso fijar un valor exacto. La única referencia válida es el pasado: este nivel, cercano a los 1.500 pesos, no está tan desajustado. Es inferior al de los momentos de crisis —cuando superó los 2.000— y superior al de períodos más estables, como la convertibilidad o los primeros meses del macrismo.
No parece un tipo de cambio desalineado, pero justamente por eso habría que acelerar la liberalización y eliminar restricciones para que el valor lo determine el propio mercado. Si eso ocurriera, podríamos concentrarnos en discutir cuestiones más de fondo. Todo dependerá de que el rumbo propuesto por el presidente se concrete: que el Congreso apruebe el presupuesto y avance con las reformas. Decirlo es fácil; implementarlo, no tanto. Ese será el verdadero desafío, tanto para el oficialismo, que debe cambiar su forma de gestionar, como para una oposición que necesita ofrecer alternativas y no quedarse en la mera confrontación.
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