Hace unos días, Jaime Duran Barba, publicó, en este diario, su columna de opinión semanal que tituló: El precio de la violencia verbal.
En términos generales, Duran Barba propone pensar la violencia verbal, por un lado, como un antídoto a la violencia física y por otro, como un fenómeno propio de las sociedades occidentales, asociado a un incremento del desarrollo de la ciencia y la tecnología. Tal que, el predominio de la agresividad simbólica y verbal, en detrimento de la violencia física, resultaría de una asociación positiva directa con el desarrollo tecnológico.
De esta forma, el deterioro del diálogo democrático que observamos en la sociedad argentina hoy, estaría más asociado a un determinismo técnico- científico y menos con discursos que riñen con las reglas que distinguen el diálogo en la esfera pública, tolerantes a la diferencia. Con esta estrategia argumentativa es que, Jaime Duran Barba, mitiga la agresividad del discurso presidencial y lo iguala con los efectos que pueden tener las palabras intempestivas de cualquier hijo de vecino que configura una cuenta en una red social.
De acuerdo con esta argumentación, la posición en el campo discursivo del presidente Javier Milei es la misma que tiene cualquier vecino común; y en adición, la violencia de la palabra presidencial debería interpretarse como resultado del dominio de la violencia simbólica sobre la cual no tenemos posibilidades de intervenir, en tanto se nos impone como costo del desarrollo tecnológico. De allí, el título de su columna de opinión: El precio de la violencia verbal.
Frente a esto, la escritura también debe someterse a un análisis discursivo en tanto no solo decimos cosas, sino que hacemos cosas con las palabras. Ni las palabras ni el lenguaje devienen inocuos.
Cuando hablamos o escribimos proveemos sobre aquello que decimos una determinada carga semántica. Para ello usamos infinitos recursos con el fin de destacar el nudo de aquello que queremos transmitir, independiente de su verdad o razonabilidad.
Por caso, Duran Barba, en su columna, apela a recursos mitigadores con el fin de justificar el uso de la violencia verbal y simbólica y, en particular, de la violencia contenida en el discurso presidencial como resultado del desarrollo tecnológico.
* Socióloga (UBA / UNPSJB / FLACSO)