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Las preguntas sin contestar del primer año de gestión

Dólar, tarifas y salarios: tres variables para analizar el desempeño económico del Gobierno y la gestión durante un año dominado por la pandemia.

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Objetivos económicos. El gobierno de Fernández busca cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para tener más oxígeno financiero el año que viene. | telam

Ni el más pesimista de los analistas pronosticaba hace un año la profunda crisis económica y social que iba atravesar nuestro país. Habiendo transcurrido el 25% del mandato de Alberto Fernandez, aparecen los primeros balances de gestión de gobierno

Para evaluarlo económicamente tomaremos tres aspectos: evolución del dólar, tarifas y salarios. Estos indicadores, representan los tres precios relativos de la economía para medir los diferentes factores que hacen a la calidad de vida de cualquier argentino

El dólar, por la composición de productos importados en la canasta de consumos de los argentinos, las tarifas y los salarios son componentes esenciales para cualquier estructura productiva.

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El dólar oficial pasó de 63 pesos a casi 81 pesos, pero si se agregan los “impuestos PAÍS” y la deducción por ganancias su valor llega a 145 pesos, lo que implica una devaluación del 130% en solo un año. La suba del dólar fue en compañía del aumento y del desequilibrio monetario que provocó la cuarentena, creciendo la circulación monetaria casi un 69% en solo 365 días. 

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Si la circulación de dinero aumenta provoca efectos de volatilidad en la economía real. Una de las variables más afectada fue la inversión, que ha tocado uno de los niveles más bajos de su historia llegando a 12,8% en septiembre. La historia reciente señala que nuestro país necesita 17% para no perder puestos de trabajo y no generar obsolescencia en el capital de trabajo. Uno de los efectos más nocivos de la cuarentena fue, sin lugar a dudas, la pérdida de participación en la economía por parte de la inversión.

Este efecto de “aumento de pesos” en la economía provocó tensiones en las tarifas de los servicios públicos, que se encuentran aún atrasadas y que provocará mayor presión sobre la inflación y, por consecuencia, en el salario que ha perdido notablemente poder de compra. 

El Gobierno se encuentra, a un año de su asunción, en una compleja encrucijada de sincerar las tarifas con la contrapartida de una caída del salario real por un aumento de la inflación; o de mantener las cosas tal cual están y esperar que la tasa de inflación siga subiendo por el aumento del déficit fiscal y el incremento de la cantidad de pesos en la economía. 

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Es preciso señalar que si no se sinceran las cuentas públicas, difícilmente puedan sincerarse los precios relativos para generar incentivos en el sector privado que aumenten la inversión; y en consecuencia el empleo y el salario real. El persistente déficit fiscal financiado por el Banco Central generó distorsiones en la economía difíciles de solucionar en el corto plazo. 

Sin olvidar que estamos analizando el devenir de un país que tiene casi la mitad de su población por debajo de la línea de la pobreza, Alberto Fernandez tendrá la difícil tarea de trazar un camino de recomposición y crecimiento. En ese sentido es de primer orden no seguir distorsionando los precios relativos de la economía que impactan decididamente en la calidad de vida de los argentinos y en la posibilidad real de construir una salida de largo plazo para el país.

*Economista y CEO de Más Inversiones