En el documental Bajo superficie (2022), Miguel Ángel Rossi se sumerge en el mito más famoso de la Patagonia en busca de Nahuelito, esa criatura mítica que despierta fantasías desde hace varias generaciones.
Para llegar a los rincones inexplorados del Nahuel Huapi, uno de los lagos más profundos de América, el director tuvo la ayuda inestimable de Páncora, un robot submarino desarrollado por barilochenses.
El ROV (acrónimo en inglés de “vehículo operado remotamente”) se bautizó así por el cangrejo que habría vivido en los océanos y en algún momento penetró en los cuerpos de agua dulce: el mismo trayecto que señala la hipótesis más arriesgada sobre Nahuelito, acaso un plesiosaurio que de algún modo logró abandonar los océanos prehistóricos para sobrevivir en el frío del lago.
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Las explicaciones menos espectaculares atribuyen sus avistajes a huillines (nutrias) que nadan en fila -generando la ilusión de un cuello muy largo-, a troncos a la deriva o a burbujas de gas que agitan la superficie.
En busca de la verdad, los creadores de Páncora (el ingeniero nuclear Pedro Nowakowski, el técnico informático Leonardo Leocata y la emprendedora Mariana Kozulj) lo guiaron hasta profundidades inéditas, para lograr registros únicos.
Rossi lo cuenta así:
Pablo Corso (PC): ¿De qué manera contribuyó el ROV a la película?
Mucho. Por un lado, para registrar en forma subacuática a 350 metros: un récord, por lo menos en Bariloche, con un equipo hecho aquí. Por otro, para permitirnos participar de un círculo virtuoso, recibiendo todas esas ganas de un grupo de amigos de generar equipos para estas tareas. Eso potenció sus ideas y sus acciones, y los aceleró en su proceso de creación (…) La integración de esta tecnología con nuestra investigación fue maravillosa.
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PC: ¿Hubo alguna imagen que te haya sorprendido?
Dos. Los fondos lúgubres y bellos del Brazo Tristeza [uno de los siete del Nahuel Huapi], que siempre habíamos escuchado que eran solo lechos arenosos, pero nos encontramos con grietas y profundidades inmensas.
Y cuando revelamos digitalmente el negativo de una foto histórica para Bariloche, tomada hacía cien años: la famosa carroza del plesiosauro, como lo llamaban en esa época. La tomó Rafael Soriani, y junto a su nieto Carlos, fue mágico verla armarse en una pantalla gigante y dejarse invadir por esa memoria social que se desplegaba ante nosotros.
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PC: ¿Tenías la esperanza de que apareciera Nahuelito?
Tenía la esperanza de confirmar -como confirmé- algunas teorías y posibilidades. Sabía que era muy difícil realizar la búsqueda que quería, en los lugares que quería y por el tiempo que necesitaba, ya que era muy cara y no disponíamos de los fondos. Sé lo que encontré, sé dónde buscar para mi próximo trabajo y sé -mucho más ahora- sobre qué habita en el lago. No quedé defraudado; solo que no alcanzó todo el esfuerzo para hacer completo el trabajo.
Es un hecho: lejos del desaliento, el realizador seguirá explorando las profundidades en busca del monstruo esquivo.
VF JL
