Escribimos esta columna desde nuestras diferencias ideológicas. La escribimos también desde la humildad de dos consultores de comunicación política que tendemos a enfocar nuestros análisis desde distintos prismas, pero en esta oportunidad arribamos al mismo destino: la elección a presidente de los Estados Unidos de Norteamérica la perdió Donald Trump.
La administración Trump dejará el poder en enero próximo pese a haber cosechado 7 millones de votos más que en 2016, porque aún sin haber terminado el conteo definitivo, el republicano sacó casi 71 millones de votos frente a los 63 millones que obtuvo con Hillary Clinton como contrincante.
Hay algunos hitos que podrían explicar la convulsionada salida de Trump de la Casa Blanca, pese a la extraordinaria elección del republicano. Veamos:
- Por primera vez en sus tres años de mandato, se gestaba una guerra en suelo norteamericano a la que su líder decidía no hacerle frente. Quizás el 2 de marzo del 2020, cuando Estados Unidos declaró sus primeros 16 casos de Coronavirus, comenzó a corroerse la imagen de la Patria infranqueable, del hombre que ya no sólo dejaba de construir muros para contener la inmigración, sino que hacía caso omiso a un virus que se llevaba vidas de a miles por día. La caótica gestión de la pandemia llevó a Estados Unidos a liderar todos los rankings mundiales en cantidad de contagiados y, peor aún, de muertos por día. El cóctel que mezcló negacionismo e impericia fue letal.
- Su ego y su cerrazón le impidieron ver que estaba yendo en contra de su propio electorado. Preeminentemente rural o de ciudades pequeñas, blancos, mayores de 60. Por poner un solo ejemplo: En Georgia, la cantidad de muertos asciende a 8.389 y la ventaja de Biden sobre Trump es de 9.170 votos. No ganaba un demócrata allí desde 1992.
- Luego de tres años donde alcanzó el pleno empleo y los indicadores económicos estaban verdes en los tableros de Washington y New York, hubo una pandemia que unió todas las piezas del rompecabezas: el desempleo subió estrepitosamente, más de 10 millones de americanos se quedaron sin sus puestos laborales, la salud colapsó y los muertos comenzaron a apilarse en fosas comunes. La sociedad norteamericana, aturdida por ese cóctel siniestro, veía a su presidente enfrentado con alcaldes y gobernadores, en vez de enfrentar al virus.
- El asesinato de George Floyd y la escalda de violencia de una sociedad que se terminó de indignar, y pese al Covid decidió salir a la calle. El #BlackLivesMatter empezó a empujar el umbral de lo posible. El guiño a los supremacistas blancos en el debate presidencial fue la gota que rebalsó el vaso.
- No le quedó nadie con quién pelearse: periodistas, medios de comunicación, sus propios asesores, científicos, activistas, Twitter, Facebook, Google, etc.
- Los rivales también juegan: un católico de origen irlandés (como Kennedy, pero con menos oratoria y empatía) maridó muy bien con una mujer negra de gran empuje y carisma. Fue una campaña de contraste: somos todo aquello que no es ni representan Trump.
Biden es el nuevo presidente y los memes no perdonaron a Trump
Hasta el 20 de enero, día de la investidura oficial frente al Capitolio, todo será vértigo y suspenso. Presentaciones judiciales, recuento de votos y una salida cinematográfica de la Casa Blanca.
El reality show del hombre que no sabe perder se va terminando y entran a escena el experimentado Biden y la talentosa Harris. Todo será cuesta arriba para ellos: tendrán que lidiar con una mayoría finísima en la Cámara de Representantes, un senado aún en disputa, un Tribunal Supremo con mayoría conservadora y una población partida en dos y armada hasta los dientes.
Les tocará gobernar en un campo minado de odio, desconfianza y peligros. Porque Trump perdió. Pero el trumpismo sigue y seguirá ahí. Igual que el virus.
Para ellos también tendrán que gobernar. En definitiva, ahí está el reto: volver a ser Estados Unidos de América y no un mapa pintado de azul en los márgenes y de rojo en la franja central.
*José Ferrentino (@pepeferrentino). Fernando Pittaro (@ferpittaro). Consultores en comunicación política. PERCIPI Consultora.