OPINIóN
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El error de la Fed

La Reserva Federal de EE.UU. recortó su tasa de interés, pero el economista Michael Strain advierte que la medida llega demasiado pronto. Con un mercado laboral todavía firme y una inflación núcleo que no cede, la baja podría recalentar la economía. El riesgo: que la Fed deba volver a subir tasas en 2026.

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Lionel Fernández: “El miércoles llegó la reunión de la FED, de Powell. Se habla de una baja de tasa de interés" | Cedoc

WASHINGTON, DC – Tal como se esperaba, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) bajó su tasa de referencia en 25 puntos básicos, ubicándola en 4-4,25%. Una leve mayoría del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) prevé nuevos recortes en octubre y diciembre, con más flexibilización en 2026. Pero la Fed está siendo demasiado laxa y corre el riesgo de tener que volver a subir las tasas el año próximo.

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El argumento para iniciar ahora un ciclo de baja de tasas se apoya en tres puntos. Primero, la caída en la creación de empleo: en los últimos tres meses se generaron en promedio apenas 29.000 puestos netos por mes, y en junio hubo incluso una contracción, lo que sugeriría un mercado laboral debilitado. Segundo, la inflación subyacente se estaría acercando de manera gradual a la meta de la Fed. Y tercero, todavía existe una brecha considerable entre la tasa de referencia y la llamada “tasa neutral” –la que no frena ni acelera la economía– que la propia Fed estima en 3%.

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En los tres puntos, la Fed se equivoca

Los datos de empleo son difíciles de leer por los cambios repentinos en la inmigración. Es probable que el número de puestos necesarios para acompañar el crecimiento poblacional sea menor a 50.000 por mes. Incluso es concebible que, con futuros cambios migratorios, ese número se vuelva negativo: que para mantener el equilibrio demográfico haga falta reducir puestos netos de trabajo.

La tasa de desempleo –que ya incorpora los cambios migratorios tanto en el numerador como en el denominador– suele ser el mejor indicador de la tensión en el mercado laboral. En agosto fue de 4,3%, un nivel bajo, y solo subió una décima en el último año.

El crecimiento salarial cuenta la misma historia: sólido, enfriándose de a poco, y muestra que los datos de empleo dicen más sobre la oferta laboral que sobre la demanda de las empresas.

Un deterioro fuerte del mercado laboral, como sugiere la Fed, debería venir acompañado de más despidos. Pero los despidos mensuales se mantuvieron planos el último año: 1,8 millones, un nivel similar al del mercado caliente de 2019.

En cuanto a la inflación subyacente, estoy más preocupado que la Fed. Aunque la Fed reaccionó tarde en 2021, en 2022 lo hizo con fuerza y logró que la inflación empezara a bajar ese mismo otoño. La inflación núcleo medida por el deflactor del gasto en consumo personal (PCE) cayó unos tres puntos entre la primavera de 2022 y la de 2024.

Pero en el último año casi no hubo mejoras: de abril de 2024 a abril de 2025 bajó apenas 28 puntos básicos. Y lo preocupante es que volvió a acelerarse en el verano: en julio llegó a 2,9%, todavía por encima de la meta y en la dirección equivocada.

Puede que esta suba se explique por aumentos puntuales de precios ligados a mayores aranceles. Pero el consumo –motor central de la demanda agregada– sigue firme. En agosto las ventas minoristas sorprendieron con un alza interanual del 5%.

Esa fortaleza también se refleja en las proyecciones. Economistas de Goldman Sachs esperan un crecimiento del 2,5% anualizado en 2025, y la Fed de Atlanta calcula 3,3% para el trimestre en curso. Ambas estimaciones superan el potencial sostenible de la economía, lo que implica más presión inflacionaria.

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Si se mira empleo, inflación, consumo y actividad general, una tasa de fondos federales de 4,4% no parece estar frenando mucho a consumidores y empresas. La estimación de la tasa neutral de la Fed es equivocada. Para enfriar la demanda, la tasa debería estar por encima del 4%. Sin embargo, la Fed planea bajarla a 3,6% este año y recortar más en 2026. Eso puede recalentar aún más un mercado laboral fuerte y acelerar la inflación. En ese caso, la Fed bajaría tasas ahora para tener que revertirlas en 2026.

A esto se suma la presión política: el presidente Donald Trump sigue amenazando la independencia de la Fed. Un miembro del FOMC incluso prevé cinco recortes más hasta fines de 2025, lo que llevaría la tasa por debajo del 3%. Si los próximos nombramientos van en esa línea, la presión inflacionaria crecería todavía más y aumentaría la probabilidad de que la Fed tenga que volver a subir tasas el año que viene.

Los generales pueden perder la guerra presente por pelear la anterior. La Fed parece estar mirando dos guerras atrás: el mercado laboral débil que siguió a la crisis de 2008 y la tasa neutral baja de esos años. Pero la economía actual es muy distinta, y la Fed todavía no ganó la batalla más reciente: la del regreso de la inflación.

*Director de Estudios de Política Económica en el American Enterprise Institute y autor de The American Dream Is Not Dead (But Populism Could Kill It) (Templeton Press, 2020).

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