OPINIóN

¿Hay vida política después del ajuste?

La sociedad se cuestiona si soportará el nuevo sacrificio que le pide la administración libertaria. Javier Milei se encuentra en la encrucijada de cruzar el Rubicón del ajuste y salir políticamente indemne.ñ

Damián Di Pace: “La novedad es que el ajuste esta vez también lo paga la política”
Damián Di Pace: “La novedad es que el ajuste esta vez también lo paga la política” | TELAM

La llegada meteórica de Javier Milei a la presidencia representa una serie de singularidades en las historia política argentina. Este aluvión político le permitió, en menos de dos años, acceder a la Casa Rosada sin aparato político, sin controlar una sola gobernación o intendencia importante y con apenas 38 diputados y 7 senadores. A pesar de su condición de outsider, pudo derrotar de forma categórica al peronismo y a la coalición de Juntos por el Cambio, que habían monopolizado la competencia política en los últimos 20 años.

Otra característica distintiva del nuevo presidente es que estamos ante el primer político argentino en alcanzar el vértice del poder con un discurso explícito de reducción del Estado, ajuste económico y austeridad fiscal. En la política democrática en general, pero en Argentina en particular, los gobiernos han intentado evitar sistemáticamente los programas de austeridad. Desde un cálculo estrictamente político, esta inclinación es entendible: mientras los programas de ajuste tienen costos sociales inmediatos, los beneficios -la estabilización de la economía y baja de la inflación- son diferidos.

La presidencia argentina parece presentar incentivos para maximizar los recursos del presente (por ejemplo vía gasto público y crédito externo) y diferir los costos que demandan los desajustes económicos para el siguiente mandato. Que pague el que sigue.

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Por ideología, condicionamientos objetivos del contexto de asunción, o una mezcla de ambos factores, Milei propone otra hoja de ruta: la de un programa de shock durísimo, que incluye un ajuste fiscal del orden del 5% del PBI en un año. ¿Soportará la sociedad argentina, que ya viene extenuada tras 10 años de inflación, estancamiento económico e ingresos deprimidos, el nuevo sacrificio que le pide la administración libertaria? ¿Podrá Milei cruzar el Rubicón del ajuste y salir políticamente indemne?

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Para responder esta pregunta, recopilamos información sobre la suerte política de los presidentes que implementaron programas de estabilización económica en América Latina en contextos democráticos. Entendemos como planes de estabilización a aquellos programas que establecen como meta estratégica -con independencia del resultado efectivo que haya tenido dicho programa- la baja considerable de la inflación, para lo cual se subordina al resto de las variables económicas y que en la gran mayoría de los casos incluyen correcciones fiscales.

¿Hay vida política después del ajuste?

Para medir el desempeño político de estas experiencias tomamos en cuenta dos variables. Por un lado, la supervivencia presidencial, entendida como la conclusión en tiempo y forma, según los preceptos constitucionales, del mandato presidencial. Por el otro, el éxito electoral del oficialismo, codificado como positivo en aquellos casos en los que se registraron victorias del partido del presidente en las elecciones nacionales inmediatamente posteriores a la implementación del plan de estabilización.


