OPINIóN
El caso Cecilia Strzyzowski

La sonrisa inexplicable de Capitanich

No está claro qué oculta la sonrisa del gobernador, un hombre de probada inteligencia. Si se trata de un gesto de desesperación, de falta de empatía y sensibilidad o de puro cinismo.

Jorge Capitanich
Jorge Capitanich | CEDOC

Jorge Capitanich es un hombre extremadamente inteligente. Quien alguna vez lo haya tratado pudo haberlo comprobarlo. Descendiente de inmigrantes montenegrinos, fue secretario del gobernador peronista de Chaco Danilo Baroni cuando apenas tenía 22 años. Ya contador, ocupó subsecretarías en el ministerio de Desarrollo Social y de Economía en el gobierno de Menem (y Cavallo). No paró de acumular títulos, becas y maestrías hasta que saltó al gran escenario de la política en el gobierno provisional de Duhalde, como jefe de Gabinete de ministros, cargo que iba a repetir con los Kirchner. En las PASO de hoy va en busca de su cuarto mandato como gobernador de la provincia. Es una bio muy superficial, pero que habla de un hombre formado en el estudio y, sobre todo, en la política. 

No debería sorprender la primera reacción del gobernador frente al escándalo por la desaparición y probable muerte de Cecilia Strzyzowski. El agua le llega a las rodillas, por el momento: dos de los principales sospechosos de homicidio son candidatos a legislador provincial e intendenta en su lista del Frente Chaqueño que compite en las primarias. En realidad ya no lo son, pero sus nombres están este domingo en esas boletas.

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Capitanich dispuso silencio de radio en su gobierno y apenas habló de un caso que conmociona al país y recuerda otras tragedias ligadas al poder en el norte. Fueron declaraciones de ocasión, del tipo “caerá sobre los responsables todo el peso de la ley” (es textual). Decidió seguir adelante con la campaña electoral y, a diferencia de la oposición, el jueves hizo su acto de cierre en Resistencia. La familia de Cecilia había reconocido haber recibido recomendaciones del gobierno de la provincia para bajar el tono de las denuncias y reclamaba que se postergaran los comicios.

El modo de hacer política de Capitanich remite al recordado episodio con el ejemplar de Clarín en 2015, en respuesta a un artículo que molestó al gobierno de entonces sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. “Todo esto es basura”, dijo un impetuoso Capitanich durante una conferencia de prensa en la Casa Rosada mientras rompía en varios pedazos dos páginas del diario. No se arrepintió nunca de aquello. “Fue un acto de bronca”, dijo años después.

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En la mañana de hoy protagonizó un acto que desconcierta y que se inscribe en ese antecedente. Capitanich fue a votar poco antes de las 8, acompañado de su hija, a la escuela primaria N° 41. Aún no había abierto la escuela donde debía hacerlo. A la salida del cuarto oscuro, enfrentó a los fotógrafos con una sonrisa gardeliana mientras metía el sobre en la urna. El gobernador insistió en tomar distancia del caso cuando habló con los periodistas que lo esperaban. "Un hecho policial no puede convertirse en un hecho político", dijo.

Jorge Capitanich sabe muy bien que un hecho policial puede tener una deriva política fuera de todo control. Sobran ejemplos. No está claro entonces qué oculta la sonrisa del gobernador. Si un gesto de desesperación, de falta de empatía y sensibilidad o de puro cinismo. Inexplicable en un hombre inteligente.