OPINIóN
Broadcasting

La política gaseosa del siglo XXI viaja hacia el vacío

Uno de los programas de televisión más vistos en México es una emisión diaria de tres horas y lo conduce Andrés Manuel López Obrador, el presidente. A diferencia de él, Milei trajo al país la comunicación política moderna: microcápsulas -tuits, videos, memes- efímeras y virales, que se imponen en la agenda de noticias.

Javier Milei Twitter
Javier Milei Twitter | Twitter

Los casi 127 millones de habitantes de México se despiertan cada día con Mañanera, un programa de televisión de una tres horas de duración que marca la agenda, no solo política sino de la jornada. Lo más interesante es que el conductor de este exitoso ciclo de la pantalla chica no es otro que Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente del país.

Mañanera se emite por canales de televisión tradicional y plataformas como Facebook. Se dice que la emisión más larga de todo el mandato fue la del 30 de octubre de 2023. Tres horas con treinta cinco minutos. Como un experimentado conductor televisivo, cada mañana AMLO quita y da la palabra, conduce el debate, impone temas y habla maravillas de su obra de gobierno. 

En setiembre de 2023 AMLO anunció que su canal en YouTube estaba entre los más vistos de esa plataforma: “Nunca voy a olvidar que el poder es humildad, pero déjenme presumirles -aunque se enojen mis adversarios, que no enemigos- que hoy apareció que fuimos en el mes de agosto los realizadores de transmisiones en redes sociales más vistos de habla hispana. Y, ya encarrerados, ahora les comparto nuestro nuevo canal de WhatsApp”. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Diana Mondino pidió que respalden un posteo contra el presidente de México

Un presidente totalmente inmerso en la vieja lógica del broadcasting pero con un ojo puesto en las nuevas plataformas.

Política en el siglo XXI

Desde que se emitió la primera Mañanera allá por diciembre de 2018 AMLO no para de hacer trizas unas cuantas teorizaciones y elucubraciones sobre el ecosistema mediático del siglo XXI. A contramano de todas las tendencias que apuntan a un repliegue de las lógicas del broadcasting y el nacimiento de una nueva forma de comunicar mucho más breve, ágil y efímera, el mexicano sigue resistiendo con un anticuado pero exitoso formato televisivo de largo aliento, una especie de programa ómnibus como los que hacía José Nicolás “Pipo” Mancera hace medio siglo en Argentina. 

Las Mañaneras de AMLO se ubican con comodidad en la tradición latinoamericana de Enlace Ciudadano, el programa sabatino de Rafael Correa, Aló Presidente de Hugo Chávez o las cadenas de Cristina Fernández de Kirchner, todos ellos ejemplos de viejo pero duro de matar broadcasting político en pleno siglo XXI.

México dijo que la relación con Argentina "es sólida" y Milei descargó su furia contra un portal: "Después saldrán a llorar"

Si Ricardo Piglia sostenía que Jorge Luis Borges era el último escritor del siglo XIX, podemos jugar a pensar que Carlos Saúl Menem fue el último político argentino del siglo XIX. Tanto en Borges como en Menem convivían en tensión los dos grandes vectores que animaron la vida política y cultural del país en los años posteriores a la independencia: el espíritu rebelde de la tierra -el gaucho, la montonera- y el deseo de una modernización que miraba al Global North pero se pensaba en clave universal -la biblioteca, el laberinto, Puerto Madero. 

Todos los presidentes que ocuparon el sillón de Rivadavia desde el retorno de la democracia han coqueteado con el salto al siglo XXI. Una de las superventas oficialistas publicado en 1985 en plena fiesta alfonsinista fue escrito por el Ministro de Obras y Servicios Públicos, el abogado Rodolfo Terragno, y se titulaba La Argentina del siglo XXI. También Juan D. Perón tenía como horizonte el nuevo siglo: “El año 2000 nos encontrará unidos o dominados”. Sin embargo, el siglo XX no murió la nochevieja de 1999.

