China lanzó la Nueva Ruta de la Seda o BRI (Belt and Road Initiative) en 2013. Se trata de un gran proyecto con el que pretende ganar peso como potencia, vinculándose con más de 71 países que representan la mitad de la población mundial y una cuarta parte del PIB mundial. Esta iniciativa consiste en el establecimiento de dos rutas combinadas, una de infraestructuras terrestres y otra marítima, que mejorarían las conexiones chinas tanto en el continente asiático como hacia el exterior, dando a China más influencia económica y política a escala mundial.
Se espera que en esta iniciativa invierta más de 1 billón de dólares. A la fecha lleva desembolsados más de 210.000 millones en su mayoría en Asia. En este sentido, toma enorme significado el Gasoducto Ruso-Chino (conocido como Siberian Power) que se comenzó a construir desde el noreste chino hacia Rusia del Este, a través de 5.111 kilómetros. Se espera que, para el 2025, transporte 18.900 millones de metros cúbicos (bcm) de gas natural. También se espera ampliar la capacidad mediante un segundo gasoducto (Siberian Power II), que bombearía hasta 50 bcm de gas adicionales a China por año a través de Mongolia.
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China está empeñada en forjar vínculos más estrechos con los países de Europa del Este, extendiendo así su influencia en Europa y ganando aliados en la UE y su periferia. Es parte de su estrategia de largo plazo, aprovechando que estos países no pertenecientes a la UE en Europa del Este suelen ofrecer altos subsidios estatales y tienen estándares ambientales más bajos. Para Europa del Este es también un impulso a sus mercados laborales y les permite ganar contrapeso con la UE.
China está en el centro del debate sobre la seguridad energética mundial. La demanda de energía china viene aumentando año tras año. Es el segundo mayor consumidor de energía (detrás de los Estados Unidos). Dadas las proyecciones, China necesitará más hidrocarburos y ampliar su energía nuclear y fuentes de energía renovables para alimentar su objetivo de una tasa de crecimiento del PIB anual del 8 al 10%. El carbón sigue siendo la principal fuente de energía de China y actualmente comprende el 70% de su mix energético total. China reconoció que la demanda está superando la oferta nacional e importada, y propuso varias iniciativas para obtener más suministros y aumentar los recursos renovables y, al mismo tiempo, abordar el impacto ambiental del carbón. Acá, la cooperación con Rusia juega un rol importantísimo.
China necesitará más hidrocarburos y ampliar su energía nuclear y fuentes de energía renovables
El gas natural es la opción que eligió China. El gas produce aproximadamente la mitad de emisiones que el carbón. Ofrece un medio para reducir las emisiones de carbono, reemplazando parcialmente el carbón y apoyando el objetivo global de combatir el cambio climático. Actualmente, el gas natural constituye una pequeña (menos del 5 %) pero creciente participación de la energía primaria de China. Sin embargo, para 2025, se prevé que la demanda china de gas natural represente alrededor del 35% de sus necesidades totales de gas natural. ¿De dónde vendrá este nuevo gas? Hay varias posibilidades que incluyen producción doméstica, el Asia Central, Rusia, Australia y otros.
Dada su proximidad a las grandes reservas de Asia Central, China se está convirtiendo en un jugador cada vez más importante en la exploración y desarrollo de gas en Uzbekistán, Kazajstán y Turkmenistán. Asimismo, hay que tener presente que tanto Europa como Rusia dependen el uno del otro. La primera, para el suministro de hidrocarburos, y la última para una parte cada vez más significativa de su inversión e ingresos. Rusia tendría que equilibrar la inversión masiva requerida para un gasoducto a China con sus otras prioridades sustanciales de infraestructura.
El desafío pasa por el diseño de inversiones trilateral entre los Estados Unidos, China y Rusia. Estas políticas podrían conducir a nuevas inversiones, respaldando un sólido mercado mundial de comercio de energía. Si bien esto requeriría la liberalización de las partes, también puede crear oportunidades comerciales para un mercado energético global. Mientras tanto, existen marcos multilaterales vigentes que deberían utilizarse para promover la seguridad energética, como la Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), el OIEA, la Alianza Internacional para la Cooperación en Eficiencia Energética, el G-20 y los principales foros de economía.
Estos pasos permitirán a China satisfacer mejor sus futuras demandas de energía y asegurarse los hidrocarburos rusos. Japón y Corea del Sur siguieron pasos similares para obtener estos recursos. Corea del Sur, en particular, sigue estando muy activa en Asia Central.
Las emisiones de dióxido de carbono en China registran su mayor crecimiento desde 2011
La creciente demanda de necesidades energéticas chinas y su relación con Asia Central y Rusia deben entenderse en base a algunos conceptos:
- La seguridad energética es fundamental para el crecimiento económico. Para crecer, es importante asegurarse una fuente estable de suministro de energía. Esto puede lograrse mediante un mercado abierto, transparente y competitivo.
- La diversificación es la clave tanto para los consumidores como para los productores. Esto les permite manejar riesgos en el mercado y garantizar una fuente estable de suministros e ingresos a medida que las economías crecen y las carteras de energía cambian.
- La cooperación regional es fundamental para la seguridad energética y debe seguirse trabajando para lograrlo.
En cuanto a la relación económica China-Rusia se caracteriza por:
- China es el principal socio comercial de Rusia; Rusia es el décimo socio de China.
- La mayoría de las exportaciones rusas a China son materias primas, incluyendo hidrocarburos.
- El gasoducto de Siberia tiene un valor estimado de 400.000 millones de dólares.
- La mayoría de las exportaciones chinas a Rusia corresponde a equipos, maquinaria y bienes de consumo.
- Otros proyectos estratégicos incluyen trabajos de infraestructura.
- La inversión exterior directa de China en Rusia alcanza los 140.000 millones de dólares anuales.
* Director de la Licenciatura en Economía de la Universidad de Belgrano