Este podría ser uno de los días más sombríos de la historia de la aviación civil argentina, nacida del entusiasmo de actores privados como Jorge Newbery y Aaron Anchorena.
Gracias a los buenos oficios del Ministerio de Trabajo, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), el gremio del ambicioso Pablo Biró, podría constituirse en árbitro de todo lo que vuela en el país.
El pasado 5 de octubre, con la firma de Jorge Alejandro Insúa, jefe de Departamento de la Dirección Nacional de Relaciones y Regulaciones del Trabajo, del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, se emitieron cédulas de notificación (IF-2021-94808160-APN-DNRYRT#MT) citando a audiencia (EX-2020-54784250-APN-DGD#MT) para que decenas de empresas comparezcan ante la Dirección de marras a los efectos de negociar compulsivamente con APLA el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) el 15 de octubre, hoy.
Esa decisión, es la continuidad de lo realizado por la señora Gabriela MARCELLO, directora nacional de Relaciones y Regulaciones del Trabajo del ministerio, quien anteriormente firmó la Disposición Nº DI-2021-368-APN-DNRYRT#MTen la cual el ministerio en su carácter de Autoridad de Aplicación, tomaba conocimiento sobre las medidas de fuerza que APLA intentaba realizar en 80 empresas y organizaciones aeronáuticas de la Argentina.
La Aviación Civil argentina celebra 143 años de historia
La estrategia
Detrás de esas decisiones hay una estrategia. Trabajo reconoce la existencia de un conflicto entre APLA y decenas de empresas y le otorga al gremio la suma de la representación de lo que en los hechos son todos los pilotos de la aviación civil, bajo el argumento de que “resulta necesario disponer de las medidas pertinentes para promover una solución pacífica y legal al “conflicto planteado”, en el marco de la competencia de esta Autoridad”. Luego agrega su “especial consideración al interés general como principio rector de las relaciones desarrolladas en la materia y por cuya protección esta administración debe velar”.
En rigor, luego de consultar a una docena de las empresas –y sus pilotos– no existen reclamos laborales por lo que todo el asunto sólo busca posicionar a APLA en el rol que pretende tener.
Los objetivos del gremio comandado por Biróno son nuevos, empezaron con la reforma de sus Estatutos en 2018 en que, motu proprio –con el aval de Trabajo–,la Comisión Directiva amplió su jurisdicción. En otras palabras: hace años que Sottovoce, APLA busca “ir por todo”. Además, cada vez que los afiliados comienzan a sentir disconformidades se aumenta el padrón con nuevos votantes.
La aviación civil semiparalizada
Otro dato importante es que la reforma estatutaria de APLA se realizó en el contexto de la administración Macri que, con sus más y con sus menos, intentaba una tenue apertura del mercado aerocomercial y avanzaba con la modernización en la representación de los trabajadores por empresa. Fue así que surgieron asociaciones de trabajadores en LATAM, FLYBONDI, JetSmart etc., lo cual puso en alerta a APLA y los Gremios Aeronáuticos Unidos. Lo notorio de aquella situación, fue que los delegados nombrados por los gremios tradicionales aeronáuticos en esas empresas lograron afiliar ala mayoría de los empleados que prefirieron estructuras de representación laboral más modernas.
Finalmente, ya en la gestión del Gobierno actual, APLA incorporó a los pilotos de la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), el legendario gremio de los pilotos de AUSTRAL luego de que ARSA decidiera eliminar a esa aerolínea. Y algo más: se refrendó la ampliación de la jurisdicción de APLA.
En junio, PERFIL publicó un artículo de mi autoría, titulado El “método Moyano” en la aviación civil donde hay más detalle sobre la gestación de lo que se está definiendo por estas horas.
Estos aviones quisieron ser los más grandes, pero nunca llegaron a volar
Ya se han retirado de la Argentina una decena de empresas aéreas. La Revolución de los Aviones terminó como una “prueba piloto” exitosa porque millones de argentinos volaron por primera veza precios razonables y en competencia. La Argentina está volviendo a fojas cero en materia de transporte aerocomercial obligando a que las familias menos favorecidas deban resignarse al peligroso y agobiante transporte terrestre para cubrir las enormes distancias de nuestra privilegiada geografía, y a que los contribuyentes debamos solventar a una empresa estatal ineficiente que con su brazo gremial pretende asfixiar a los que lograron sobrevivir a la peor crisis de la aviación comercial mundial en la historia por el COVID-19.
¿Se seguirá destruyendo trabajo y oportunidades de inversión?
* Luis Alberto Franco.