OPINIóN
Elecciones 2019

En materia de funcionamiento legislativo la Argentina podría seguir el ejemplo de Texas

Luis Rosales, candidato a a vicepresidente de José Luis Espert, compara el funcionamiento del estado de Texas con Argentina. Los salarios de los legisladores.

Austin, la otra cara de Texas
Austin, la otra cara de Texas | Weekend

Desde el Frente Despertar nos hemos propuesto plantear a fondo los problemas que enfrenta nuestra querida Argentina, sin especulaciones ni urgencias electoralistas de corto plazo. El actual candidato a Presidente, José Luis Espert, desde hace años que viene diagnosticando, pronosticando y recomendando alternativas para explicitar y como él sabe decir, “detonar”, uno a uno estos dilemas principalmente en el área de la economía. En su libro “La Argentina devorada” señala la responsabilidad enorme que le cabe a las tres corporaciones de empresarios prebendarios, sindicalistas y políticos corruptos. El círculo se completa cuando en “La sociedad cómplice” Espert señala que todos somos de alguna manera culpables en el sostenimiento de este sistema que nos devora y destruye desde hace décadas.

Las sociedades que superaron situaciones similares o aún peores que la nuestra lograron salir adelante a través de acuerdos mínimos sobre temas de fondo. Plantearon reformas profundas que gozaron de grandes consensos y que pudieron mantenerse a lo largo del tiempo. Ideas de sentido común que aquí en la Argentina parecen inviables.  Lo que se busca entonces es aprovechar esta campaña electoral para ir planteando temas y asuntos que contribuyan a la discusión y que además nos permitan elevar el nivel intelectual de la política en la Argentina.

El Estado de Texas, con poco menos de 30 millones de habitantes y un PBI de casi dos billones de dólares (4 o 5 veces el argentino), si fuera independiente sería el décimo país del mundo. Una economía muy sofisticada que combina la producción de energía (Houston es la capital mundial del petróleo), campo, servicios y alta tecnología. De no haber transitado por caminos tan tortuosos en las últimas décadas y haber mantenido un rumbo coherente, la Argentina actual podría parecerse bastante al gran estado de la estrella solitaria, como se lo conoce por su bandera

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Con una sociedad conservadora, con enorme influencia e impronta latina, especialmente mexicana, Texas es uno de las grandes locomotoras del crecimiento de los EEUU. Nadie puede dudar que toda esta potencia económica y empresaria, requiere de un soporte y andamiaje legal moderno y coherente, mucho más dentro de un ambiente muy competitivo y abierto al mundo. Lo interesante es que este estado integra junto a otros, la lista de los que en los EEUU tienen Legislaturas part time, que en el caso de la tejana funciona solo 6 meses cada dos años. Los Diputados y Senadores que se reúnen el impresionante edificio del Capitolio de Austin tienen un sueldo aproximado, incluyendo el salario base y el per diem de acuerdo al promedio de días sesionados, de 20.500 dólares anuales, equivalente a 1.700 dólares mensuales (73.000 pesos argentinos mensuales). Solo para comparar, el salario promedio de un operario de almacén en Texas es de 26.478 dólares anuales y el sueldo bruto aproximado de un legislador porteño, por su parte, es de 180 mil pesos argentinos mensuales (4.100 dólares mensuales). Estas incongruencias argentinas se repiten cuando el comparativo se hace con los poderes legislativos de otros países muy avanzados pero mucho más austeros, como el caso de Suiza y su Asamblea Federal con miembros part time que solo sesionan cuatro veces al año o el ultra magro presupuesto que destinan los suecos para sus legisladores, sin asesores, ni secretarias ni autos oficiales. 

La Argentina es un país pobre, o mejor dicho un país rico empobrecido por años de desmanejos y contrasentidos, que no puede darse ciertos lujos. No podemos seguir manteniendo una clase política privilegiada,  escondida detrás del del trabajo legislativo, que para justificarse muchas veces llega al extremo de los festivales de proyectos de declaración ridículos a los que que cada tanto asistimos. Por otra parte, la existencia de tanta gente y estructura destinada a la elaboración de leyes y regulaciones genera un problema adicional: la proliferación excesiva de legislación que muchas veces se traduce en marañas insoportables de reglamentaciones burocráticas que terminan asfixiando cualquier iniciativa.  Ni que hablar del sistema de fueros que ha ido generando una verdadera casta de la que todos son parte. De esta no se salvan ni kirchneristas, ni macristas, ni massistas, ni lavagnistas y sigue la lista. Todo el sistema es cómplice.

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La comparación se vuelve insoportable si se la hace al mismo nivel jerárquico. La enorme cantidad de diputados y senadores full time, con asesores, oficinas, choferes, viáticos, pasajes, que proliferan en nuestras legislaturas provinciales, hace mucho más imperioso avanzar en un replanteo de todo este tema del gasto de la política.

Para cambiar lo primero es reconocer que se tiene un problema y después tener la humildad de escuchar a aquellos que les ha ido bien, como a los texanos, por último acordar la solución y tener la fuerza y convicciones necesarias para ponerla en práctica. Nada más ni nada menos.

* Candidato a Vice Presidente por el Frente Despertar / Espert2019