El modelo híbrido se instaló entre nosotros, la pandemia produjo cambios profundos en el trabajo, en la relación de las personas con su tiempo y abrió la pregunta del sentido de para qué hacemos lo que hacemos. Va más allá de la presencialidad o no en las oficinas, sino que además establece una relación entre el trabajo sincrónico y asincrónico y sobre lo personal y lo laboral entre otras cosas.
En el mundo laboral una de las poblaciones más impactada por este escenario, son los líderes quienes tuvieron que comenzar a tomar decisiones en un modelo “híbrido” que le vino impuesto y que se instaló en tiempo récord. Este nuevo modelo trajo una grieta en el mundo corporativo marcada por el reclamo de los colaboradores por trabajar en remoto y el deseo de muchos de los jefes de la vuelta a la presencialidad.
Trabajo híbrido: más que flexibilidad, un cambio cultural
El fenómeno de la gran renuncia cada vez está más presente y hoy cada vez más, en la medida de sus posibilidades, los colaboradores eligen las compañías según los valores, el propósito y el modelo de trabajo que tenga.
Son múltiples las consultas de las empresas por la notable caída en los índices de clima organizacional en varias de ellas, producto de las desavenencias por las políticas de teletrabajo y por liderazgos propios de otros tiempos. Este nuevo contexto nos requiere poder frenar ante este nuevo paradigma y reflexionar sobre el modelo más adecuado de liderazgo requerido por la situación.
Esta pregunta atraviesa a toda la empresa, no importa el área o sector y nos obliga a tomar conciencia del presente y aminorar la marcha, aunque nos enfrentemos a un contexto de cambio constante y muy vertiginoso.
Para liderar en este contexto, la clave está en:
Formar estructuras horizontales: se requiere desarrollar un mayor nivel de colaboración entre los equipos de trabajo. Los líderes deben fortalecer ciertas características como focalizar en el nosotros y menos en el yo, tener una comunicación muy fluida y reforzar la escucha activa y empática logrando la estabilidad emocional del equipo.
Es común ver hoy en ciertos ambientes laborales equipos multigeneracionales donde el jefe es uno más y habilita a los más jóvenes a aportar pistas para resolver los desafíos casi en un pie de igualdad ante las nuevas situaciones desconocidas.
Fortalecer el aprendizaje continuo: el líder debe tener la capacidad e inteligencia de mirarse a sí mismo en forma autocrítica, ajustar la brújula y permitirse la exploración continua. En esta era de cambios vertiginosos es cada vez más importante poner en juego la agilidad para ajustarnos rápidamente a la realidad que nos rodea. Se vuelve necesario incorporar habilidades nuevas y dejar atrás otras viejas. No queda solo en un cambio de saberes, sino en una transformación mucho más estructural que implica una forma diferente de hacer y entender las cosas.
Ser resilientes: hay que poder reconvertirse y desarrollar otras competencias. La flexibilidad es clave ante un escenario tan cambiante, mantener la rigidez puede dejar a los líderes fuera de juego.
Conexiones útiles: Los planes no sirven para nada si no hay detrás un propósito, entender el por qué hacemos lo que hacemos resulta cada vez más importante.
La clave estará en mantenerse conectado colaborativamente con todo el equipo para poder tomar una decisión a tiempo. Mantener una comunicación fluida, buscando encontrar el equilibro para no saturar a los colaboradores. El abuso del uso de los medios de comunicación como Slack, Whastapp, zoom llevan a la desorganización. Se requiere pautar tareas y horarios en función de la situación de cada uno, definir los medios de comunicación para cada tarea y respetar más que nunca los horarios establecidos.
Ser compasivos: La transformación personal es difícil, implica una revisión de nuestros egos y el conectarnos a nuevos aprendizajes. Es necesario, desarrollar espacios psicológicamente seguros para que estos procesos puedan llevarse a cabo y acompañen a los líderes en este camino de necesaria transformación personal.
El cambio se impone, sabemos que la tecnología avanza a una velocidad exponencial, y en ese avance va produciendo algunas transformaciones que hace tiempo atrás eran difíciles de imaginar. También sabemos que es como un tren en marcha y al que si uno intenta detener puede pasarle por encima y si le es indiferente puede quedarse solo en la estación.
Comprender el formato híbrido se impone y con eso, el cambio de nuestra forma de comunicarnos, trabajar y vivir. Con sus luces y sombras, de las que no podemos escapar ni permanecer indiferentes.
Para mantenernos en el juego se vuelve fundamental entonces, revisar nuestros egos, abrirnos a nuevos aprendizajes y dejar ciertos comportamientos del pasado. Desarrollar la flexibilidad y la empatía necesaria para generar entornos de trabajo más horizontales, dando espacios a equipos diversos que permitan resolver los nuevos desafíos que enfrentamos en este nuevo entorno tan complejo.
*Gabriel Pereyra. Director de la Carrera de Gestión de RR.HH. de la UCA y autor del libro Liderazgo en clave digital, Editorial Temas (2022).