El capitalismo, jaqueado en este primer cuarto del siglo XXI desde diversos ángulos por varias de sus típicas crisis sistémicas, se está reconfigurando rápidamente hacia un nuevo estadio post-industrial, post-liberal y post-hegemónico. El mantra de la globalización, prohijado en gran medida por las tecnologías de la comunicación, y que se había convertido en el segundo milenio en el credo dominante de la mayor parte del orbe, ha llegado a su fin.
A la crisis financiera desatada por la burbuja inmobiliaria (2007-2008), se sucedieron prácticamente sin solución de continuidad, la crisis sanitaria derivada de la pandemia del COVID-19, la crisis ecológica resultante del calentamiento global, la crisis geopolítica provocada por la invasión rusa en Ucrania, y en estos días la crisis bancaria desatada por la caída del Silicon Valley Bank y del Signature Bank en Estados Unidos.
Desde ya que cada una de estas crisis volcánicas son el resultado emergente de procesos de larga data que se van incubando en los intersticios, fragilidades, inconsistencias y contradicciones del propio sistema de acumulación.
En la compleja e inestable arena de la política y la economía internacional, agravada por las derivas irresueltas y peligros latentes de tamaños desatinos, hay una reversión de las políticas liberales que caracterizaron el ya lejano y no menos controvertido “Consenso de Washington”.
En efecto, ahora los principales países se organizan en torno a grandes alianzas regionales mediante la constitución de mega bloques comerciales (Unión Europea, T-MEC, RCEP, MERCOSUR, etc.), que actúan en su plano interno como extensas zonas de libre comercio entre países con valores e intereses compartidos (friend-shoring) y en su plano externo como mercados protegidos y relocalizados en torno a sus casas matrices (back-shoring).
Maurizio Lazzarato: “La globalización es fundamentalmente una suerte de dolarización del mundo”
Esta nueva integración regional expresa no solo las razones económicas y comerciales en danza sino fundamentalmente las preocupaciones estratégicas y políticas en liza.
En el "Far East" se pondrá a prueba el futuro de la humanidad
A estas alturas queda claro que Estados Unidos, en defensa de su posición hegemónica crecientemente disputada por China, cambió radicalmente su estrategia política y sus prioridades en la agenda global.
La revitalización de las viejas alianzas de inteligencia militar (QUAD, FIVE EYES) y la creación de nuevos acuerdos de asociación estratégica y económica en el Indo-Pacífico (AUKUS, CPTPP, IPEF), conforman un arco de seguridad de los intereses norteamericanos que va desde Japón y Corea del Sur, en el norte, hasta Australia en el sur, pasando por Filipinas en el sudeste asiático, que da cuenta de la alta sensibilidad y valor estratégico de esta región.
A más de un año de la desatinada decisión política y garrafal error estratégico del autócrata ruso de invadir Ucrania, los desafíos y respuestas que esta feroz guerra híbrida demandan a la comunidad internacional no admiten dilaciones ni vacilaciones.
Mucho menos admiten speculaciones o improvisaciones cuando se trata del respeto a las normas de convivencia y resguardo de valores supremos como la vida y la libertad, la paz y los derechos humanos básicos, la autodeterminación de los pueblos, la soberanía y la integridad territorial, entre otros, pues su permanencia, escalamiento, o simple error de cálculo, no solo agravarán las tensiones y acelerarán las disputas entre las potencias en pugna sino también amenazarán seriamente la paz mundial.
Pero el verdadero escenario de la lucha estratégica, política, militar, económica y tecnológica entre los Estados Unidos y la República Popular China por el liderazgo mundial es la región del Asia-Pacífico, ahí se definirá el nuevo orden internacional, imponiendo sus condiciones, fijando sus prioridades, estableciendo su dinámica, y forjando el destino de la sociedad internacional.
Es en el Far East, parafraseando al célebre historiador británico Arnold J. Toynbee, donde el futuro de la humanidad (¿o del capitalismo?) será puesto a prueba.
* Doctor por la Universidad Complutense de Madrid Magíster en Relaciones Internacionales