Planes de estabilización y desempeño político en la región

País

Presidente

Programa

Año

Supervivencia presidencial

Victoria electoral del oficialismo

Argentina

Raúl Alfonsín*

Plan Austral

1985

No

Argentina

Raúl Alfonsín

Plan Primavera

1988

No

No

Argentina

Carlos Menem

Plan Bunge y Born; Plan Bonex; Convertibilidad

1989/ 1990/ 1991

Argentina

Mauricio Macri

Acuerdo FMI

2018

No

Bolivia

Víctor Paz Estenssoro

Nueva Economía Política

1985

No

Brasil

José Sarney

Plan Cruzado // Plan Bresser // Plan Verao

1986/1987/ 1989

No

Brasil

Fernando Collor de Melo

Collor I y II

1990/1991

No

No

Costa Rica

Luis Monge

Plan Monge

1982

Ecuador

Rodrigo Borja

Plan Nacional de Emergencia 

1988

No

Ecuador

Sixto Durán-Ballén

Plan Macroeconómico de Estabilización

1992

No

Ecuador

Jamil Mahuad

Dolarización

2000

No

No

Guatemala

Vinicio Cerezo

Plan de Reordenamiento Económico y Social

1986

No

Nicaragua

Daniel Ortega

Plan Ortega

1988/ 1989

No

NIcaragua

Violeta Chamorro

Plan Mayorga // Plan Lacayo

1990/ 1991

Perú

Alan García

Plan García

1985

No

Perú

Alberto Fujimori

Fushishock

1990

República Dominicana

Joaquín Balaguer

Plan Balaguer

1990

Uruguay

Luis Alberto Lacalle

Plan Braga

1990

No

Venezuela

Carlos Andrés Pérez

El gran viraje

1989

No

No

Venezuela

Rafael Caldera

Agenda Venezuela

1996

No

 

 

 

 

Tasa de supervivencia presidencial: 78,9%

Tasa de éxito electoral del oficialismo: 30%

Fuente: Elaboración propia en base a Palazzo, Rapetti y Waldman.​ *Se tomaron los planes Austral y Primavera de la presidencia de Alfonsín como casos separado,s porque Argentina es el único país de la lista que celebra elecciones legislativas de medio término. Por lo tanto se puede medir el éxito o fracaso electoral de cada plan de estabilización por separado.
 

Si se mira la tabla, se advierte que la mayoría de los casos de estabilización se concentraron en la década del ´80 y ´90 y solo hay un antecedente de programa de estabilización reciente (Macri 2018 en Argentina). Ocurre que mientras el grueso de la región dejó atrás el problema inflacionario, nuestro país sigue atrapado en la inestabilidad económica crónica.

"Uno de cada cinco mandatarios que encararon planes de estabilización no completaron su turno presidencial"

La información recolectada arroja una conclusión clara: los programas de estabilización suponen una apuesta arriesgada para los presidentes. 1 de cada 5 mandatarios que encararon planes de estabilización no completaron su turno presidencial. Raúl Alfonsín, Jamil Mahuad, Fernando Collor de Mello y Carlos Andrés Pérez se quedaron a mitad del río sin llegar a la otra orilla. Los desenlaces de estas presidencias han sido variados: Alfonsín no logró detener la dinámica inflacionaria y entregó precipitadamente el poder; Mahuad fue derrocado por los militares en medio del caos social y económico gatillado por la dolarización; Collor de Mello y Pérez fueron destituidos en juicio político por el Congreso, el primero acusado de corrupción, y el segundo, acorralado tras el Caracazo.

Los costos políticos de los programas de estabilización económica se observan con mayor precisión en el momento electoral posterior a su aplicación.  Solo en 3 de cada 10 casos el oficialismo fue revalidado en las urnas tras haber implementado programas de estabilización.

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En circunstancias económicas apremiantes como la argentina en la actualidad, los presidentes enfrentan un dilema sin solución: ajustar implica costos sociales; no hacerlo, también (el riesgo de ingresar en una hiperinflación). En política no hay decisiones fáciles.

En la década del ´80, Margaret Thatcher popularizó en el Reino Unido el acrónimo TINA (There is no alternative) para justificar el desmantelamiento de las instituciones de bienestar social, los recortes del gasto público y la desregulación económica, entre otras medidas orientadas al mercado.

Este domingo, Milei repitió el mantra: “No hay alternativa al ajuste y el shock”, ante una multitud que celebraba la consigna de que “no hay plata” y gritaba “motosierra”. ¿Podrá el flamante presidente libertario reorganizar las relaciones entre Estado, mercado y sociedad, como hicieron Thatcher y Menem? ¿O, como Alfonsín y Carlos Andrés Pérez, quedará atrapado por las esquirlas del ajuste, la furia social y el descalabro inflacionario? La pregunta no tiene respuesta. Milei se juega en estos 4 meses la fortuna de sus 4 años de gobierno. 

*Politólogos, Universidad de Buenos Aires.