OPINIóN
Columna de la USAL

Cómo afecta el proceso migratorio en los infantes

Cuando una familia decide residir en otro lugar, esa migración implica una movilización de vicisitudes a nivel social-afectivo y cultural, lo cual incide de manera significativa en la subjetividad de las/os migrantes.

Mudanza
Niños que deben mudarse | Cedoc

Cuando una familia decide residir en otro lugar en carácter voluntario, esta migración implica no sólo un cambio geográfico, sino una movilización de vicisitudes a nivel social-afectivo y cultural (idiomático en algunos casos), lo cual incide de manera significativa en la subjetividad de las/os migrantes.

Es tiempo de realizar una mirada hacia el infante migrante. Desde mi experiencia observo a menudo casos donde los/as niños/as quedan excluidos de la decisión y desarrollo de la propuesta migratoria (o de expatriación). Adultos, preocupados para que el proyecto funcione, descuidan la intervención y colaboración del infante en el mismo, minimizan sus emociones, intentan sobreprotegerle, no consintiéndole un espacio para que entienda, elabore y simbolice esa transición de un cambio de lugar a otro, donde no realizan rituales necesarios de separación que implica esa mudanza (sea en el interior o al exterior de un país) con sus respectivas perdidas que esto implica.

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Los resultados de esta acción: “exclusión-observador no participante infantil” puede originarle, a corto o mediano plazo, diferentes características psicosomáticas en el funcionamiento de su personalidad (hipersensibilidad, dependencia, angustias de separación intensa, sobreadaptación, mentalización), como manifestaciones de conductas regresivas (de habilidades ya adquiridas) y/o agresivas, alteraciones del sueño como pesadillas , acciones que repercute en sus relaciones interpersonales y sus formas de aprendizaje, afectando significativamente en la singularidad del/la menor.

La participación del infante, en todas las fases (principalmente en las iniciales)del proceso migratorio, independientemente de la edad y en la medida que pueda, ayuda y aporta beneficios para el bienestar psico-emocional infantil, fundamental para la preparación de la adaptación, asimilación y flexibilidad de tolerancia de la nueva cultura del lugar que llegará, disminución de ansiedad, frustración u otra sensación vinculada al desarraigo, y malestar.

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El adulto, a través de la palabra y el juego, puede construir un puente simbólico y un ambiente facilitador de entendimiento de las emociones que experimenta/á el infante, anticiparle diferentes momentos posibles que atravesará. Brindar una esfera para la representación simbólica que permite elaborar, registrar y reparar la experiencia vivida. En la salida, el infante atraviesa proceso de pérdidas –dolor, simultáneamente en la llegada nota conquistas– adaptación. Suscita una ambivalencia de emociones que deben ser validadas. Sentir tristeza –miedos por lo que se perdió, al mismo tiempo una alegría–expectativa por ilusiones y futuras oportunidades que le ofrece el nuevo lugar.

Escuchar la “voz” del infante, permitirle transitar sus malestares, sentimientos de soledad, responder preguntas de conceptos construidos y fantasías, sus miedos, incertidumbre, dudas, inseguridades que generan el migrar, sin introspección culposa.

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Es recomendable tener asesoramiento y seguimiento psicológico. Que la familia migrante se sienta acompañada por psicólogo/a especialistas en migración. Construir un espacio para la salud mental en las diferentes fases del proceso migratorio. Tener un lugar receptivo de escucha del deseo, de trabajo sobre sus habilidades, fortalezas, dificultades y resistencias de cada uno como pieza de esa dinámica familiar para el viaje. En esta aventura migratoria, la familia cruza nuevas oportunidades, crecimiento y desafíos, y descubre que esta en un continuo cambio en la identidad individual como de equipo.

 

* Andrea C. Gutiérrez Psicóloga USAL. Egresada y Ex Docente USAL. Miembro MigrAR Psicólogas Argentinas en el Mundo. Bruselas, BELGICA. www.aufildandrea.com