Tras años de quemar y arrasar humedales, un servicio ecosistemico fundamental para la vida misma dado que tienen un rol clave en la purificación del aire, solo podemos ver impunidad e ineficiencia. Día tras día, nos encontramos con una ciudad de Rosario que es invadida por el humo, generando graves implicancias en la salud de su población e incluso aquí mismo en la Ciudad de Buenos Aires y sin embargo el compromiso y las respuestas nunca llegan.
Seguimos esperando la sanción de la ley de humedales que dé respuesta a los pedidos de las organizaciones y la sociedad civil en su conjunto, que los proteja, preserve y recupere. Ayer no hubo dictamen para la Ley de humedales. El presidente de la comisión de agricultura pidió una semana más para debatir. Por eso hoy, con estas graves noticias interpelándonos, una ley de humedales cajoneada hace años, es fundamental. Los derechos ambientales deben cobrar la importancia fundamental en la agenda pública y política.
El informe del IPCC
A principios de este año se conoció un nuevo informe del IPCC, el cual brinda información acerca de los resultados de una exhaustiva evaluación realizada por científicos, y donde se advierte de los impactos negativos y los grandes riesgos que conlleva para el planeta y el bienestar de las personas el cambio climático.
El informe enfatiza que las zonas más perjudiciales y de mayor emisión de gases de efecto invernadero resultan ser las ciudades, sobre todo aquellas de grandes dimensiones y de mayor concentración de la población. Estas grandes urbes, se ven damnificadas debido a las olas de calor, inundaciones, fuertes tormentas y diversos fenómenos meteorológicos producto del gran desequilibrio ambiental.
Teniendo como base el respaldo científico, los resultados del informe resultan inequívocos: Las evidencias demuestran que la continua emisión de gases dañinos para el ambiente y la falta de políticas y planes de acción para frenar el cambio climático no ayudan ni alcanzan para frenar el calentamiento global a 1,5° C, corriendo el riesgo de superar ampliamente esa cifra y conduciéndonos a la imposibilidad de evitar catástrofes ambientales irreversibles.
Alrededor de veinte años atrás, se creía que el límite del colapso ambiental se daría si las temperaturas mundiales llegaban a 5°C. Hoy la evidencia científica nos dice que esos puntos críticos pueden unirse mucho antes y que nuestros actuales niveles de emisiones nos están llevando a ese aumento brutal de temperaturas, lo cual desatará una serie de fenómenos climáticos nunca vistos, impredecibles y frente a los cuales cada país y territorio deberá responder y accionar para salvaguardar a la población.
16 puntos de no retorno
Según dichas investigaciones, se establecen “16 puntos de no retorno” que probablemente podrían cruzarse y generar un cataclismo ambiental. 6 de esos hitos ya están siendo superados con el actual nivel de emisiones y temperaturas:
- El colapso de la capa de hielo de Groenlandia.
- El colapso de la capa de hielo de la Antártida Occidental.
- El colapso de la circulación oceánica en la región polar del Atlántico Norte.
- Extinción de arrecifes de corales en latitudes bajas.
- Derretimiento repentino del permafrost (capa de suelo permanentemente congelado) en las regiones del norte.
- Pérdida abrupta de hielo marino en el mar de Barents.
Y aunque se espera que para que se supere alguno de estos puntos las temperaturas deben llegar a aumentar alrededor de 3,5°C, los científicos no descartan que otros elementos y/o factores provocarán el desequilibrio, ya que consideran que todos estos puntos se encuentran conectados y relacionados.
Si bien se podría decir que dicho informe tiene una mirada apocalíptica, su sustento son cientos de informes científicos de todo el mundo y su diagnóstico es real y constatable empíricamente. El mensaje de esta crisis resulta claro: Es necesario tomar conciencia de forma urgente, como paso inicial para tomar medidas que frenen y disminuyan el calentamiento global, al mismo tiempo que debemos generar políticas públicas que contengan y mitiguen los efectos del mismo.
Debemos avanzar la transición global de manera acelerada hacia energías más limpias, los niveles de emisiones asociados al modelo industrial imperante y los combustibles fósiles. Precisamos pensar en economías sustentables y sostenibles acompañadas de políticas nacionales e internacionales que promuevan la integra protección de los recursos naturales, la flora y la fauna.
La importancia de la ley de humedales
En este sentido, uno de los más claros ejemplos que podemos encontrar en nuestro país es la terrible situación que se está viviendo en la ciudad de Rosario. Es urgente bajar la tasa de deforestación causada por la ganadería, los monocultivos y las quemas, que no solo suman cantidades de emisiones alarmantes, sino que produce disminución y pérdidas irrecuperables en la biodiversidad y el equilibrio natural. Esta clase de temas deben estar presentes en una transversalidad trascendental para la continuidad de la vida en el planeta, ya no solo para las generaciones futuras sino para las presentes.
*Arturo Pozzali es defensor adjunto del Pueblo CABA y docente FCE-UBA.