A poco ya de haberse cumplido los primeros 200 días de gobierno de Alberto Fernández, es interesante analizar el derrotero del Presidente en el complejo campo de la opinión pública argentina. Lo peculiar de este análisis es que el hecho más significativo y disruptivo del año, la declaración del aislamiento social a fines de marzo, divide en mitades prácticamente iguales a la incipiente gestión presidencial: 100 días pre cuarentena, y 100 días en cuarentena.
Comencemos por la segunda mitad. El inicio de la pandemia en Argentina encontró a Alberto Fernández todavía con el viento de cola característico del inicio de las nuevas presidencias y el consecuente recambio de expectativas, lo que se conoce como “luna de miel”. En este contexto de aprobación general, la opinión pública premió dos decisiones en las cuales el Presidente tempranamente tomó la iniciativa. En primer lugar, en términos sanitarios, una cuarentena estricta orientada a reducir la cantidad de contagios y las víctimas fatales de coronavirus. Luego, en un sentido más político y simbólico, la moderación y los gestos de diálogo y unidad entre el oficialismo y la oposición en la gestión del aislamiento. Los anuncios y conferencias de prensa de Kicillof, Rodríguez Larreta y el propio Fernández ilustran perfectamente este cuadro de situación: medidas firmes, orientadas a preservar vidas, sin “grieta”.
Economía, claves para volver a la normalidad
Así las cosas, durante los primeros días de abril Alberto Fernández tuvo su pico de popularidad, con indicadores de aprobación cercanos al 80%, tanto en la valoración de su gobierno como en la consideración de su imagen. El oficialismo logró mantener su caudal electoral, y le agregó el apoyo de buena parte de los votantes opositores, incluso de aquellos que habían optado por Juntos por el Cambio en 2019. En este sentido, el Presidente ganaba autonomía, generando un estilo propio, y diferenciándose del liderazgo de CFK.
¿En qué se parecen los primeros 100 días pre-pandemia y estos 100 días de cuarentena del Gobierno? El punto en común es el económico. El presidente Fernández asumió con un mandato claro, ordenar y reactivar la economía; y si bien las evaluaciones sobre la situación económica del país nunca llegaron a ser favorables, sí había cierto optimismo y confianza da cara al futuro. Estos 100 días de pandemia y cuarentena vienen dañando justamente este combustible simbólico de la economía, las expectativas. De abril a esta parte, crecen sostenidamente las opiniones desfavorables sobre el futuro de la economía del país.
Coronavirus: el Gobierno porteño brindó detalles sobre la evolución de contagios
En la medida que pasa el tiempo y la extensión de la pandemia ya parece configurar una nueva normalidad, el miedo y la preocupación inicial por el coronavirus pierden protagonismo. Hoy la lupa está puesta en la incertidumbre tanto sanitaria pero fundamentalmente económica, en cómo quedará la economía del país. Según los últimos datos de encuestas publicados por Opinaia, más de la mitad de los argentinos afirma que le falta dinero o recursos laborales, un 40% reconoce que su economía personal y familiar va a sufrir grandes dificultades, al tiempo que también 4 de cada 10 admiten que ya se han tenido que endeudar producto de este contexto.
A pesar de las expectativas favorables iniciales, las políticas sanitarias y el consenso político alcanzando, hoy la popularidad presidencial se encuentra en descenso. Sigue habiendo apoyo, tanto a la gestión presidencial como a la cuarentena, pero éste es más moderado y frágil, sobre todo en el electorado más afín a Cambiemos. En este segmento, el episodio sobre la eventual expropiación de Vicentin generó alarma y rechazo, complicando la valoración del Presidente.
La economía empieza a preocupar más que la pandemia
Los próximos 100 días de la gestión Fernández los podremos pensar a partir de la interacción de tres factores: la evolución sanitaria, el cansancio social y la economía. Para entender la evolución de la aprobación de la tarea presidencial habrá que monitorear el impacto económico en conjunto con el impacto sanitario y emocional de la pandemia. Es decir, puede haber cansancio con la cuarentena pero si aumentan las cifras de contagios y víctimas fatales, el aislamiento gana apoyo y legitimidad como recurso para hacerle frente al Covid-19. Asimismo, buena parte del impacto anímico se retroalimenta con las consecuencias económicas de la pandemia, sobre todo en términos de empleo. Es esperable entonces que cuanto más adversas sean las condiciones económicas, mayor sea la caída del ánimo social, y entonces la popularidad presidencial se vea seriamente amenazada.
* Politólogo y docente (UBA). Gerente de Opinión Pública en Opinaia | @opinaia