OPINIóN
El Estado empresario

El populismo nos ha convencido de que el Estado debe hacer las cosas que deben hacer los privados

Cuanto mayor sea el rol empresario del Estado más injerencia tendrá en el sector privado, mayores recursos dilapidará, más poder brindará a los gobernantes de turno y más se debilitarán los derechos individuales.

Casa Rosada
Casa Rosada | Juan Obregón

En Derecho Constitucional se dice que el Presidente es el Jefe de Estado, el Jefe de Gobierno, el Jefe de la Administración Pública y el Comandante en Jefe de las FFAA. Pues bien, a ello habría que agregar que es el CEO de una megacorporación económica con empresas petroleras, financieras, bancarias, inmobiliarias, comunicacionales, de transporte y mil etcéteras más, lo cual explica en gran parte el tremendo poder del Presidente de turno.

Solo con las acciones que tiene el ANSES el Estado es parte de empresas como Clarín, Aluar, Molinos, San Miguel, Bancos Macro, Galicia, Francés y Patagonia, Siderar, Telecom, Edenor, Alpargatas, Ledesma y muchas más, de manera que participa en el negocio de la exportación de limones, la impresión de diarios, la fabricación de acero, de aluminio, telefonía, shoppings, cemento, hormigón, zapatillas, construcción, agroindustria, countries, azúcar, alcohol, autos, hamburguesas y productos de limpieza, entre otros.

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Un Estado empresario, sea porque tiene empresas estatales o porque interviene en empresas privadas, es una receta infalible para el subdesarrollo.

En principio, un Estado empresario es una contradicción de términos ya que el empresario arriesga capital propio mientras que el Estado arriesga capital ajeno, que se extrae compulsivamente de los contribuyentes a través de los impuestos.

Además, el empresario compite en igualdad de condiciones con sus pares mientras que el Estado no, ya que cuenta con el enorme arsenal estatal como son los subsidios, los recursos que cubren pérdidas, la obligación de contratación (agentes estatales que deben tener obligatoriamente la cobertura de IOMA y cuenta en el Banco Provincia, por poner solo dos ejemplos simples), etc. Por eso el Estado empresario constituye una flagrante violación al derecho constitucional de defensa de la competencia.

El populismo nos ha convencido de que el Estado debe hacer las cosas que deben hacer los privados, borrando así los límites entre uno y otro, límites fundamentales para la efectiva vigencia de los Derechos Humanos, promoviendo un abuso de poder casi incontenible.

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Tampoco debe caerse en el argumento facilista pero falso según el cual la intervención estatal se justifica si la empresa en la que invierte da ganancia. Es un argumento extremadamente peligroso porque convalida la intervención en cualquier negocio rentable, por lo que no quedaría excluido el polirrubro de la esquina, lo que abre las puertas a estatizaciones encubiertas en casi cualquier rubro.

Cuanto mayor sea el rol empresario del Estado más injerencia tendrá en el sector privado, mayores recursos dilapidará, más poder brindará a los gobernantes de turno y más se debilitarán los derechos individuales.

Por eso se impone reducir drásticamente la gigantesca intervención estatal en el ámbito empresarial y la solución es fácil: vender o cerrar las empresas estatales (como en su momento propusimos a nivel provincial con Astilleros Río Santiago) y vender las acciones de empresas privadas que tiene a través del ANSES o de cualquier otro mecanismo.

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Para finalizar cabe recordar dos magistrales pensamientos del maestro Alberdi: “El gobierno no ha sido creado para hacer ganancias, sino para hacer justicia; no ha sido creado para hacerse rico, sino para ser el guardián y centinela de los derechos del hombre, el primero de los cuales es el derecho al trabajo, o bien sea la libertad de industria". y “Un comerciante que tiene un fusil y todo el poder del Estado en una mano, y la mercadería en la otra, es un monstruo devorador de todas las libertades industriales.”

 

* Guillermo Castello. Presidente del bloque de diputados de Avanza Libertad en la legislatura bonaerense.