El dato es contundente: en las escuelas primarias del país, seis de cada diez estudiantes de sexto grado fueron víctimas de agresiones por parte de sus compañeros. En la región del NEA, las cifras son aún más alarmantes. Chaco encabeza el ranking nacional con un 49% de estudiantes que se sintieron discriminados, seguida por Santiago del Estero (46%) y La Rioja (45%).
El informe “Desafíos de convivencia en la escuela primaria”, elaborado por Argentinos por la Educación e Innovations for Poverty Action, ofrece una radiografía preocupante sobre el clima escolar. A pesar de que el 99% de los alumnos dice tener amigos y más del 90% se siente contenido por docentes y personal escolar, el 36% se sintió discriminado y el 56% fue testigo de algún episodio de violencia.
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De las redes al aula
Los conflictos entre pares no son esporádicos: el 63% sufrió algún tipo de agresión en el último año. Las situaciones más frecuentes incluyen mentiras, amenazas, robos, agresiones físicas y verbales. En muchos casos, el ámbito digital es una extensión del aula: las redes sociales también son escenario de hostigamiento.
“En Chaco, casi la mitad de los chicos dice haber sido discriminado”.
El abordaje que hacen las escuelas suele ser tradicional: docentes o directivos intervienen y se comunica a las familias mediante notas o reuniones. Pero no alcanza. Según las autoras del informe, falta una estrategia sistémica que contemple intervenciones sostenidas, programas de habilidades sociales, participación activa de las familias y acompañamiento emocional.
Para Mercedes Sidders, investigadora de IPA, las respuestas actuales son fragmentadas. “Necesitamos enfoques preventivos que involucren a toda la comunidad educativa y que transformen las normas sociales que permiten la violencia”, sostiene.
Exclusión y discriminación
Pablo Mainer, fundador de la Alianza Anti Bullying Argentina, coincide: “Un porcentaje significativo de chicos vive exclusión o discriminación. Esto afecta directamente su bienestar y su aprendizaje. No se resuelve con medidas aisladas”.
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“Los conflictos no se resuelven con sanciones, sino con vínculos”.
Desde el Observatorio de la Convivencia Escolar de la UCA, Alejandro Castro Santander subraya que las estrategias integrales pueden reducir la violencia escolar en hasta un 42%. Y destaca el potencial de herramientas como los círculos de diálogo, las prácticas restaurativas y la enseñanza de habilidades socioafectivas.
Finalmente, Paola Zabala, de la Comunidad Antibullying Argentina, resume el desafío: “El clima escolar es el corazón de la experiencia educativa. Si los chicos no se sienten seguros, incluidos y valorados, el derecho a aprender queda a mitad de camino”.
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