La teoría del “Efecto del Incumbente” sostiene que los mandatarios oficialistas y/o su estructura partidaria tienden a presentarse y ser reelectos para ocupar consecutivamente el mismo cargo por un segundo período. Esto es así porque cuentan con ciertas “ventajas” frente a sus adversarios políticos, que les permiten lograr la reelección y retener el cargo. Dichas ventajas incluyen: visibilidad pública, acceso a recursos y fuentes de financiamiento estatal, presencia en medios de comunicación, control de la economía nacional y apoyo político partidario. A partir de su utilización estratégica, los oficialismos garantizan su permanencia en el cargo.
En América Latina, la mayoría de los presidentes que se presentaron inmediatamente a su reelección retuvieron el cargo. En los Estados Unidos, la situación es similar. Las no reelecciones de W. Taft, H. Hoover, G. Ford, J. Carter, G. Bush y D. Trump (2020), han sido excepciones en la historia electoral norteamericana.
La derecha, la hegemonía y la falta de imaginación
La teoría del efecto del incumbente no se limita a un diseño institucional en particular. Tanto en los presidencialismos del continente americano como en los parlamentarismos de Europa, la mayoría de los oficialismos fueron reelectos y retuvieron el cargo. El análisis histórico de los resultados electorales en ambos diseños institucionales, muestra que la teoría del incumbente se cumple. Los presidentes o primeros ministros, tienden a ser reelectos si la Constitución del país contiene la cláusula que los habilita. El segundo triunfo consecutivo de Emmanuel Macron en Francia, es el antecedente más reciente de incumbencia en Europa.
Lo anterior lleva a inferir que el efecto incumbente genera una competencia electoral democrática menos equitativa, producto de las presuntas ventajas de las que gozan los oficialismos. Dicha inequidad incrementa conforme aumentan la cantidad de oportunidades en las que la cláusula electoral de cada país permite que un mandatario sea reelecto, siendo la reelección ilimitada la que fomenta la mayor inequidad.
No obstante, las recientes elecciones presidenciales llevadas a cabo en América Latina y Central, conducen a la necesidad de repensar la aplicación de la teoría del incumbente a nivel local y regional. Los resultados electorales del período 2019 – 2022, muestran una tendencia general que pone en tela de juicio la teoría del incumbente: los oficialismos, en lugar de ser reelectos, están perdiendo.
La tormenta perfecta para el oficialismo
Los resultados de la reciente elección presidencial en Colombia, son un indicador más de esta tendencia regional propia de los últimos años. La teoría, una vez más, entra en tensión con la empiria. Oscar Iván Zuluaga renunció a su candidatura presidencial por el partido oficialista (Centro Democrático) y Gustavo Petro (Pacto Histórico) se impuso con el 50,44% de los votos por sobre Rodolfo Hernández (47,31%) y Federico Gutiérrez, los tres candidatos opositores. Este último, poseía el apoyo electoral del oficialismo en la primera vuelta. Los resultados de ambas instancias electorales, muestran la significativa pérdida de peso del efecto incumbente en el país.
La significativa reducción del efecto incumbente en la región, se traduce en derrotas oficialistas. El interrogante inmediato que emerge, lleva a indagar en las presuntas variables explicativas que dan lugar a semejante volatilidad electoral. La elección presidencial del Brasil, que se llevará a cabo en el mes de octubre, será una nueva oportunidad para observar si se refuerza la hipótesis que aquí se sostiene: la pérdida de rigor empírico de la teoría de la reelección de los oficialismos en América Latina. De ser así, sería esperable Jair Bolsonaro (Partido Liberal) sea derrotado frente a un candidato opositor y devenga la alternancia política en el país.
Por Bernardo Dall ´Ongaro * Lic. Relaciones Internacionales (Universidad del Salvador) * Mg. Administración y Políticas Públicas (Universidad de San Andrés)