OPINIóN
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Kazajistán en la encrucijada digital

El presidente Kassym-Jomart Tokayev impulsa un plan para convertir al país en una “nación totalmente digital” y "hub regional".

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Líderes religiosos se reúnen en Kazajistán septiembre 2025. | Gentileza Comunidad Musulmana Ahmadía en Argentina

PARÍS/TOKIO – A comienzos de septiembre, el presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, anunció un ambicioso plan para transformar a su país en una “nación totalmente digital” y en un centro regional de conectividad. En varios aspectos, ya se han logrado avances notables, con una penetración de internet cercana al 93%, comparable a la de Alemania. Sin embargo, pese a la infraestructura relativamente desarrollada, existen dependencias estratégicas y vulnerabilidades que pueden limitar esas aspiraciones.

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El ecosistema digital refleja el lugar de Kazajistán como principal economía de Asia Central. Según un informe de la Internet Society, el país opera 212 sistemas autónomos, más del doble que Uzbekistán, y dispone de unos 3,2 millones de direcciones IPv4, millones más que cualquier otro vecino.

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Dos grandes grupos dominan el mercado: la estatal Kazakhtelecom, que atiende al 38% de los usuarios, y el VEON Group, que controla otra porción significativa a través de Beeline y TNS-Plus. Este duopolio permitió un rápido despliegue de infraestructura, pero la concentración limita la innovación.

Además, el gobierno mantiene un monopolio sobre el tráfico internacional a través del KAZ-GOV-IX, que maneja más de 350 Gbps en 18 ciudades. Si bien la eficiencia operativa es alta, la falta de competencia frena el desarrollo de una economía digital sólida.

La dependencia de Rusia es uno de los mayores problemas. Kazajistán cuenta con 17 conexiones de fibra óptica con ese país, frente a solo dos con China y cinco con otros vecinos. Aunque existen vínculos directos con Fráncfort y Hong Kong, la mayoría de los proveedores locales dependen de Rostelecom y Transtelecom, lo que hace que cerca del 95% del tráfico internacional fluya por Rusia. Esto genera vulnerabilidades: cuando proveedores estadounidenses como Cogent y Lumen dejaron de servir a empresas rusas tras la invasión de Ucrania en 2022, los usuarios de Asia Central sufrieron riesgos de degradación de red.

El gobierno lanzó el proyecto “Internet Accesible”, de 1.100 millones de dólares, cuyo eje es el Cable de Fibra Óptica Transcaspiano, previsto para 2026. Este “Camino de la Seda Digital” conectará Kazajistán con Azerbaiyán y ofrecerá una ruta alternativa hacia Europa vía Georgia y Turquía, evitando redes rusas y chinas. También permitirá obtener ingresos como corredor de datos entre Europa y Asia.

Otra estrategia es usar más la red Transit Silk Road de China Telecom, que une Fráncfort con Hong Kong. Pero ello implicaría sustituir una dependencia por otra, sometiendo los datos kazajos a la censura y vigilancia de Pekín.

El internet satelital aparece como tercera alternativa. El gobierno coopera con Starlink y Eutelsat-OneWeb para conectar áreas rurales, pero prohíbe el uso privado de estos servicios, ya que no cumplen con la exigencia de monitoreo estatal de contenidos. De hecho, las autoridades han cerrado internet varias veces por motivos de “seguridad nacional”.

El mayor obstáculo, señalan los autores, puede ser la obsesión oficial por el control estatal. El apagón de internet de enero de 2022, en plena protesta social, dañó la reputación internacional del país como socio digital confiable. A ello se suma la presión para que los ciudadanos instalen certificados raíz que habiliten la vigilancia estatal de tráfico cifrado, algo bloqueado por los principales navegadores.

Las restricciones a la inversión extranjera y el control de los puntos de intercambio de tráfico frenan el desarrollo de interconexiones neutrales. El futuro digital de Kazajistán dependerá de que el gobierno afloje su control y promueva apertura, competencia y neutralidad técnica. De lo contrario, será difícil competir con Azerbaiyán, Turquía y Georgia, que buscan ser hubs regionales, o con potencias como Singapur y los Emiratos Árabes Unidos, con marcos regulatorios más atractivos.

La experiencia de Kazajistán ofrece una lección clara: la infraestructura tecnológica no basta si persisten limitaciones políticas y regulatorias que erosionan la confianza de usuarios y proveedores. La verdadera independencia digital solo puede alcanzarse con apertura y competencia.

*Nowmay Opalinski es jefe de Asuntos Asiáticos en Cassini y miembro del Instituto Francés de Geopolítica (GEODE). Romain Fontugne es subdirector de la Internet Initiative Japan (IIJ).

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