Los problemas económicos actuales se podrían relacionar con tres especies de tablitas económicas que se ha impuesto el ministro de Economía Martin Guzmán al comienzo de su mandato y que, al parecer, serán muy difíciles de cumplir. No hay ortodoxia ni en Guzmán ni en el kirchnerismo. Lo que hay es solo diferencia de criterios en cómo ser menos heterodoxo. El problema es que los instrumentos que se aplican como los controles de precios, las recientes prohibiciones de exportar carne y un posible futuro aumento de las retenciones son microeconómicos y no parten de un ordenamiento de la macroeconomía.
En primer lugar, podemos mencionar la “tablita inflacionaria”. Hace siete meses que la tasa de inflación se instaló en la zona del 4% mensual, tal vez en mayo esté más cerca de 3 que de 4. Esos números están lejos del 1,5% mensual que Guzmán proyectaba a partir de marzo pasado. “La política económica corre detrás de la política y el tiempo electoral corre para ambas. Por supuesto que hay una carrera paralela prioritaria: la pandemia, el estrés hospitalario y la búsqueda de vacunas”, dice un reciente informe de la consultora M&S.
Una señal de alerta para el equipo controlador de precios a cargo de la secretaria Paula Espanol es que en abril los precios no controlados subieron un 4,5%, mientras que los controlados aumentaron un 3,8%. Esto refleja que la actual inflación es de origen macro, no micro, y está relacionada con desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios. En particular, la alta emisión monetaria realizada el año pasado.
Un freno a la recuperación y nuevas presiones cambiarias son los riesgos de Guzmán
El número de inflación mensual de abril del 4,1% casi coincide con el 4,2% anual de los Estados Unidos en el mismo mes. Con estos números, el 29% anual proyectado por Guzmán en el Presupuesto 2021 no se cumplirá y tampoco podrá mostrar una tasa de inflación en este año inferior al 36% de 2020. En la actualidad la inflación al consumidor viaja a un ritmo del 45% anual si medimos los últimos 12 meses. Pero si la medimos por el índice mayorista llega al 60% anual.
En segundo término, hay que destacar la “tablita cambiaria” que se viene aplicando desde diciembre pasado para tratar de no atrasar el dólar oficial frente a la suba de la inflación. En los últimos meses el dólar oficial empezó a deslizarse más lentamente que la inflación como un intento de Guzmán para desacelerar los precios. Con el paso de los meses, se empezó a relajar más y se profundizó en mayo con una devaluación del 1,6% frente a una inflación que podría superar el 3,5%. Por lo tanto, se ha comenzado a esfumar el intento de tablita cambiaria que el ministerio de Economía y el BCRA tenían desde que asumió este Gobierno y la brecha cambiaria con los dólares alternativos ha comenzado a subir. De acuerdo a los datos de M&S, esta tablita tiene una ventaja y es que el dólar oficial a más de 95 pesos es un punto de partida que tiene algún margen para atrasarse ya que hay algo de colchón. Es un dólar 50 a 60% más alto que los momentos de atraso cambiario alto como los de la tablita de Martínez de Hoz y la Convertibilidad de Cavallo, el esquema de Kicillof a fines de 2015 o el de Sturzenegger entre el 2016 y 2017. En términos reales, el dólar oficial de hoy es equivalente al dólar de 60 pesos nominales con el que asumió Alberto Fernández. Pero en el frente cambiario hay una ayuda extra que es el salto de los precios internacionales de los granos. Con las cotizaciones actuales de una soja cerca de los 600 dólares el colchón cambiario mejoró. De todas formas un futuro atraso cambiario hasta las elecciones puede repercutir eventualmente en la oferta y demanda de dólares oficiales y alternativos. En lo que va de 2021, el dólar mayorista, referencia del comercio exterior, subió un 12%, frente a una inflación acumulada del 18% medida por precios minoristas, pero si tomamos los mayoristas el atraso es mayor.
En tercer lugar, debemos considerar la mas problemática de las tablitas que es la tarifaria. La intención de Guzmán de aumentar las tarifas de electricidad y gas por lo menos un 29% chocó con el kirchnerismo que plantea un aumento de no más de un 9%.
La metamorfosis económica de Martín Guzmán
Lo cierto es que ninguna de las alternativas llevan a una suba de tarifas que provoquen una reducción de los subsidios necesarios para reducir el déficit fiscal. El atraso tarifario es inversamente proporcional al aumento en el monto de los subsidios y a la emisión monetaria necesaria para auxiliar al Tesoro. Por lo tanto, un problema originado por la microeconomía provoca un problema macroeconómico que es un aumento del déficit fiscal y también de la emisión monetaria para financiarlo.
En 2015 los subsidios totales fueron equivalentes al 3,4% del PBI. Luego, durante el gobierno de Cambiemos, se observó una disminución relativa hasta un piso del 1,6% del PBI en 2019. Desde ahí, los subsidios, de la mano de los congelamientos de tarifas, han vuelto a aumentar. Para este año se estima que llegarán casi a 3,1% del PBI, casi lo mismo que en 2015.
Es el peor momento sanitario de la Argentina desde el 20 de marzo de 2020 que estalló la primera ola de covid y el Gobierno anunció la cuarentena. Esta segunda ola con pocas vacunas es más fuerte y se da en el peor momento inflacionario desde que asumió Fernández. La pandemia con alta inflación es una combinación explosiva que se da en pocos países del mundo.
El costo de las medidas anunciadas para la segunda ola equivale a 1,3% del PBI, lo que supera todas las proyecciones realizadas a mediados de abril por Guzmán cuando empezaron a operar las primeras limitaciones. Un freno a la recuperación económica y nuevas presiones cambiarias son los principales riesgos que enfrentará el ministro de Economía, junto a la negociación con el FMI y el Club de París.