OPINIóN
Efemérides 14 de junio

A 41 años del fin de la Guerra de Malvinas, ¿terminó el conflicto?

Argentina tiene el 23% de su territorio “ocupado por los flecos de un imperio” y sólo ejerce soberanía sobre el 41% de él. Alcances del Tratado de Madrid que “logró la paz” con Gran Bretaña.

Islas Malvinas: se realizaron dos evacuaciones por motivos humanitarios
Islas Malvinas: se realizaron dos evacuaciones por motivos humanitarios | TELAM

Tal vez 1982 sea el año que más esté presente en la memoria colectiva por la histórica recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur del 2 de abril, que por la invasión que nos realizó el Reino Unido de Gran Bretaña.

Para lograrla nos llevó a la guerra, y como todo conflicto bélico estuvo plagado de miserias humanas. Por ella se miente o convenientemente no se dice todo.

Toda la clase política vernácula se subió a la palestra en aquel otoño, para después renegar de haberlo hecho.

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Guerra de Malvinas, 1982. Un conflicto bélico que se extendió durante 74 días y no solucionó nada.

Hoy algunos refieren a la recuperación de nuestros archipiélagos australes como el manotazo del Proceso Militar para quedarse en el poder. Otros como algo que se gestó en carriles ajenos a la conducción de ese gobierno. Otros más como la aventura de "un borracho" y así tantas perspectivas nuevas.

¿Cuánto hemos aprendido de la derrota en la guerra de Malvinas?

Puede que todos tengan algo de razón y así también puede que estén algo errados. Incluso son un reduccionismo de lo acontecido en aras de acomodar los tantos desde un sesgo ideológico.

Pero que todavía sigan jugando con los hechos, lleva a pensar lo sesgado que puede estar todo lo que hagan, escriban y digan.

En ese otoño, el embajador argentino ante Portugal, Américo Ghioldi dijo: “Hemos hecho la guerra que los británicos han provocado y que Estados Unidos quería”, y no fue el único en hacerlo.

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A todo ello se le debe agregar el poderío militar instalado en las islas, después de la Guerra, al que los funcionarios políticos argentinos refieren como la Base Militar Británica, cuando en rigor de verdad es una fortaleza con varias bases terrestres, portuarias y obviamente una aérea, pero solo refieren a esta última. Todo con la mejor tecnología para la defensa… en criollo: para la guerra.

Estados Unidos ejercía por aquel año, en el Canal de Panamá, un férreo control y, para fines de los años noventa, se retiró de allí con el paso del Atlántico Sur cubierto militarmente por uno de sus socios, el Reino Unido.

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Si realmente se quiere saber cómo fue que terminamos a los tiros con los ingleses, cómo se peleó aquella guerra y cómo el país fue luego entregado, se deben escuchar todas las campanas, y leer todo lo que hay sobre el tema. La verdad no es absoluta y menos británica.

20220104 Alberto Fernández en el acto aniversario por la ocupación ilegal de las Islas Malvinas.
Ushuaia es la capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Abrir la boca y hablar es sencillo, mantenerla cerrada cuando hay más impulso que conocimientos es lo difícil. Hay que dejar de buscar los aparentes triunfos temporales cuando dicen “le hundimos tantos barcos” o “una semana más y eran nuestros los gringos”. La guerra de Malvinas es historia, solo hay que escribirla bien.

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Todo lo que se viene haciendo no hace más que romantizar una guerra, en lugar de entenderla; hay que recordar que parte de nuestro territorio se encuentra ocupado por otro país, por los flecos de un imperio.

Como consecuencia de esa postura bipolar, la sociedad argentina, en un acto reflejo, persevera para alcanzar un mal dibujo del tema.

En febrero de 1990 se firmó la Declaración Conjunta de las delegaciones de la Argentina y del Reino Unido o Tratado de Madrid.

En el articulado y sus anexos queda claro el Versalles al cual se sometió a nuestro país, el Reino Unido paso a tener derechos sobre el Mar Argentino y nuestras Fuerzas Armadas.

Con este Tratado lisa y llanamente se dispuso, sin necesidad de permanencia real de autoridades del Reino Unido, que nuestro país a través del Presidente de entonces, Carlos Menem, a modo de “virrey” para la Corona Británica, le entregara sin mayor reparo y con el aval del Congreso de la Nación, lo que pretendían.

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Y a pesar de una reciprocidad, ellos nos controlan y nosotros no controlamos nada. Hasta se impulsa una bilateralidad comercial de fantasía entre las Islas Malvinas y el territorio continental argentino.

Cuando el Reino Unido invade nuevamente nuestros archipiélagos australes en junio de 1982, ocupa un territorio insular de aproximadamente 16.000 Km2 que pasan a ser luego de la firma de este tratado de cerca de 2 millones de Km2, y sucede pues nuestras autoridades con su silencio convalidaron el robo.

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El Cementerio Darwin en Islas Malvinas fue habilitado por Reino Unido para enterrar a nuestros muertos.

Vale recordar que solo las costas de las Islas Malvinas son de 4.000 kilómetros de extensión, superando a las de nuestro litoral patagónico continental.

Nuestra dirigencia política olvida por estupidez o por negligencia o por supina ignorancia que tenemos casi el 23% del territorio ocupado por la Pérfida Albión, que ejercemos soberanía solo sobre el 41% y que el restante 36% es el sector Antártico.

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Como diría Adelardo López Ayala: Cuando la estafa es enorme, ya toma un nombre decente;  en estos casos, les dicen acuerdos y tratados, memorandos y leyes.

La frutilla del postre es que este Tratado venció para fines del año 2000, y se prorrogó automáticamente y nuestros Gobiernos no dijeron ni pío.

Desde siempre, no hubo ni un solo gobierno argentino del signo que sea, o una propuesta legislativa seria, denunciándolo (hubo más decir que hacer); muy por el contrario, profundizaron las relaciones con el Reino Unido sin obtener nada acerca de la soberanía sobre esos territorios.

Es decir que llevamos 33 años con este Tratado en vigencia, mientras toda la clase política se golpea el pecho en contra del mismo siendo oposición, pero se arrastran cual babosas ante la Pérfida Albión cuando son oficialismo.

El costo de ocupación de nuestros archipiélagos es muy bajo para el Reino Unido, efecto de este Tratado y de nuestra dirigencia.

Si nuestras Fuerzas Armadas tuvieran un cierto poder disuasorio es evidente que esos costos se elevarían enormemente para el invasor y, en consecuencia, nuestra cartera de política exterior tendría mejores condiciones y músculo para que los profesionales en el tema, no los políticos circunstanciales, se pudieran sentar a negociar nuestra soberanía.

Este Tratado termina siendo una adenda del añejo Pacto Roca–Runciman de 1933, el mismo que Arturo Jauretche denominara desde los cuadernos de la FORJA, como El estatuto del coloniaje.

Allí se ve claramente el coloniaje económico, cultural y político, que padecimos entonces y que por méritos de nuestra clase política toda, persistimos en ello como nación.

El panquequismo en la política argentina es casi un deporte profesional. ¿Cómo se lo denomina además de Traición a la Patria?

* Ex soldado Veterano de Guerra, autor de "Las dos heridas de Malvinas - La que provocó la guerra y la que la indiferencia social dejó (La post guerra de Malvinas 1982/2020)".