OPINIóN
Geopolítica

El mundo que espera a nuestro próximo presidente

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Disputa. La tensión entre EE.UU. y China condiciona el futuro mediato del planeta. | AFP

En este mes de junio culmina la (larga) danza de nombres que definirá los candidatos a las PASO. La sociedad tendrá así la chance de votar a quien será la cabeza del Ejecutivo. Lo que el pueblo argentino no tendrá la posibilidad de elegir es el mundo con el que la próxima presidenta o presidente deberá lidiar. Repasaré aquí brevemente los condicionantes y las oportunidades que el sistema internacional ofrecerá al próximo ocupante del sillón de Rivadavia.

La competencia geopolítica está en su momento más álgido de los últimos 30 años. El primer punto focal de esta se ubica hoy en Ucrania, donde chocan la voluntad rusa frente a Occidente. Por otra parte, EE.UU. y sus aliados tienen una multiplicidad de puntos de quiebre con China en el área de Asia-Pacífico. Nada indica que la competencia generada vaya a disminuir en el tiempo. La guerra en Ucrania tiene todo el aspecto de perpetuarse: ni Rusia ni Ucrania parecen poder lograr la victoria, y se cierne sobre el conflicto el siempre latente peligro de arrastrar a las potencias de la OTAN. En el Pacífico, la competencia con Beijing es una piedra basal del pensamiento estratégico de Washington, y China busca desplazar a los EE.UU. de lo que considera su área de influencia.

Este es el panorama geopolítico estructural cuyas reverberaciones sentirá el mundo entero y a las cuales no podrá escapar nuestro país. Ahora bien, la intensidad que alcance esta competencia será el factor clave en entender al mundo que viene. De continuar en una tesitura similar a la actual, la Argentina podrá seguir con la mayoría de sus compromisos internacionales, pero deberá saber gestionar sabiamente aquellos puntos conflictivos entre las potencias en pugna (por ejemplo, el uso del territorio nacional para operaciones de cualquiera de ellas, compras de armamentos, uso tecnologías sensibles y nuestro papel en organismos internacionales). Sin embargo, si la competencia entre las potencias se agrava, la Argentina sufrirá fuertes presiones para tomar un bando y esto complicará enormemente su accionar internacional. Solo una diplomacia pragmática y sofisticada podrá asegurar el interés nacional en los mares tormentosos de la geopolítica actual.

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El elusivo poder internacional

En este esquema internacional vale la pena indagar brevemente acerca de las naciones más importantes para la Argentina. Brasil, nuestro principal socio comercial de las últimas décadas y mayor economía de América Latina, encontrará un crecimiento económico muy modesto en los próximos años, en gran medida producido por su esfuerzo en hacer descender la inflación. Además, en su tercera presidencia, Lula parece seguir un curso más ideológico que pragmático, y la economía no aparenta ser su prioridad.

China, el otro gran comprador de los bienes argentinos, encuentra una demanda que cada vez gira más en torno a servicios. La compra de commodities como los que ofrece nuestro país tiene una muy moderada perspectiva de crecimiento; esto debería forzar a nuestras autoridades a buscar novedosas vías comerciales frente al gigante asiático.

Estados Unidos enfrenta otra elección crucial en 2024, que responderá a la pregunta de si deberemos lidiar con la continuidad de Biden o la vuelta de Trump u otro candidato republicano. A efectos de nuestras relaciones con Washington, el resultado de la elección presentará a una Casa Blanca más o menos afín al libre comercio y receptiva a los pedidos de la Argentina frente a los organismos financieros internacionales.

La Unión Europea continúa en una situación en la que sus miembros tienen grandes diferencias entre ellos y su interior. Con respecto a nuestro país, lo más importante es saber si el muy dilatado acuerdo de libre comercio Mercosur-UE entrará en vigor. Todo indicaría que esto no sucederá a corto plazo, pero de así serlo, configuraría un cambio drástico en las estructuras comerciales y económicas de nuestro país.

Finalmente, nuestra región se debate entre modelos económicos y políticos muy contrapuestos, sin una orientación básica en común. El diálogo se ha visto cada vez más dificultado, y las instancias de coordinación regionales están muy debilitadas. El estado actual de las diferencias entre las naciones sudamericanas nos enfrenta al dilema de si el concepto de “región” tiene actualmente algún valor.

En síntesis, el o la presidenta que conducirá a la Argentina deberá enfrentar un mundo de escaso crecimiento económico y que se debate entre la inestabilidad y la catástrofe. No se avizora un escenario internacional en el cual multiplicar nuestras exportaciones; al tiempo que recibir grandes créditos o inversiones es ilusorio, por lo menos a corto plazo, debido a nuestra muy pobre credibilidad internacional. El mundo que se abre al próximo gobierno ofrece una única certeza: obliga a un estadismo por parte de nuestros gobernantes que deberá estar a la altura de los desafíos presentados.  

* MA Global Governance University of Delaware, MA Estudios Internacionales UTDT.