OPINIóN
4 años después

Gran Buenos Aires, gran inseguridad

El ministro de Seguridad termina su gestión sin un “Berni presidente” ni un “Berni gobernador”, “como tampoco tuvimos ‘Berni Ministro de Seguridad’”. Nadie considera que la seguridad de hoy es mejor que la de ayer. ¿Por qué se llegó a esto luego de la fastuosa inversión que el ministro provincial anunció?

Sergio Berni
Sergio Berni | NA

Vamos y venimos con el maquillaje. Los partidos del Gran Buenos Aires claman a gritos de lamento por seguridad y por funcionarios probos en esa materia. Las corridas en moto, el arrebato, los golpes, las lesiones, el chirrido de las ruedas de automóviles robados en su huida, dejan hombre, mujer o niño con su orgullo herido, lesionado, cuando no en cadáver.

¿Cuánto más el ciudadano común, ese hombre y mujer trabajadora, estudiante o profesional laburante debe soportar la ineficacia y falta de capacidad de las autoridades del ministerio de seguridad y de su policía “muda” en la provincia de Buenos Aires?

Es común ver a los vecinos salir de su casa o departamento a pasear su perro, a realizar las compras del supermercado chino, a buscar a su hijos a la parada del bus o al kiosco con lo mínimo e indispensable de dinero, sin DNI, y por supuesto, si lo puede evitar, sin celular. 

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Gran Buenos Aires, gran inseguridad 

La Policía de la provincia de Buenos Aires perdió el rumbo, perdió el dominio del terreno, muy seguramente entre otras cosas, porque quien debe darle el marco de actuación en las políticas públicas de seguridad no sabe, no tiene la inteligencia, el coraje, y la determinación de luchar contra la inseguridad y el narcotráfico.

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Mala combinación. Un ministro funcionario político, funcional a sus intereses, amante del culto personal para cubrir ineficacias y falencias, paseador de autoridad y conducción de la que carece, sumado a una conducción policial inexistente, muda, obsecuente por conveniencia al mando de una institución que con los años se subió lentamente  al podio de la corrupción junto a sus primos policiales de Santa Fe, con una policía cuyo negocio hoy es estar muy cerca del accionar del narcotráfico. ¿Qué puede salir mal? 

Termina la gestión y actuación de casi cuatro años. No hubo posibilidad de “Berni presidente”, de “Berni gobernador” como tampoco tuvimos “Berni Ministro de Seguridad”. Todo falló. Error de cálculo. Nos mostraron a un señor matoneando con pistola a la cintura, dando órdenes en el terreno como si fuese o creyéndose policía, a un motoquero sesentón, a un karateca que no ataja piñas, a un señor que entrega la misma camioneta policial varias veces en el día en distintos lugares. Lo dice el refrán: Hay personas que exaltan aquello de lo que carecen.

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Malas y equivocas decisiones por desconocimiento y falta de capacidad. Sostener e incrementar al infinito lo que era una incipiente creación de la UTOI (Unidad de Tropas de Operaciones Inmediatas) de la administración anterior fue un error grave. Nutrir de miles de policías, aunque mal entrenados y capacitados, a esa unidad de “elite” le quitó a la sociedad la posibilidad de contar con más policías de calle que cubrieran las reales necesidades de prevención. ¿Para qué? ¿Para tener una guardia pretoriana a su disposición en un lugar como Puente 12 convertido en un símil chatarrero cubierto de contenedores metálicos? Son oficinas administrativas que contienen a todo el personal policial que se hace venir a trabajar desde la ciudad de La Plata. Pareciera que las instalaciones del inmenso ministerio situado en La Plata sobran.

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No se escucha a nadie que diga o considere que la seguridad de hoy es mejor que la de ayer. Que el miedo de hoy y la precaución en la calle es menor hoy que la de hace años atrás. ¿Por qué se llegó a esto luego del fastuoso gasto en seguridad que el mismo ministro dijo que hizo? 

¿Por qué la policía de la provincia de Buenos Aires sigue siendo vista hoy por el ciudadano como parte del problema y no de la solución?

 

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La sociedad le dice basta a esta seguridad de cartón. Los índices delictuales se pueden mover, torcer y hasta maquillar si fuese necesario, pero lo que se observa y lo que duele es la violencia desatada e incontrolable en la concreción del delito y el estar siempre detrás del delincuente, sin adelantarse a sus acciones delictivas. El no ser proactivamente profesional.

Otros cuatro años perdidos en la transformación y refundación de la más grande policía de la Republica Argentina. Noventa y cinco mil hombres y mujeres que no se sienten parte de esta, donde hoy se cuenta con más personas que se visten de policías que oficiales de verdad con sentimiento y vocación.

Nuevamente cobra vida la frase que hace años vengo repitiendo: 
“ningún ministro de seguridad de los últimos treinta años dejó una mejor policía o seguridad pública que la que recibió”. Ninguno pensó en políticas de estado, no de gobierno, que trascendieran sus cuatro años de gloria para pasarle la posta al gobierno siguiente.


*Especialista en Seguridad Pública, Analista en inteligencia delictual y lucha contra el narcotráfico