OPINIóN
Política

Auge de Javier Milei: ¿Argentina se volvió liberal?

La perceptible decadencia de los partidos políticos tradicionales coincide con el impulso de las “religiones políticas”. Y esa sensación de salvación es lo que provoca el líder de los libertarios. La desconexión entre la política y la calle se hace día a día más evidente.

Patricia Bullrich, Javier Milei y Cristina Fernández
Patricia Bullrich, Javier Milei y Cristina Fernández | Cedoc Perfil

Estamos muy cerca de un nuevo recambio presidencial y las posibilidades aún son muy inciertas, en relación no sólo a los candidatos, sino a qué espacio se quedará en la Casa Rosada a partir de diciembre. 

Algo está pasando con los partidos políticos y sus principales figuras, que no logran generar la adhesión necesaria. Una nueva crisis de representación se está gestando. 

Quizás sea la crisis económica mundial; quizás sea el “aburrimiento” de ver las mismas caras; o la situación social que es cada vez más difícil, o una suma de todo esto, lo que está generando la sensación de un “diciembre del 2001” constante desde hace ya varios meses. 

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El kirchnerismo “albertista” no generó nada similar a la sensación de bienestar que se vivió durante los gobiernos de Néstor y Cristina (por lo menos el primero de ella), y del lado de ¿enfrente? el PRO/Juntos tampoco, y parece que estos dos espacios incluso, se pusieron de acuerdo para mostrar su debilidad interna ante las cámaras.

La pregunta es si esta crisis de liderazgo surgió dentro del partido, o si se generó por el descontento de los argentinos con esta política estancada. Es tan similar la sensación del “que se vayan todos”, que nuevamente se está generando un espacio para los terceros partidos, como es el caso de La Libertad Avanza encabezado por Javier Milei.

La fuerza de Javier Milei tampoco escapó a las internas que hicieron dudar del liderazgo del economista, pero que fueron ignoradas por él, en contraposición a los dos grandes partidos actuales, que siguen fragmentados a tan sólo 5 meses de las PASO. 

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¿Acaso Argentina se volvió liberal? La respuesta casi segura es que no, así como Estados Unidos no era toda republicana durante la presidencia de Donald Trump, ni Brasil era toda de derecha durante la presidencia de Bolsonaro. 

Ninguno parece haber encabezado lo que podemos denominar “el giro a la derecha”, sino parecieron ser más bien el resultado del cansancio, del enojo y la desconfianza hacia los políticos de siempre, pero que no han podido consolidar su posición a pesar de los logros que tan rotundamente nos muestran los hechos y los números a los que llegaron durante sus respectivos gobiernos.

Fueron gobiernos con alta adhesión, grandes conflictos sociales, gran oposición mediática y a la vez con grandes logros, pero que no pudieron llegar a la reelección, por lo que estos giros que a la ciencia política le gusta analizar no terminaron de concretarse, quizás por sus personalidades, quizás por mala comunicación, por no “ir por todo”, o por el mismo sistema democrático que, parafraseando al jurista Maurice Duverger, es netamente de izquierda. 

¿Argentina se volvió liberal?

 

¿Estamos vaticinando la muerte del pero-kirchnerismo o del PRO? Ciertamente no. Sería muy necio pensar que no se van a transformar y pensar que ya está todo dicho de acá a agosto/octubre. Pero no se logra entender muy bien qué es lo que está pasando.

Ambos partidos están frente a la posibilidad quizás pequeña pero cierta, de quedarse fuera del poder y sin embargo, no están reconstruyéndose ni mostrando unidad, cosa que el liberalismo sí está logrando. 

La adhesión atrás de Milei es un fenómeno que hace mucho no se veía en el país. En contraposición a lo que todos creen, el mal llamado “mesianismo” de este político es justamente lo que está generando que hordas se peguen a él en cada recorrido que realiza. 

El hombre es, por naturaleza, un ser religioso, que busca naturalmente la salvación tanto eterna como terrenal, y la perceptible decadencia de las religiones oficiales coincide con el impulso de las “religiones políticas”. Y esa sensación de salvación es precisamente lo que pareciera que Milei provoca.

