Hace unos días la Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dio un discurso en El Calafate por la inauguración de un cine-teatro municipal. La escena parecía sacada del pasado, faltaba que de fondo sonara algo tipo Frank Sinatra y la hacía completa. Pero la estética de los ‘50 o el hecho de inaugurar un cine municipal mientras la AFIP sube un 10% más las retenciones que paga el vecino de El Calafate por tener Netflix son lo de menos. Lo alarmante es cómo la Vicepresidenta se aferra a las ideas del pasado sobre economía política.
No quiero aburrir con su discurso (la verdad es que al menos en mí actúa cada vez más como un somnífero), pero hay ciertos lugares comunes como el de que “CFK es una gran oradora” que están ridículamente aceptados y creo que más bien se la puede describir como una buena creadora de relatos plagados de bad information -en sus propias palabras-.
En un momento de su discurso, la Vicepresidenta le volvió a tirar con de todo a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distrito en el que tiene un muy bien valuado departamento en una zona en la que te cobran en dólares el aire que respiras mientras esperas el bondi. “Es la jurisdicción que más gasta dólares y no produce”, tiró, y le pidió a los aplaudidores que “averigüen” porque, como todo buen orador, hace participar al público. Pero el dato es 100% falso. Tan falso que chequeado lo calificó como “insostenible”
El problema de la mentira y la realidad
El problema no es que la Vicepresidenta mienta, sino que detrás de lo que dice se esconde una concepción fosilizada de la economía, que excluye completamente a la industria del conocimiento. Vamos con algunos datos, porque yo sí averigüé:
En el segundo semestre de 2021, las exportaciones de servicios TIC en la Ciudad de Buenos Aires fueron de USD 1.106 millones (lo que representa el 33,3% del total de exportaciones de servicios).
Además en ese año se registraron USD 2.020 millones en exportaciones de servicios TIC, un récord de exportaciones que representa un crecimiento del 24,3% vs. 2020 y del 52,7% frente a 2019. Bastantes dólares ¿no?
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Pero eso no es todo, además el sector TIC tiene un potencial de crecimiento monumental, genera empleos a un ritmo mayor que las otras industrias, paga salarios más altos y es uno de los grandes dinamizadores de la economía que se viene. La “que se viene” es la economía relacionada a la Cuarta Revolución Industrial (4RI), que ya estamos viviendo a nivel global.
Los avances tecnológicos a lo largo de la historia le han mejorado la vida a la gente, y tienen el potencial de ayudarnos a solucionar un montón de los problemas que tenemos desde hace muchos años en nuestro país. No sólo colaboran a que ingresen más dólares provenientes de los servicios que brinda la industria del conocimiento, sino también a volver nuestro Estado más eficiente y a ponerlo realmente al servicio de las personas. Algo que los State Lovers como la Vicepresidenta deberían querer y defender. ¿Se imaginan un Estado que funcione, que resuelva los problemas de forma simple y eficiente?
Desde que asumí como legislador porteño tuve más de cincuenta reuniones con distintos integrantes del amplio ecosistema en todas sus áreas: biotecnología, gaming, fabricación digital, desarrollo de software, fintech, etc. Sería bueno invitar a la Vicepresidenta a que conozca los cientos de casos de pibes y pibas que están trabajando para afuera y eligen hacerlo de manera informal porque ganan en dólares y el triple (o más), o a los que están invirtiendo en nuestro país y son ninguneados y desincentivados permanentemente con trabas como la eliminación de las SAS, la vuelta atrás con la Ley de Economía del Conocimiento, el cepo, la brecha cambiaria o el cierre de importaciones.
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El problema de que Cristina esté atrapada en el pasado no sólo es que quiera aplicar políticas del siglo XX al mundo del siglo XXI, sino que se lleva puesto a los miembros de su espacio que no piensan como ella y sí entienden la importancia de la economía del conocimiento para nuestro país (y, obvio, en el camino también a todos nosotros).
La única forma de ganarle al pasado es no habitarlo. Salir de ahí, maravilla. Tener una agenda de futuro que interpele a la sociedad de este siglo. Es por ahí y tenemos todas las oportunidades del mundo. ¿No me cree, Vicepresidenta? Averigüe.
*Politólogo UBA. Legislador porteño de Juntos por el Cambio.