OPINIóN
Presidencia de Lula

Cambios radicales en el gabinete de Lula da Silva

La base política del mandatario brasileño es insuficiente para aprobar las medidas que él propone y por eso el llamado “centro” debe ser rápidamente atraído al bloque lulista.

Lula da Silva brindó una conferencia de prensa en Bruselas
Lula da Silva brindó una conferencia de prensa en Bruselas | Agencia Afp

Medio año después del inicio de su gobierno, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva emprenderá los próximos días cambios claves en su gabinete ministerial. El plan es dar entrada a partidos que hoy están en la oposición y que, cargos mediante, podrían pasarse al bando oficialista. Con una reforma parlamentaria que aprobó la ampliación a 38 ministerios en total, el líder brasileño proyecta dar varios cargos altos en el Poder Ejecutivo a agrupaciones de centro y de derecha que militaron, hasta hace poco tiempo, a favor de su antecesor Jair Bolsonaro.

Es por eso que Lula se reunirá con los dirigentes de estas siglas, entre las que figuran los partidos Republicanos y Progresistas, dos variantes de la centroderecha. El argumento del jefe de Estado es el frágil apoyo conque cuenta en el Congreso. Su propia base política es insuficiente para aprobar las medidas que él propone y por eso el llamado “centro” debe ser rápidamente atraído al bloque lulista. Como ya ocurrió dos veces en el primer semestre, el presidente brasileño dejó en claro que mantendrá en toda su extensión las “enmiendas parlamentarias”: son poderosos subsidios que abastecen las arcas de los parlamentarios, para que estos puedan realizar obras en sus distritos electorales. En los hechos es un mecanismo legal, pero da al mismo tiempo chances de corrupción del legislativo. A cambio de esa distribución de grandes partidas presupuestarias, el gobierno brasileño obtiene los votos necesarios de diputados y senadores.

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Las irregularidades son frecuentes, pero como se trata de congresistas las denuncias –que las hay y muchas—no prosperan. Es el caso de Gilberto Occhi (de Minas Gerais), un parlamentario de Progresistas (PP) muy mencionado estos días para ocupar un cargo relevante, especialmente por el manejo de ingentes recursos. Se dice que será en breve el titular de un banco estatal: la Caixa Económica Federal; una institución que el político ya había dirigido entre 2016 y 2018, cuando luego del impeachment que destituyó a Dilma Rousseff, el derechista Michel Temer pasó a adueñarse del Palacio del Planalto. Una auditoría en el banco oficial reveló que Occhi “favoreció” con préstamos a familiares y compañeros de partido. No por acaso cuenta con la bendición de Arthur Lira, el titular de la Cámara de Diputados que pertenece también a Progresistas.

Lira es hoy una sombra incómoda para Lula, ya que maneja a su arbitrio a quién le tocará entre las bases parlamentarias parte del dinero de las “enmiendas” (o subsidios). Desde ese lugar, se ha sentido dueño y señor del mundo político que perturba la vida presidencial. Ayer acaba de señalar que “mejoró bastante desde comienzo del año” la relación entre Poder Ejecutivo y Legislativo. “Lo que debe existir –continuó—es la fórmula: siéntese, resuelva y cumpla”.

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La reforma ministerial debe incluir otros legisladores centro derecha (como Hugo Motta de Republicanos). Ya ocurrió hace dos semanas cuando Lula reemplazó la ministra de Turismo con un político del derechista partido Unión Brasil. Con todo, Lula tiene algunas reservas: por ejemplo, jamás entregaría a los nuevos aliados ministerios como el de Salud o Desarrollo Social. En cambio, sí está dispuesto a ceder cargos en Deportes.

La explicación que dan los líderes del PT, que pueden ser apartados de los cargos en función de las nuevas alianzas, es la necesidad de “ampliar el arco opositor” que, en principio, “desvestirá” a Bolsonaro y su troupe.