"El hombre es, por naturaleza, un ser religioso, que busca naturalmente la salvación tanto eterna como terrenal"

Se muestra frente a cámara de la misma manera que lo viene haciendo cuando generaba sólo burla: con el mismo enojo que cualquier otra persona padece cuando se pone a hablar de su país, su economía, su trabajo. No solamente eso, sino que no teme en identificar con nombre y apellido a los culpables, ni teme la corrección política que tanto hartazgo genera y, para alegría de los académicos, además instruye a sus seguidores con clases, conferencias, libros, etc.

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No es la idea de libertad absoluta, ni sus gritos ni su pelo lo que están generando este pseudo “giro a la derecha”: es el rompimiento con los modales, con lo que es políticamente correcto, con la política del marketing, que pudo haber funcionado bien cuando trajo a Macri en 2015 para terminar políticamente con Cristina, pero que no sirvió para esto, sino que la devolvió con vida en 2019. 

Javier Milei, Carolina Píparo, y José Luis Espert
¿Argentina se volvió liberal?

Los primeros dos años de este pseudo kirchnerismo vivimos encerrados porque un día así lo decidieron, y porque la población así lo pidió, por lo que los números de aprobación tanto del presidente como de sus secuaces gobernadores, se mantuvieron altos, acompañados por supuesto, por los medios de comunicación actuando de policías, y por la propia gente que entró en una paranoia de la cual muchos aún no salieron. 

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Y el liderazgo parecía indiscutible. Hasta se podría haber pensado en la reelección de Alberto Fernández si las cuarentenas continuaban, o una fórmula mixta (¿Larreta-Fernández quizás?). 

Pero un día hubo que volver a la vida, y las consecuencias no tardaron en hacerse sentir. Luego de pisar precios por años y de entregar subsidios a mansalva, la inflación del 100% anual no tardó en aparecer, y junto con ella el hartazgo, y la incapacidad del gobierno de hacerle frente a los problemas. La desconexión entre la política y la calle se hace día a día más evidente. 

Hablamos de política y no de kirchnerismo, porque “Juntos” lo único que hace es acompañar cada nueva idea descabellada del gobierno, desde la cuarentena hasta cualquier proyecto de ley que lleve la palabra “género” en su redacción. 

Hay una gran crisis de representatividad entre la gente y aquellos que dicen representarlos. No lograron generar la masa de votos propios, inamovibles, que se venía logrando en este tiempo. 

Por supuesto, nadie niega ni duda del famoso “núcleo duro cristinista”, pero tampoco hay dudas de que ese número no alcanza para llegar a la presidencia (por algo no se quiso postular en 2019, y por algo ahora afirma que tampoco lo hará este año, aunque no se puede dar por descartado: la sorpresa quizás transformaría bastante el panorama). 

 

Auge de Javier Milei

Una encuesta publicada por la consultora Opina Argentina  sostiene que las dos fuerzas principales se encuentran “cabeza a cabeza” y peleando entre ellos, con dos posturas líderes (Larreta y Bullrich) que parecieran ser antagónicas, pero que probablemente terminen yendo juntos.

Algo similar le sucede al kirchnerismo: una Cristina candidata generaría no solamente un efecto sorpresa-adhesión entre los votantes sino probablemente sería la fórmula ganadora.

El cristinismo está un poco herido, sin dudas, pero no muerto y sabemos que está en la esencia del peronismo la capacidad de resurgir de las cenizas. Pero al mismo tiempo no podemos dejar de mencionar este modus operandi extraño: el de criticarse públicamente en lugar de presentar un frente común y unido, en contraposición al supuesto “monstruo neoliberal” que representan tanto el PRO (aunque no podemos olvidar que sus principales representantes han afirmado que son socialistas) como Javier Milei. 

Está logrando por lo menos la sensación de unidad que los oficialismos no han mostrado hasta ahora y que, en caso de llegar a la presidencia será su fortaleza, a pesar de que nadie duda del hecho de que deberá llegar a hacer alianzas y acuerdos con quienes hoy son sus contrincantes. 

La historia de los gobiernos de los últimos años se resume en eso mismo, en hacer alianzas, aunque algunas mejor hechas que otras, por supuesto. 


*Investigadora del Centro de Estudios Económicos Argentina XXI (CEEAXXI), licenciada en Ciencias Políticas (UCA) y Magíster en Derecho y Economía (UBA)