Con las elecciones aproximándose en Brasil, Roberto Mangabeira, ex ministro de Asuntos Estratégicos (durante el gobierno de Lula) y también filósofo, habló en Modo Fontevecchia sobre la actual presidencia, y cómo se preparan los dos principales candidatos: Jair Bolsonaro y Lula da Silva. Escuchá el programa por Radio Perfil o miralo por Net TV.
Hacenos una síntesis para principiantes del mapa político que hay hoy en Brasil. ¿Cuáles son las posibilidades que tiene Lula de volver a ser presidente o de Bolsonaro de lograr su reelección?
Es una situación muy peculiar. Hay dos candidatos diferentes, ambos con una gran imagen electoral. Pero lo más grave es si los dos proyectos de gobierno poco tienen que ver cuando el problema es real en el país.
¿Y cuáles son esos problemas reales?
No hay un problema principal, sino que es un problema que compartimos con Argentina. Sinceramente, el área productiva está deteriorada. Vivimos en una época donde la economía del conocimiento y una nueva vanguardia productiva, pero en vez de construir una forma de la economía del conocimiento apropiada, repudiamos en nuestro paisaje las materias de agricultura y ganadería.
El problema fundamental de nuestro país no es la desigualdad -aunque ésta sea un gran problema- sino la mediocridad. Brasil está apoyando la mediocridad y esa sería la tarea principal de un futuro gobierno. Proveer los instrumentos para dar solución y ofrecer oportunidades, para dar dinamismo emprendedor. Tenemos los instrumentos para salir de la mediocridad, pero lo que no tenemos es el proyecto, ese es el problema.
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Roberto, ¿qué modifica el contexto internacional de la guerra en Ucrania para países como Brasil y Argentina?
En este momento, estamos aislados del mundo. Brasil sería una gran potencia ambiental, o una potencia revisionista de alto orden, pero desciende en el momento en que se aproxima a la guerra cuando en realidad todavía no sabemos cómo establecer una gobernabilidad global sin gobierno mundial. El mundo necesita ser gobernado, pero no imponiendo un gobierno mundial, y lo que sucede es que las potencias medianas como Brasil y Argentina pueden desempeñar un papel importante y dar espacio a experimentos institucionales. Tendríamos que abrir un diálogo constante de consenso, un nuevo paradigma de producción que aproveche en cada región del país y romper con el enciclopedismo raro y tener una educación analítica y dialéctica, que capacite nuestras mentes.
Aquel Lula, que asumió a comienzos del siglo con 20 años menos, y éste de casi 80, que podría asumir ahora, ¿aprendió algo, es distinto, podes tener alguna expectativa mayor o por el contrario, perdió la fuerza de la juventud?
Lula y Bolsonaro son básicamente la misma cosa, entonces no comprendo por qué la plutocracia del Brasil no quiere a Lula. Son la combinación de la búsqueda de la confianza del mercado financiero con el pobrismo. Lula ya demostró lo que hace en el gobierno, el llamar a los banqueros para gobernar el país y distribuir para los pobres. Ese es un proyecto perfecto, pero la razón por la que las elites no se suman es mero concepto popular: Lula es vulgar y ellos buscan un político más comportado.
GA PAR
