Que gran dificultad tenemos los argentinos para poder separar los temas. Un individuo tiene mil facetas. Como Diego Armando Maradona, una persona de muchísimas facetas.
Cuando se debate sobre quien fue mejor entre Messi y Maradona, rara vez, se habla solo de la calidad futbolística. Uno junta adeptos porque es un joven de familia, casi ejemplar, “buenito”, además de lo que hace dentro de un campo de juego. El otro reúne fanáticos por haber logrado lo que logro a través de su carrera, pero en este caso era adicto a las drogas, irreverente, polémico, entonces se le restan puntos.
Diego siempre fue un contestatario, un antisistema. Asimismo, fue un brillante jugador de futbol, quizás el mejor de la historia, pero nosotros los argentinos mezclamos y somos incapaces de discernir sobre los contextos.
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Personalmente me gusta mas la sutileza de Messi, la fineza de su pegada y su increíble movilidad entre tres o cuatro marcadores. Pero sabemos que desde la cuna fue cuidado. Su familia le dio una tremenda contención, sus clubes – primero Newels y luego el Barcelona - lo hicieron crecer muy cuidadosamente. Luego, el Barcelona lo rodeo de jugadores casi tan brillantes como él. Y así creció, llego a la Selección donde también armaron un equipo de estrellas para él. Dicho esto, no se puede negar que es de un talento único.
Pero separemos los temas: los dos son grandes jugadores que provienen de diferentes contextos.
La historia de Diego es una historia de lucha y liderazgo. Sufrió el torbellino de pasar de la pobreza más profunda a encandilarse con las luces más brillantes y las tentaciones más terribles. Llego a un Mundial – México ‘86 – acompañado de luchadores del futbol, no eximios jugadores. Únicamente su liderazgo convirtió a ese grupo en un equipo. Haciéndolos crecer en su confianza con el paso de cada minuto de los encuentros. El partido contra Corea del Sur, golpeado torpemente por los incipientes futbolistas orientales, el pasar de punto a banca (Inglaterra), el ultimo encuentro contra una Alemania que no bajaba los brazos, la victoria final, la copa en alto, convirtieron a Maradona en la imagen del liderazgo. Dejo de ser un hombre, jugador de futbol, para ser un símbolo y la casi desgracia de ser considerado un Dios.
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Un símbolo que fue un producto. Un entorno peligrosísimo que vio en Diego Maradona el activador ideal para cuestiones políticas, para noticias escandalosas que generaban muchísima audiencia, para explotar su vida íntima como un libro de terror, para jugar con sus poco solidos ideales como si fueran verdades irrebatibles. ¡¡Cuánto mal le hicieron por no separar las cosas!
Diego sufrió muchas enfermedades, pero a mi entender, la más grave fue el brillo incandescente de la fama que nadie, a su lado, quiso ni pudo contener. Siempre fue fácil, hasta en sus últimos días, decir “Diego hace lo que quiere, es incontrolable”. Pero entre las estrellas del deporte hay cientos de casos que se pudieron controlar: John McEnroe (problemas de violencia), Bjorg Borg (vencio al alcoholismo), Gustavo Ballas – paradójicamente ídolo de Maradona- que salió del alcohol, droga y la delincuencia…y sería cuestión de seguir investigando.
Y separando como corresponde, murió la persona más polémica, impertinente y prepotente que se inmiscuyo en los problemas políticos e ideológicos de todo el mundo. Esta es la persona que seguramente vamos a olvidar rápidamente. Lo importante es que el paradigma del liderazgo y el esfuerzo, quizás el jugador de futbol más grande la historia, nos dejó tristemente a los 60 años. Esta es la persona que siempre quedará grabada en nuestras retinas. ¡Grande DIEGO!!! Jugador de Futbol.
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