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HUMOR SOCIAL Y VIDA COTIDIANA

Consumo planchado y expectativas frágiles: el humor social a dos años de Milei

A dos años del inicio de la gestión libertaria, el consumo sigue sin reaccionar y se consolida como la principal señal de desgaste en la vida cotidiana. Aunque persisten expectativas de mejora, el alivio todavía no llega a los hogares y el optimismo aparece concentrado en el núcleo duro oficialista.

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Discurso del Presidente Milei en la cena de fin de año de la Fundación Faro. | Captura de pantalla

El consumo interno continúa siendo uno de los puntos más sensibles del escenario económico y social a dos años de la llegada de Javier Milei a la presidencia. Los datos del último estudio nacional muestran que, pese a cierta estabilización del humor económico general, la vida cotidiana de la mayoría de los argentinos sigue marcada por la cautela, la postergación de gastos y la dificultad para recuperar niveles de consumo previos.

La encuesta “Dos años de Milei” y realizado por la consultora Equipo MIDE en diciembre de 2025, refleja que una porción mayoritaria de la sociedad no percibe mejoras concretas en su capacidad de compra. El ajuste, aceptado por amplios sectores como parte de una etapa de transición, todavía no se traduce en un alivio visible en los bolsillos, especialmente en los rubros ligados al mercado interno.

  • El consumo sigue siendo la variable más retrasada de la recuperación económica.

Si bien una parte de la población mantiene expectativas de recuperación, estas aparecen más asociadas al futuro que al presente. El consumo se proyecta como una de las últimas variables en reaccionar, incluso entre quienes acompañan el rumbo económico del Gobierno.

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La expectativa de una mejora durante 2026 existe, pero es frágil y desigual. Un porcentaje significativo de los encuestados no logra identificar un horizonte claro de recuperación y otro directamente no espera que el consumo repunte, lo que marca un clima más cercano a la resignación que a la protesta abierta.

El ajuste aceptado, pero con costo cotidiano

Uno de los datos centrales del informe es que la tolerancia social al ajuste convive con un deterioro persistente de la vida diaria. La reducción del consumo no se explica solo por la pérdida de ingresos, sino también por un comportamiento defensivo de los hogares, que priorizan gastos básicos, reducen compras no esenciales y evitan el endeudamiento en un contexto de incertidumbre.

El uso de tarjetas, la dificultad para sostener servicios y la postergación de consumos habituales aparecen como prácticas extendidas, especialmente entre los sectores medios urbanos, que concentran buena parte del esfuerzo de adaptación al nuevo esquema económico.

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Polarización también en el consumo

El consumo refleja con claridad la grieta política. Entre los votantes de La Libertad Avanza, el optimismo es mayor y se apoya en la expectativa de que el sacrificio actual dará resultados, mientras que entre los votantes opositores predomina una lectura negativa del impacto del ajuste en la vida cotidiana. Esta diferencia de percepciones configura dos realidades paralelas: una minoría que espera una mejora cercana y una mayoría que no logra visualizar cambios concretos en su economía doméstica.

El informe sugiere que el consumo se convirtió en uno de los principales límites del modelo económico en términos sociales y políticos. Mientras los indicadores macro buscan estabilizarse, el mercado interno sigue retraído y condiciona el clima social. Para el Gobierno, el desafío no pasa solo por sostener la expectativa futura, sino por lograr que esa promesa comience a reflejarse en la vida cotidiana. De lo contrario, el riesgo es que el respaldo social dependa exclusivamente de la paciencia y no de mejoras tangibles.