OPINIóN
Puertas adentro

Por mucho menos, en 1984 se hizo la Renovación Peronista

Para entonces el partido había perdido unas elecciones presidenciales trascendentales, “había internas duras, viejos aparatos, nostalgia setentista”, pero no estaba roto y tenía una identidad firme, sostiene el autor. ¿Y ahora?

Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof definen la alianza del peronismo bonaerense
Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof definen la alianza del peronismo bonaerense | Télam

Con abstención de una caracterización a fondo e integral de lo que fue la Renovación peronista, pues no es intención de esta nota entrar en debates todavía sin saldar sobre el entresijo ideológico que tuvo esa movida, pero sítomarla en su parte funcional como fin de un ciclo histórico y como cuantía de cambio importante en el PJ.

En 1984, tras perder una elección presidencial, el peronismo estaba golpeado, sí, pero seguía siendo un partido con estructura nacional, con gobernadores, con sindicatos fuertes, con un voto obrero leal y con una identidad firme y que aún convocaba a millones.

Había internas duras, había viejos aparatos, había nostalgia setentista, para cualquier interpretación sobre esa época y resistencia al cambio, pero el partido no estaba roto, no estaba sin rumbo estratégico ni había perdido varias elecciones presidenciales y legislativas.

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Actualmente el peronismo está infinitamente peor. Hoy arrastra: la última e inesperada derrota en 2025, una fragmentación terminal entre kirchnerismo residual, peronismo federal diezmado, inorganicidades parlamentarias al gusto, gobernadores que ya no responden a nadie, liderazgos ausentes o directamente no reconocidos por su propia base, un discurso que oscila entre la victimización eterna y la amenaza vacía y una imagen pública asociada a corrupción, inflación y decadencia que ni los propios militantes logran justificar.

En 1984, con mucho menos motivo y con mucho menos daño acumulado, el peronismo se renovó y cuatro años después volvió a ganar la presidencia"

El peronismo hoy tiene en el Parlamento la representación de mayor debilidad en años. En las gobernaciones, son 3 ó 4 gobernadores solamente quienes garantizan cierta respuesta orgánica al PJ. Sufre una continuada crisis de liderazgo que se expresa en lo que algún periodista llama (a la pelea entre dirigentes) “canibalismo entre pigmeos”. Vive con emociones y posiciones divididas la condena y prisión de la más conocida de sus referentes.

No surge con la fuerza necesaria ninguna alternativa de matriz popular que puede elevarse, mediante un claro consenso interno, sobre los demás, aun dentro de la figura de “primus inter pares” a pesar de los esfuerzos y la sana voluntad, que exhibe Axel Kicillof.

Y en lo externo, lo acosa una opinión pública adversa y que es numerosa, sufre embates desde conglomerados mediáticos que lideran audiencias y enfrenta a un adversario /enemigo expresado en las ideas libertarias que, como nunca, muestra audacia en sus planteos y no escatima una decidida y fuerte virulencia. Y encima, domina la agenda pública e impone temas políticos.

No surge con la fuerza necesaria ninguna alternativa de matriz popular que puede elevarse, mediante un claro consenso interno, sobre los demás"

En 1984 con un panorama menos catastrófico, una sola derrota electoral grave, un aparato institucional político golpeado pero no en estado de hecatombe, gobernando muchas más provincias, con mayoría en el senado y con una fuerte presencia movilizadora del movimiento obrero organizado, acompañando al peronismo oficial, un grupo de dirigentes se puso firme y dijeron “basta” y se propusieron renovar formas, discurso, estética, reglas internas y la interpretación de la democracia representativa.

Con muchos menos motivos, el peronismo se renovó y lo hizo con veteranos en su cúspide, figuras de reciente conocimiento público en su organización y, sobre todo miles de jóvenes que en todo el pais tomaron las banderas y desplegaron militancia acorde. El autor de esta nota de fe en virtud de su propia experiencia.

La organización puede vencer al tiempo, pero ningún dirigente deja de ser esclavo del suyo"

Hoy, con un peronismo mucho más desbaratado, más huérfano, más desacreditado y más lejos del poder que en aquel entonces, no aparece ni siquiera el atisbo de una renovación.

Nadie asume la autocrítica real, nadie propone romper con un pasado en partes tóxico, nadie arriesga grandeza para reconstruir, si fuere necesario, desde las cenizas. En 1984, con mucho menos motivo y con mucho menos daño acumulado, el peronismo se renovó y cuatro años después volvió a ganar la presidencia. Hoy, con muchísimo más motivo y con un daño infinitamente mayor, prefiere seguir mirando al pasado, pelearse por los pedazos del cadáver y esperar que la realidad, por arte de magia, lo resucite. La historia demuestra que renovar era y es posible.

Solo que hoy haría falta mucho más coraje que en 1984.

Hay muchísimos compañeros que hacen su aporte para la elucidación de este mal momento peronista, tal vez sea tiempo de mas acción y menos planteos academicistas. No se trata de seguir interpretando sino de producir un cambio rotundo en el mundo interno del PJ y en su relación con la sociedad.

Rectificar cierta práctica y repasar valores identitarios puede ser nostalgia pero también puede ser futuro asentado en mejores pertenencias. Si es cierto lo que se repite hasta el hartazgo sobre que “la organización vence al tiempo” tal vez sea hora que los nombres propios del primer y más famoso staff peronista dejen de ser lo importante y se otorgue atención a la organización madre que es el PJ nacional, los PJ nacionales y las miles de unidades básicas desparramadas en el territorio, a la par de todo el entramado organizativo de organizaciones populares, sociales, comunitarias y culturales.

La organización puede vencer al tiempo, pero ningún dirigente deja de ser esclavo del suyo que es finito y siempre tiene un final. Lo contrario de la organización es lo que hoy ocurre, o sea, la desorganización y esta se presenta en lo vinculativo, territorial, comunicacional y motivacional.

Es improbable que desde un conurbanismo cada vez más pequeño como concepto de poder, se recupere nacionalmente el peronismo.
La Argentina le debe mucho, históricamente al peronismo. Ahora el peronismo le debe a la Argentina su imperiosa recuperación y, porque no, su redención.

*Licenciado Osvaldo Mario Nemirovsci