No es fácil dejar atrás una doble tradición comunicacional y política tan consolidada. La larga marcha de las formas políticas y mediáticas nacidas en el siglo XX atraviesan el veinteno kirchnerista y su revival de los setenta, impregnan la pseudomodernidad macrista y llegan hasta Alberto Fernández, el presidente que llegó de un barco con su guitarra y un puñado de viejas canciones. 

"Guarangadas geopolíticas": Así se cuestionó la postura de Milei contra Petro y López Obrador

El siglo XXI tardó en llegar a la política argentina, pero ya está aquí. Las interminables Mañaneras de AMLO o los discursos en cadena nacional son parte del pasado. Son formas de comunicación política condenadas a la extinción. Y, como hubiera dicho el hoy vituperado Antonio Gramsci, mientras muere el viejo mundo mediático, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro “surgen los monstruos”. 

Javier Milei y la política gaseosa 

Lo que AMLO logra en tres horas diarias de broadcasting televisivo -imponer una agenda temática que el resto de los políticos y periodistas están obligados a apoyar, rebatir, aclarar o criticar-, Javier Milei lo consigue con un tuit a las tres de la mañana o un microvideo en TikTok. 

No es extraño que el presidente argentino solo sepa hablar y manejarse en el plano de la economía: su estrategia mediática no solo es eficaz -alcanza su objetivo- sino que también eficiente -lo logra con un mínimo esfuerzo-. Pero podría serlo aún más: estoy convencido de que el presidente argentino se (nos) podría ahorrar unas cuantas horas de presencia en las redes sociales. Creo que le bastaría con un par de tuits y vídeos en TikTok al día para mantener al avispero político en plena actividad.

Manuel López Obrador: “Tienen un discurso anti migrante, porque piensan que de esa manera obtienen votos”

Es muy probable que Javier Milei y Donald Trump pasen a la historia como la primera generación de políticos del siglo XXI por su total compenetración con las formas de comunicar de este nuevo tiempo. Lo de Trump es encomiable: nació siete años antes de AMLO y un cuarto de siglo antes de Javier Milei, pero fue pionero en comprender el uso de las redes sociales desde una concepción populista y por encima de las estructuras tradicionales de mediación política. 

Lo que Silvio Berlusconi perfeccionó en el broadcasting de los años noventa, Trump lo obtuvo con las plataformas de networking del nuevo siglo.

Atrás quedó la mediatización líquida de la política, ese flujo discursivo secuencial que se desenrollaba en el tiempo como una larga fila de contenidos y que tan bien domina AMLO. Ahora, la mediatización del poder se expresa de forma gaseosa, en pequeñas moléculas textuales -pueden ser tuits, microvídeos o memes (“viva-la-libertad-carajo”)- que circulan de manera enloquecida por la mediasfera. 

Tras llamarlo "ignorante", López Obrador le respondió a Milei: "Los argentinos votaron por alguien que desprecia al pueblo"

El ciclo vital de estas minicápsulas es efímero, pero si están bien concebidas pueden marcar el debate público durante un par de jornadas o incluso más allá.

Política y comunicación efímera

A estas alturas de Javier Milei se ha dicho todo y lo contrario de todo. El día que dejemos de hablar, escribir, polemizar sobre el personaje, significará que ya no está más. 

Como los vídeos en TikTok, las historias de Instagram o el pobre Volodímir Zelenski, al cual ya casi nadie escucha o invita a cocteles, es posible que los liderazgos políticos del siglo XXI tengan un ciclo vital más que reducido. Políticos snack, con un crecimiento mediático exponencial, pero cuya curva cae en picada víctima del hastío. Política gaseosa en estado puro.

*Profesor universitario UPF-Barcelona. Autor de La Gran Enciclopedia Argentina (La Marca) y La Guerra de las Plataformas (Anagrama)