OPINIóN

El CONICET abrió una nueva grieta, la de la burocracia científica

La discusión sobre el futuro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas destapó una pregunta postergada: ¿la comunidad científica privilegia la cantidad por sobre la calidad? Detrás están el mito de lo privado como eficiente, los intereses de agenda y la burocracia cientificista por sobre la importancia de lo investigado.

Ciencia e investigación
Ciencia e investigación. | Télam

Hace unas semanas surgió una nueva controversia: qué hacer (o no) con el CONICET. Por un lado, el candidato Milei se refería directamente a cerrar el CONICET; por otro, sectores propios del CONICET y a la política también, manifestando su repudio a las palabras del candidato libertario. Y en esa controversia -que nunca fue debate - hubo un solo ganador: el reduccionismo.

Y digo esto porque de ambos lados se esgrimieron argumentaciones que distan mucho de contemplar la complejidad de la temática de lo que estamos hablando. 

Así, por un lado tenemos a quienes se manifestaron en concordancia con lo dicho por Milei y detallaban trabajos efectivamente realizados (y financiados y aprobados por el CONICET) cuyos títulos y, supuestamente también su contenido, rozan el absurdo poniendo de manifiesto la necesidad de la utilización de los fondos para otro tipo de investigaciones o directamente que sea el sector privado quien lo desarrolle. 

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Así, todo se reduce a una cuestión de gasto (economicista) en donde por un lado se pretende que la producción científica se valide con el criterio productivo Taylor-Fordista y, por otro, el mito de lo privado como eficiente, resurgiendo como en épocas no tan pasadas. Todo esto sin tener en cuenta que en el ámbito privado también hay corrupción, mala utilización de fondos, pseudo producción científica, inútiles y acomodados, y que también aquí el ciudadano paga por esto, de otra forma, pero lo paga…

Del otro lado estaban aquellos que salían en defensa de CONICET, quienes manifestaron un reduccionismo de pancartas a través de frases que, por lo menos, nos deben llamar la atención, ya que fueron un tanto contradictorias con el pensamiento científico. 

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Una es la llamada “petición de autoridad” (argumentación para nada científica) cuando nos nombran a los Premios Nobel que tuvo la ciencia argentina o a los científicos premiados internacionalmente. Por supuesto que son un enorme orgullo, pero cuidado: Houssay -como Messi- hay uno solo. Pretender que porque Houssay, Leloir, Milstein hayan sido eminencias todos los investigadores del CONICET estén a esa altura es algo que merece ser discutido. Porque hablar de Houssay y otros grandes también es una forma de ocultar a quienes no producen nada importante….

Otros fueron por el lado de los rígidos estándares de selección de los candidatos y permanencia al CONICET. Pero esta argumentación omite gravemente la comprensión de que por el hecho de que exista una normativa formal y objetivada, la realidad se ajuste ella. 

"Hablar de Houssay, Leloir, Milstein y otros grandes también es una forma de ocultar a quienes no producen nada importante"

Es como decir, que en el Estado no hay corrupción en la obra pública porque las partidas se asignaron conforme a quien ganó un concurso o licitación. Como dirían los especialistas en Ciencias de la Educación: una cosa es la currícula y otra muy distinta la currícula oculta. A lo que habría que recordarles que esos mismos estándares (y científicos) aprobaron y renovaron los méritos de quienes realizaron investigaciones rayanas en lo ridículo. No entender la diferencia innegable entre el mundo formal-legal y la vida real, también es una forma de negar.

Pero quizás la frase más grave escuchada ha sido la que cerró el acto en defensa del CONICET. Allí la oradora concluyó su arenga diciendo: “La ciencia no se discute…” Qué contradictorio, ¿no? Porque ciencia es pensamiento crítico. ¡Cómo no vamos a discutirlo, si justamente lo que tenemos que desarrollar es el pensamiento crítico! La ciencia también se discute. Lo que no quiere decir, que por discutirla pensemos que haya que cerrar el CONICET…

 

El CONICET abrió una nueva grieta

La síntesis de toda esta controversia, esta nueva grieta, en realidad tiene difícil solución porque cada sector se ancla en sus medias verdades y oculta grandes otras medias verdades. 

La primera y principal es que la ciencia no es algo puro y, los científicos, menos. Todo es una construcción humana y, como tal, imperfecta.

En segundo lugar, que el CONICET es una Institución y, como toda institución, tiene sus propios intereses - muchas veces difiriendo y alejándose de los motivos o de los idearios por los cuales fue creada-. 

Y en tercer lugar, rescatar el análisis prístino de quien más claramente pudo dar en la tecla de la parte no dicha que, desde mi perspectiva, es la principal y es de lo que realmente deberíamos hablar: Oscar Varsavsky. 

Fue él quien identificó y distinguió nítidamente entre ciencia y cientificismo. Cuando dejó al descubierto que en el mundo científico el principal motor no es el interés por el conocimiento en sí o por un cambio social, sino por los intereses de agenda impuestas por otros (el Norte desarrollado) y replicadas acríticamente por los laderos de turno en el mundo subdesarrollado.

Y como los indicadores cuantitativos de producción se transformaron en la forma de validación, pertenencia y ascenso en el mundo científico, el famoso paper es el protagonista descollante en este nuevo escenario. 

En otras palabras, cómo la comunidad científica y sus intereses privilegiaron a la cantidad por sobre la calidad, a la burocracia cientificista por sobre la importancia de lo investigado, todo lo cual, lejos de contribuir a la ciencia, la envenena, la empobrece y la achata. Lo llamativo es que, luego de 50 años de haberlo escrito, está más vigente que nunca.

Por eso necesitamos discutir la ciencia, porque tiene que haber un repensar de la política científica, un repensar de las instituciones y de las prácticas reales de cómo se hace ciencia, incluyendo lo monetario, pero no reduciéndolo a ello. 

Necesitamos entender que en el sistema científico la conjunción, hoy día, de becarios CONICET en universidades privadas es algo sumamente común, con lo cual hablar de ciencia y diferenciarlo por público y privado manifiesta no entender cómo hoy se da esa dinámica en nuestro país y manifiesta no entender que aun participando lo privado, la ineficiencia permanece. 

Un sistema científico abierto, exigente pero no corporativista, con agenda propia, enfocado a soluciones técnicas y sociales es algo a lo que debemos aspirar, aunque a ambos lados de la grieta no lo entiendan y, quizás, no les importe entenderlo…


* Licenciado en Ciencias Políticas (UCA), Doctor en Política y Administración Pública (Universidad Complutense de Madrid), Doctor en Política y Gobierno (UCA); Maestría en Investigación (Universidad Complutense de Madrid), Magister en Estudios Estratégicos (Instituto Universitario Naval), Especialización en Investigación Científica (UNLA), Honours (BA) en African Politics (Universidad de Sudáfrica-UNISA), Prof. de Metodología de la Investigación Social y Métodos Cuantitativos (UCA)