OPINIóN
Columna de la USAL

Joseph Biden, timonel de tormenta

Si bien logra generar consenso entre la población sobre la manera de combatir la pandemia, necesita el acompañamiento del Partido Republicano que está encolumnado detrás de Donald Trump.

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Joe Biden | afp

Desde chico navego a vela con mi papá por el Río de la Plata, uno de los más desafiantes del mundo por sus vientos cambiantes y pamperos estacionales. De todas las leyes que se aprenden arriba del barco, hay una que está grabada a fuego: el capitán es el que manda. Existe una jerarquía que establece una cadena de conducción que va desde el nivel estratégico hasta el táctico, y que permite una navegación sin inconvenientes.

La mayoría de las veces, la conducción funciona. Cada tripulante comprende cuál es la tarea que le toca, su lugar dentro de la organización necesaria para llevar un navío a destino. En ocasiones, surgen problemas. Generalmente por dos motivos; desacuerdos prexistentes que se agravan en momentos de crisis, o egoísmos personales que devienen en cuestionamientos a la autoridad del capitán. Por una u otra razón, el resultado es el mismo: degradación de la unidad, y con ella la imposibilidad de arribar al objetivo. Es responsabilidad del capitán velar por la primera, y responsabilidad del resto hacer lo que sea necesario para materializar el plan de navegación.

Tropiezo de Biden en el Air Force One despertó la preocupación por su salud

A 100 días de su asunción, Joe Biden es un timonel en tormenta. Estados Unidos está atravesando circunstancias complicadas. Una es común a todos los países del mundo, la pandemia que se presenta en olas y afecta no solo la salud poblacional sino también la económica, y genera la necesidad de acelerar la producción y distribución de vacunas. Requiere enormes inversiones en tecnología y desarrollo de recursos humanos calificados que produzcan conocimiento. Sin embargo, hay otros inconvenientes que son propios de Norteamérica.

Los desacuerdos sobre temas de política doméstica y exterior parecen haberse agravado. Siempre existieron, sin duda, pero la Administración de Donald Trump los habría exacerbado al punto de que cada ciudadano llegue incluso a cuestionar el más común de sus sentidos, el común. Un ejemplo simple que viene en forma de pregunta, “¿Cuándo en la historia de Estados Unidos un presidente en funciones se animó a visitar Corea del Norte?, tal como hizo Trump en 2019. Nunca. Jamás sucedió que un primer mandatario cuestione, mediante una visita simbólica, el status de aquél país como amenaza a la Seguridad Nacional. Le costó el malestar con sus agencias de seguridad y funcionarios de carrera del Departamento de Estado.

"Es increíble que Biden haya lanzado semejante ‘misil verbal’ contra Putin", dijo un experto

El panorama empeora cuando miramos la política doméstica. El asesinato en mayo de 2020 del afroamericano George Floyd a manos de un policía de Minneapolis, desató la ira contenida por asuntos raciales irresueltos. Lo notable fue la magnitud de las protestas que se sucedieron. Un claro síntoma de la importancia que ha recobrado lo racial y su vinculación con la violencia es cómo la promesa de reforma de las fuerzas policiales está condicionando las intenciones de voto de candidatos en las ciudades de Boston, Nueva York, Atlanta, y Minneapolis.

Otro de los temas preocupantes en éstos días y que, insisto, es síntoma del desacuerdo generalizado devenido en prácticas políticas cuestionables en momentos que requieren accionar ejecutivo ágil, es el del filibusterismo. Se trata de una obstrucción del Senado al requerir para la aprobación de una ley una supermayoría, difícil de alcanzar, equivalente a 60 votos a favor de la propuesta. Es un recurso disponible válido que tanto los republicanos como los demócratas han utilizado, pero que es dañino en el contexto de una pandemia que insume recursos y se lleva vidas humanas.

Los desacuerdos sobre temas de política doméstica y exterior parecen haberse agravado. Siempre existieron, sin duda, pero la Administración de Donald Trump los habría exacerbado al punto de que cada ciudadano llegue incluso a cuestionar el más común de sus sentidos, el común.

Biden ha logrado con bastante facilidad que el Capitolio apruebe al paquete de estímulo económico de US$ 1.9 trillones, quizás con ayuda de alguna desinteligencia de los republicanos al no lanzar una campaña más fuerte contra el proyecto. Aprendida la lección y asumiendo la derrota táctica, amenazan con paralizar el brazo legislativo. Lo curioso es que, de acuerdo a recientes encuestas del periódico Político, aproximadamente el 75% de la población norteamericana apoya la ley.

Lo que dijimos antes, especialmente en el último párrafo, nos señala una situación que debería ser tomada como una alarma por los republicanos; gran porcentaje de la población, muchos de los cuales se identifican con el partido, ve positivamente la nueva ley. A pesar de los preocupantes desacuerdos en otras áreas, racial y política exterior hemos mencionado, hay concordancia en que la salud y el bienestar económico son prioridad en el contexto actual. “¿No estará el partido republicano, que tiene como máxima figura a Donald Trump, desoyendo a su electorado?” “¿Es conveniente para el partido despegarse de las necesidades de quienes los votan?”. La política es cínica, pero también necesita de consensos, aunque sean temporales y por conveniencia.

Toque de queda en Miami Beach por la incontrolable llegada de turistas

Biden es un timonel de tormenta. Si estuviese en el Río de la Plata en un velero, diríamos que lo agarró un pampero. Lamentablemente, se enfrenta a algo mucho más severo y necesita que los tripulantes resuelvan, aunque sea temporalmente, sus desacuerdos para llegar a destino.

En una carta al maestro de su hijo, que algunos intelectuales dicen que es falsa, Abraham Lincoln le pide que no lo sobreproteja. En lo que parece una filosofía de vida volcada en un consejo pedagógico, afirma que “solo el fuego hace bueno al acero”.


 

* Por Prof. Lic. Federico G. Dall’Ongaro. Docente de la Universidad del Salvador. Titular del Seminario sobre Política Exterior de Estados Unidos.