OPINIóN
Elecciones 2021

Manuales de campañas: de Retórica o Falacias y Eufemismos

Ya sean textos preminentemente orientativos o preventivos, en ambos casos, buscan ordenar el discurso sobre un contexto que impone restricciones a los relatos.

Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta: se anticipa la campaña electoral 2021-23.
Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta: se anticipa la campaña electoral 2021-23. | Télam

Las dos fuerzas electorales más importantes del país ya cuentan con sus manuales de campaña. Ya sean textos preminentemente orientativos o preventivos, en ambos casos, buscan ordenar el discurso sobre un contexto que impone restricciones a los relatos. No todo puede decirse sin correr el riesgo de quedar fuera de lo central en la agenda pública. E incluso, del ridículo, algo que ha emergido con cotidianeidad últimamente en el discurso presidencial.

Lo más interesante es que, en algún caso, queda expuesto cómo se piensa políticamente desde una visión piramidal qué le importa y valora el electorado. A modo de ejemplo: Si le importaría la economía, salud, trabajo pero no tanto justicia, corrupción o política internacional. Eso lo decide una cúpula política.

Cual fuera el enfoque, desnuda estrategias políticas y avizora las tácticas de la oratoria y narrativas de los candidatos, actos que nos permiten visibilizar y transparentar los esfuerzos de conducción y dominio sobre el pueblo.

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Pero lo importante a dar visibilidad es que sin perjuicio de las estrategias de cada frente o coalición no emerge cuál es la ética política aplicada a la búsqueda de un discurso robusto en datos, hechos concretos, verdad, sino todo lo contrario, surgen eufemismos, metáforas irreales, las falacias de todo tipo y color, los imaginarios y constructos idealistas sin asidero en la realidad.

Y lo más importante de todo esto es que el lenguaje político es un lenguaje performativo que construye o sostiene identidad, por tanto también diversidad y una decisiva distinción del candidato respecto de quien sería nuestro opositor. Además, llama a la acción, lo cual es su objeto específico al persuadir o disuadir una acción de parte de los militantes o adherentes.

Para finalizar, recuerdo que la especialista Patricia Nigro en sus clases nos resumía con maestría que el lenguaje político, a criterio de Álex Grijelmo, transforma la realidad a su conveniencia y eso tiene estricta relación con lo que bien expresa otro importante exponente de los estudios de retórica, Roberto Marafioti, cuando dejar claro que a las palabras no se las lleva el viento, quedan, y son parte de nuestra opinión o sentido común.

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Motivo por el cual, en todo estos manuales, el criterio ético de buenas prácticas queda en stand by. No es el eje de lo argumental que pueda elevar la calidad de los debates y posturas sostenidas en datos y valores que posicione con mejor reputación a los dirigentes que los expongan.

Lamentablemente, ojalá no ocurra esto, quedaremos nuevamente inmersos en eufemismos, disyuntivas mal planteadas, soluciones falaces y discursos grandilocuentes que nacen en egos incontrolables. El resultado de esto es que el debate de falacias y eufemismos clausura todo tipo de entendimiento, empobrece la deliberación y pone en riesgo la democracia.

Por todo esto, necesitamos tomar conciencia de la importancia de la retórica y las buenas prácticas en oratoria política para comenzar a mejorar la conducta dirigencial.