OPINIóN

Los axiomas personales del dinero

Los seres humanos suelen adoptar como axiomas una enorme cantidad de creencias, interpretaciones y suposiciones personales. ¿Qué sucede cuando no somos conscientes de los axiomas que rigen nuestra vida?

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Imagina que estás charlando en un bar con un amigo, y él afirma “el dinero corrompe a las personas”. ¿Qué le responderías? Independientemente si estás o no de acuerdo con su declaración, es probable que ninguno cambie de opinión tras discutir la idea.

En el campo de las ciencias, se denomina axioma a cualquier afirmación que se considera verdadera e indiscutible. En general, se utilizan como premisa inicial de cualquier razonamiento deductivo. Si bien funcionan muy bien en el campo de la lógica o las matemáticas, los seres humanos suelen adoptar como axiomas una enorme cantidad de creencias, interpretaciones y suposiciones personales.

Lo anterior se aplica a numerosos ámbitos cotidianos. Basta recordar cualquier debate político, religioso o social para hacerse una idea de lo inflexibles que suelen ser las personas respecto a una postura tomada. Ahora bien, ¿qué sucede cuando no somos conscientes de los axiomas que rigen nuestra vida?

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La Psicología Cognitivo-Conductual sostiene que todos tenemos una visión, más o menos explícita, a cerca de nosotros mismos, de cómo funciona el mundo o sobre cómo será el futuro. Las mismas dan origen a una serie de actitudes y reglas de funcionamiento que condicionan nuestras emociones, pensamientos y acciones.

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Algo similar sucede con las finanzas. Desde nuestra infancia desarrollamos una serie de creencias relacionadas con el valor, el estatus, la utilidad o la gestión del dinero. Estas ideas provienen de nuestros padres y otras personas significativas, a través de las diferentes experiencias vividas.

Por ejemplo, pueden manifestarse con el pensamiento “para algo trabajo” cuando queremos darnos un gusto, por la regla “se debe ahorrar y no gastar”, por la fantasía “si tuviera mucha plata, resolvería todos mis problemas”, o por el prejuicio “si tiene mucho dinero, en algo malo anda”.

El autor e investigador Brad Klontz, de la Universidad Creighton de ‎Nebraska, sostiene que hay por lo menos 4 grandes estilos de personalidad en función de las creencias, disposiciones y conductas hacia el dinero.

 

El primer estilo de la personalidad financiera es el de evitación

Se caracterizan por considerar que el dinero es malo, o que no lo merecen. Frente al mismo, suelen experimentar emociones como el miedo, la ansiedad o el disgusto. Por ejemplo, se preocupan en exceso cuando usan una tarjeta de crédito, se castigan si gastan de más o se autosabotean en proyectos que podrían ser rentables.

Los evitadores del dinero pueden pensar que es una virtud vivir con poca plata, o que las personas ricas son codiciosas. Al mismo tiempo, suelen creer que tener más dinero podría resolver sus problemas y mejorar su autoestima o estatus social. Entonces, suelen caer en la contradicción de sentir un gran desprecio por el dinero y las personas acaudaladas, mientras se frustran porque no les alcanza para perseguir sus objetivos y metas.

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Los evitadores del dinero pueden pensar que es una virtud vivir con poca plata, o que las personas ricas son codiciosas.

 

El segundo estilo de personalidad es la adoración hacia el dinero

Por ejemplo, estas personas creen que el dinero hace a la felicidad. Aquellos que no cuentan con gran capital, sueñan con conseguir un aumento significativo de sus ingresos para solucionar todos sus problemas. Muchos adoradores del dinero también adoptan conductas excesivas de ahorro. En estos casos, su tacañería se justifica como medio para incrementar susposesiones. Además, como nunca quedan satisfechos con su patrimonio, priorizan gran parte de su tiempo en conseguir nuevas riquezas.

 

El tercer estilo de personalidad es la ostentación del dinero

Se caracterizan por vincular el grado de poder y estatus de un individuo en función de su fortuna. Por este motivo, el nivel de su autoestima varía según la cantidad de dinero que puedan demostrar que poseen. Este punto es clave, porque la valoración personal no esta dada tanto por las riquezas concretas que atesoran, sino por cuanto aparentan que disfrutan. Entonces, el requisito no es tener dinero, si no cuanto pueden lucir o alardear.

Por ejemplo, los ostentadores se sienten mal si no pueden estar al último grito de la moda. También, consideran perdedores y fracasados a quienes no demuestran su mismo nivel de riquezas. Estas personas son materialistas, sienten mucha envidia y ocultan una elevada insatisfacción personal. Si bien pueden ser parecidos los ostentadores con los adoradores del dinero, la diferencia es que los primeros se enfocan en acumular capital y los segundos se preocupan por demostrar su poder adquisitivo (real o aparente).

 

El cuarto estilo de personalidad es la vigilancia financiera

Estas personas prestan atención y tienen mucho cuidado sobre cuanto dinero ganan, gastan, ahorran e invierten. Como forma de proteger su patrimonio, se caracterizan por tener mucha cautela y desconfianza de otras personas. Aunque esto puede ser considerado una buena cualidad, los vigilantes suelen sufrir mucha ansiedad. Eso les impide disfrutar en gran medida de los beneficios del bienestar financiero que suelen conseguir.

Una situación que se puede dar entre los vigilantes del dinero es la infidelidad financiera. La misma se da cuando una persona le oculta a su pareja cuestiones o decisiones relacionadas con sus finanzas personales y que influyen en la economía compartida. Por ejemplo, mienten sobre sus ingresos y gastos, disponen de los ahorros comunes de la pareja o tienen cuentas bancarias secretas.

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Cada una de estas tipologías de personalidad financiera asumen que su forma de pensar y actuar es la correcta. Ya sea por su crianza, su educación y/o por sus vivencias particulares, todos desarrollaron una serie de axiomas relacionados al dinero. Esto les sirve como un marco de referencia para validar sus actitudes, comportamientos y prejuicios.

No obstante, experimentan diferentes problemas en múltiples niveles. Por ejemplo, pueden tener gastos o deudas excesivas, sentir frustraciones y envidia, tener conflictos con sus familiares y allegados, o parecer ansiedad y estrés. En los casos más extremos, pueden desarrollar trastornos relacionados con su salud mental.

Una personalidad financiera saludable tiene que incluir una adecuada capacidad de administrar el dinero, de manera tal que permita disfrutar del presente y asegurar un futuro adecuado. Entonces, el primer paso para conseguir un bienestar económico es detectar aquellos axiomas disfuncionales relacionados al dinero. Para lograrlo, se puede estudiar finanzas personales, acudir con algún asesor patrimonial o consultar con un psicólogo capacitado en estos temas.

*Psicólogo Clínico  MP1366 (Chubut) @rodrigojaldo.