OPINIóN
En su día

Argentina, un país de psicólogos

El licenciado en Psicología es un agente de salud que tiene un compromiso con la comunidad.

día del Psicólogo 20201013
día del Psicólogo | Agencia Shutterstock

En el día del psicólogo, recuerdo mis días de estudiante. Me acuerdo de un profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires que un día me dijo: “Cuando estés en el hospital, tratá de ser un buen psicólogo, no te olvides que es un servicio público, que no tiene la función de formarte como psicoanalista, para eso hay otros espacios”. Fue uno de los mejores consejos que recibí en mi vida profesional. Con los años, me dediqué al psicoanálisis de acuerdo con mi interés, pero nunca pierdo de vista que mi profesión es la de psicólogo. 

Un psicólogo es un agente de salud, que tiene un compromiso con la comunidad. No importa a qué escuela u orientación adhiera. A veces me preguntan qué diferencia existe entre un psicólogo y un psicoanalista. Incluso leo a psicoanalistas que reniegan de la psicología (no porque sean médicos, sino con el título de grado de psicólogos) y no lo entiendo. A mí me da orgullo mi profesión, no quise ser médico. Tal vez porque vengo de una familia en la que ya había médicos. No resultan importantes mis motivos, sí creo que a veces en los jóvenes profesionales de hoy en día hay un interés grande en adquirir una experticia, una especialización, una técnica y se olvida el fondo humanista en que se basa esta profesión.

En los jóvenes profesionales de hoy hay un interés en adquirir una experticia, una especialización, una técnica y se olvida el fondo humanista de esta profesión

Hay distintas áreas y campos de práctica para un psicólogo. Existen diversas líneas de investigación. Tenemos la psicología educacional, institucional, laboral, jurídica, etc. También orientaciones en un arco que puede ir desde una perspectiva más cualitativa hasta la psicología experimental que realiza mediciones. Sin embargo, la diversidad no es signo de desavenencias. Creo que un día como hoy todas y todos los psicólogos nos podemos poner de acuerdo en una idea muy simple. Como psicoanalista clínico, podría formularla a mí manera, pero seguramente otros colegas la dirían de otra forma. Aquí no es tan significativo el modo de decir, sino el contenido en cuestión

Cuando un psicólogo recibe una consulta (supongamos de un paciente, pero podría ser de una organización, una empresa, etc.), se le pide algo concreto (la curación de un síntoma, que resuelva un conflicto entre personas, que se expida en un juicio, etc.) y ahí ya tiene un problema. ¿Qué hará? ¿Ofrecerá su práctica como si fuera un ejercicio o una función abstracta, para que quien lo consulta esté satisfecho? Si así fuese, creo que podríamos estar de acuerdo en que trataría a aquel como un consumidor, en el sentido más mercantil del término. ¿Es el psicólogo alguien que vende su fuerza de trabajo por un monto de dinero? Sí, claro, pero no a cualquier costo. Sobre todo porque entre lo que se le pide y lo que se le paga hay una grieta: quien pide algo, a veces no sabe por qué lo pide ni para qué, a veces no sabe del todo qué pide cuando pide algo. Por esto, una tarea central del psicólogo es escuchar y no ofrecer su saber como mercancía, como producto, cuando se vuelve necesario que introduzca una lectura, interpretación, traducción (este paso podría nombrarse de muchas formas, según cada profesional y su estilo) que corra su práctica del nivel del consumo. El encuentro con un psicólogo no satisface, ya que no es para plantear una pronta solución, sino para reconocer el problema –en la medida en que conocer mejor un problema ya es parte de una solución que no es superficial.

La psicología es una ciencia, un arte y una profesión, que no es para consumidores ni para clientes. Es para seres humanos

A propósito de esta no satisfacción (que no es lo mismo que una insatisfacción), hay un viejo chiste en el que se cuenta que un cura va a darle la extremaunción a un psicólogo. Luego de conversar un rato en la habitación, finalmente el cura sale. En la mano lleva la agenda en que apuntó una cita para la semana siguiente. Me resulta muy graciosa esta caricatura, que quizá hable más del psicoanalista que del psicólogo por sí mismo, pero creo que tiene un aspecto común: el psicólogo no trata a quien lo consulta como un consumidor, tampoco lo hace como cliente. Es conocida la frase: “El cliente tiene siempre la razón”. ¿No quiere decir esto que se lo trata como un loco, en la medida en que decimos que a estos se les da siempre la razón? Como dije antes, el psicólogo no satisface, pero sí responde: no trata al otro como un loco. Los que nos dedicamos a esta profesión (no importa en qué orientación sea) tenemos una relación con la locura y un imperativo de no usar esta palabra de manera estigmatizante. Esto no ocurre solamente en un hospital o en un consultorio, porque bien podemos tratar al otro como loco cuando creemos que se trata de adaptarlo a un mundo disparatado como en el que vivimos, por ejemplo, si pensamos que su inclusión en un empleo es para trabajar para la empresa sin tener en cuenta su desarrollo personal.

De regreso al chiste que mencioné antes, me divierte que se trate del encuentro de un cura y un psicólogo. De ambos se dice que se ocupan de las cuestiones del alma: uno prepara para la muerte, el otro recupera la vida cuando cumple con su profesión. En este día saludo a todas y todos los colegas que honran esta práctica, que la mantienen a salvo de los intereses mercantiles y de la pérdida de dignidad humana. La psicología es una ciencia, un arte y una profesión, que no es para consumidores ni para clientes. Es para seres humanos. Esto es lo que aprendimos también de los maestros de la Universidad, entonces a ellos también el reconocimiento que se merecen.

*Psicólogo