OPINIóN

La Argentina discute el pasado, pero el futuro ya llegó

El mundo cambió y quienes no logren adaptarse a esa mutación estarán en serios problemas. No se trata de gustos o preferencias sino de situaciones que demuestran hechos consumados.

Día de Internet 20210514
Internet | Agencia Shutterstock

El mundo cambió y quienes no logren adaptarse a esa mutación estarán en serios problemas. No se trata de gustos o preferencias sino de situaciones que demuestran hechos consumados.

Los países deberán adaptarse y reinventarse para sobrevivir y rearticular proyectos a futuro.

La pandemia sólo aceleró en años algunos procesos que ya estaban en marcha y al mismo tiempo desnudó las falencias estructurales que conviven en nuestra realidad contemporánea.

Las viejas recetas ya no sirven para hacer frente a nuevos escenarios y las certezas han dejado paso a un cúmulo de incertidumbres.

No hay tiempos mejores o peores, son los tiempos que nos tocan vivir

La tendencia globalizadora se vio entrelazada con nacionalismos tardíos y organismos supranacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), Unión Europea, Organización Mundial de la Salud (OMS) se vieron impotentes ante nuevos desafíos y conflictos.

Cuando hay problemas globales, las posibles soluciones no pueden ser locales, es por eso, que, todas las estructuras pensadas y creadas en siglos anteriores se ven cuestionadas.

La revolución tecnológica y la cuestión ambiental son los dos ejes que surcarán todas las políticas que se implementen de ahora en más y deberán figurar en los próximos años en todas las agendas de los gobiernos.

No son temas para nada abstractos, sino que, por el contrario, están ligados directamente a la economía, a la producción y al índice de desarrollo humano.

Filter drop y la vida real: la peligrosidad de los filtros de belleza en las redes sociales

Si hablamos de tecnología, eso lleva a internet de las cosas, a la robotización, al big data y al relacionarla con la cuestión ambiental nos conecta con las energías limpias, con la eliminación de los combustibles fósiles, la mitigación de la desertificación y del calentamiento global.

Este escenario subrayará las condiciones de vida de las poblaciones y revelará como se sitúan los países a la hora de generar empleo y dar un marco mínimo que asegure a sus habitantes la mejor existencia posible.

Este camino obligado no será un lecho de rosas. La cuestión tecnológica no es la pintura romántica y bohemia de los orígenes de internet y el debate ambiental entrecruza múltiples intereses contrapuestos.

El mundo digital aparece dominado por pocas manos y en una concentración de poder e información que preocupa a los países, lo que les plantea un gran desafío con importantes cuestiones a resolver, como la manipulación de datos, los derechos de autor, la libertad de información y de expresión.

Alberto Barbieri, rector de la UBA: “Nos debemos una política de largo plazo de inversión en investigación e innovación”

La cuestión ambiental por su parte enfrenta un punto de no retorno. Ya no hay tiempo para documentos y declaraciones grandilocuentes que no conducen a nada. La temperatura del Planeta continúa incrementándose y es el momento de tomar decisiones de fondo. Esto plantea un compromiso de cambios estructurales que no todas las naciones están dispuestas a impulsar.

En lo que se refiere al control de las plataformas digitales, no todos los países tienen el mismo objetivo. No es igual el caso de un país que su preocupación se basa en la cuestión de derechos violados o al menos puestos en jaque, que otro donde su accionar se centra en el miedo a perder el control de pensamiento de sus ciudadanos.

Mientras en los países europeos, Australia y en los Estados Unidos, las iniciativas pasan por la defensa de derechos de competencia, derechos de autor y resguardo de la privacidad; en Rusia la preocupación se centra sobre todo en mantener el control político de la población. El caso de China es significativo porque apunta a una ley antimonopolio, pero se reserva el derecho del  control estatal del flujo informativo.

En todo el mundo aparecen proyectos para limitar el accionar de plataformas como Google, Facebook o Amazon. En este sentido, Europa impulsa normas que tienden a restringir la inteligencia artificial, Australia aprobó una ley por la que Facebook y Google deberán abonar derechos informativos a editores de noticias, Gran Bretaña piensa en un ente de regulación tecnológica y Rusia directamente bloqueó twitter.

El senado busca aprobar la ley de financiamiento en tecnología y ciencia

Con este panorama, es imprescindible preguntarse dónde está parada la Argentina. A lo largo de la historia hemos dejado pasar varias oportunidades. En líneas generales, nuestra dirigencia adolece de una visión de mediano y largo plazo y gran parte de ella, sigue atada a preconceptos de un mundo que ya no existe.

Esas visiones anacrónicas y cortoplacistas impiden el despegue de nuestro país, con serios problemas en lo que hace a infraestructura, transporte y comunicaciones, con una matriz energética aún basada en combustibles fósiles y con autoridades con tendencias suicidas que le ponen palos en la rueda a las empresas de software, aplicaciones e informática, además declararle la guerra sin cuartel a la producción agropecuaria.

Si no queremos retroceder aún más, si no queremos desaparecer de la faz de la Tierra, debemos pensar en el futuro próximo e invertir en educación de calidad e investigación e implementar políticas de Estado inteligentes y sustentables. No se trata de algo lejano, sino de la década que transitamos, porque nosotros, en la Argentina, lamentablemente, aún seguimos discutiendo los siglos XIX  y XX, pero no nos damos cuenta que el futuro ya llegó.

 

 

* Lic. Guillermo Saldomando. Consultor. Profesor. Periodista.